El País apoya el proceso de paz

Por: Horacio Serpa

La última encuesta, de RCN y Semana, trae cifras reveladoras sobre el proceso de paz. Un altísimo porcentaje de los encuestados está de acuerdo en que a los guerrilleros de las farc se les condene por sus delitos y se les encarcele. Esa mayoría pide que los subversivos no puedan participar en política ni ser elegidos para responsabilidades públicas como el Congreso Nacional, Alcaldías o gobernaciones.

Puede parecer una contradicción que ese mismo alto porcentaje de encuestados esté de acuerdo en que el gobierno continúe el proceso de paz con la guerrilla, con la condición de que se ponga fecha para su conclusión.

Así es, ni más ni menos: la gente está de acuerdo con el proceso de paz que adelanta el gobierno con las farc, pero no quiere que los acuerdos permitan la impunidad para los subversivos ni que al integrase en la vida democrática puedan hacer política, ser candidatos y logren ir a las Corporaciones Públicas o a cargos de gobierno. También quieren que el proceso termine pronto y que los guerrilleros se desmovilicen.

Concluyo entonces, contra de lo que pregonan los intérpretes de mal agüero que aprovechan cualquier cosa para despotricar sobre todo lo relacionado con la convivencia, que la gente sí quiere un acuerdo de paz para que se acabe la guerrilla y no haya más farc. En ese sentido apoyan al gobierno. Pero, a mi juicio, no tienen una visión realista de lo que se negocia en Cuba.

Las farc se fundaron en 1964, con argumentos políticos, sociales y económicos para confrontar al Estado y derrocarlo. De entonces a hoy han ocurrido toda clase de conflictos, violencias y sangrientos enfrentamientos. Lo característico de este conflicto armado han sido la destrucción y la muerte. Las Fuerzas Armadas han luchado con sacrifico y denuedo pero no han logrado destruirlas ni rendirlas. Por eso se busca que renuncien a la subversión y entren a la vida democrática acatando la Constitución y respetando leyes y autoridades.

Los integrantes de las farc nunca aceptarán entregar las armas para que los manden a una cárcel, pero es imposible que sus delitos queden impunes. Para eso se busca la aplicación de la llamada Justicia Transicional, de reconocimiento universal, pues no se trata de delincuentes comunes. Es difícil aceptarlo, pero es la única forma de alcanzar la paz. También hay que aceptar que puedan luchar políticamente por sus ideas, sin armas, y si cuentan con el apoyo popular accedan a cargos de responsabilidad pública.

Si se pretende juzgar a las farc con la justicia ordinaria, no habrá acuerdos. La guerrilla volverá a sus andanzas, como pasó después de Casa Verde, de Traxcala, del Caguán. Tendremos diez o veinte años más de guerra, de ataques, de secuestros, de muertos, de mutilados, de pobreza. Esa es la verdad y la digo descarnadamente corriendo el riesgo de ser mal interpretado. ¡Aprovechamos Cuba o seguimos en la guerra!

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