*Marta Sáenz Correa
Luego de disfrutar la película intensamente, en la que se ratifica la importancia de las emociones para enfrentar las situaciones cotidianas de la vida, decidí indagar sobre la tristeza; la responsable de generar emociones y sentimientos que asociamos a conceptos negativos y debilidad. Sin embargo, las emociones, aun cuando las consideremos negativas, son las que nos ayudan a relacionarnos y adaptarnos al mundo que nos rodea.
Hemos aprendido equivocadamente que lo importante es sentirse siempre bien. Esta idea nos lleva a tratar de evitar a toda costa lo que llamamos emociones negativas; negándolas, anestesiándonos con alcohol, drogas o evitando enfrentarnos a la realidad a través de cualquier tipo de adicción, llámese comida, deporte, trabajo, compras, sexo, o buscando actividades peligrosas que nos generen descarga de adrenalina.
La tristeza es una emoción útil que nos permite hacer un balance de lo que está sucediendo en nuestra vida, nos lleva a analizar aquello que hemos hecho bien y a buscar en que hemos fallado, impulsándonos a tomar decisiones importantes. Cuando estamos tristes nos encontramos en el punto óptimo para evaluar la situación actual y tomar medidas necesarias para mejorarla. De haber continuado siendo entusiastas y jubilosos probablemente hubiéramos seguido ciegamente haciendo las cosas que solíamos hacer.
Renny Yagosesk en su libro El mensaje de los Sabios nos enseña la importancia de permitir que la tristeza nos invada, de utilizar los momentos de bajón para escuchar nuestro silencio y meditar para luego coger impulso y seguir el camino. Toda emoción es necesaria y conveniente, y la tristeza ayuda a detenerte a pensar y a alejarte de todo lo mundano. Reconócela, no la confines a un espacio muerto, no la encierres bajo llave, no permitas que te entierre, no la disfraces con mentiras piadosas. Comprender que no hay nada malo en sentirse triste o frustrado, puede ser una gran lección, sencillamente porque no se puede ser feliz el cien por ciento del tiempo.
Para finalizar, es importante no confundir la tristeza con la depresión. La tristeza es parte de la vida, no la podemos evitar, pero podemos manejarla para disminuirla o eliminarla. Es una sensación de decaimiento de nuestro estado de ánimo, un sentimiento de vacío resultado de una herida o de una perdida de cualquier tipo; por lo general la persona está consciente de su causa, y la termina cuando soluciona su situación. La depresión por su parte, es una enfermedad que no siempre tiene una causa identificable, puede estar relacionada con aspectos biológicos, hereditarios, de personalidad, y ambientales, que puede requerir el consumo de medicamentos y genera sentimientos de desamparo, desesperación y desánimo para enfrentar la vida.