No más zancadillas a la paz

Horacio serpa

En materia de paz entramos a una etapa de definiciones. Tanto en La Habana, donde se están perfilando los últimos acuerdos, como en Colombia donde cada una y cada uno de los colombianos tenemos un papel que cumplir.

Uno bien principal que nos corresponde a todas y a todos, es comprender con claridad lo que se está buscando y lo que se requiere para conseguirlo. Se está detrás de que se acabe la subversión; que no haya más Farc ni más Eln porque las guerrillas renuncian a la lucha armada. Y para lograrlo es necesario asumir actitudes y determinaciones que no son fáciles y que solo se justifican porque no hay nada tan importante como poner fin a una guerra cruenta que lleva medio siglo y que nos ha costado muertes, humillaciones, depravación, anarquía institucional, corrupción, ruina y pobreza.

Un asunto crucial es lo que ocurriría con los guerrilleros, los cuales han hecho muchos daños, sin duda. ¿A la cárcel por bastantes años como lo ordena el Código Penal? Así, nunca llegaremos a la paz. ¿Impunidad absoluta? De ninguna manera, pero sí la aplicación de una Justicia que se llama Transicional. En todas partes y en todas las épocas se ha aplicado para solucionar grandes conflictos violentos.

Lo otro es acordar lo que van a hacer los guerrilleros cuando desaparezcan las armas y se comprometan a no seguir delinquiendo. Unos volverán al campo con sus familias, otros irán a estudiar, muchos serán habilitados para trabajar en diferentes cosas, los profesionales ojalá vuelvan a ejercer sus conocimientos académicos, pero muchos, especialmente los jefes, desearán participar en la actividad política para ir a los Cuerpos Colegiados y a los cargos de gobierno, incluidos alcaldías, gobernaciones y hasta la Presidencia de la República.

¿En serio? Por supuesto, o no habrá acuerdos. Hay que convenirlo de esa manera para lograr la convivencia que anhelamos. Tengamos en cuenta que si no prosperan los procedimientos de paz con Farc y Eln, seguirá la guerra. En 10 años serán 20.000 muertos más, 2.000 secuestros, 50.000 mutilados, dos millones de desplazados y otros años de pobreza y desgracias.

Nos toca “hacer de tripas corazón” y dejar de prestar atención a las zancadillas con las que atacarán los procesos de paz.

Pero hay que crear instrumentos legales y fácticos para poner en ejecución los acuerdos. De lo que se necesita, el que sabe mejor que nadie es el gobierno. El Presidente Santos con sus Ministros y la Comisión negociadora que encabezan Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo.

Van a presentar las propuestas. ¡Acojámoslas! Claro, hay que examinarlas, pensarlas, conversarlas y discutirlas, pero toca acogerlas rápido. Dilaciones, grandes controversias y aún destellos de inteligencia para buscar alternativa mejor, será la muerte súbita a los esfuerzos por la paz.

Hay que creer en el gobierno y en la Comisión. Confiar en la sensatez del Presidente Santos y en el acompañamiento internacional. Hay que lograr la paz, ahora.

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