La  silla invisible….

Por: Edmundo López Gómez

 

Seguir negociando la paz sin ponerle reglas a  la guerra, es una  insensatez.  Y creer, de contera, que quedamos bien con solo  condenar los actos de barbarie,  como lo hace un día sí y otro también,  nuestro ministro de Defensa, produce indignación. Por lo menos, en quienes no somos caídos del zarzo.

La verdad es que se vuelve sospechoso que ni los negociadores  del gobierno ni los de la  Farc, hayan propuesto parar la guerra sucia mientras se pacta la paz.  De hacerlo, sería la prueba inequívoca de que las partes enfrentadas  están interesadas en ponerle punto final a nuestro conflicto. Pero  como han transcurrido  dos años sin que haya  una sola semana en que no se hubieran  cometido actos de guerra prohibidos por el derecho internacional humanitario, suena a hipocresía que  se nos diga que en Colombia se ha creado un ambiente propicio para la paz  , o que estamos preparados para aprobar los acuerdos de La Habana en el referendo que se anuncia y  cuya conveniencia  se ha querido adornar, incluso,   con los buenos versos   del  senador Roy  Barreras …

Si el  cese al fuego – bilateral  o unilateral – ha sido rechazado en La Habana, ¿ cuál la razón para que no se haya abierto paso , en cambio,   un pacto mínimo de respeto a las reglas del Derecho Internacional Humanitario?.  ¿Sería,  acuerdo  inaceptable,   el de no reclutar  niños para la guerra, no sembrar   más minas antipersonales, no secuestrar ni   atacar   a la población ajena al conflicto, no cometer crímenes fuera de combate, no secuestrar,  no  atentar contra el medio ambiente,  o  que no haya falsos positivos ni desapariciones forzadas, mientras en La Habana se pacta  el diseño de un nuevo país?

Desconocemos las razones por las cuales se ha prescindido de  celebrar ese pacto humanitario. Alguna vez,  el presidente Santos habló de él en una de sus visitas a  España, pero el presidente de la delegación colombiana, señor de la Calle, expresó, después,   que “  lo importante era  acabar  la  guerra y no humanizarla” . (Frase para enmarcar en los  hospitales o en los  centros de rehabilitación donde han llegado las víctimas de la guerra sucia,  durante  estos dos años de   negociaciones de La Habana …) .

Para nada sirven, entonces, las palabras enérgicas  del ministro de Defensa cuando  rechaza los hechos de barbarie  que se cometen durante la guerra sucia que se libra en Colombia.  Si   en La Habana no se replantean las condiciones para pactar la paz – comenzando por humanizar la guerra – resulta una entelequia hablar del posconflicto. En efecto,   si el gobierno no abandera ese noble propósito,  es difícil pensar en que termine nuestra guerra  prontamente. Porque siempre habrá  interesados en financiar la muerte  y no   en financiar la vida. Como los fabricantes y proveedores de armas. ¿Acaso   éstos tendrán una silla invisible en la mesa de negociaciones de La Habana?

Ojala  haya repuesta a  esta pregunta.

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