Intentemos ser coherentes

Marta Sáenz Correa

Desde pequeños nos damos cuenta de la incoherencia de las personas, que vemos reflejada en nuestros padres, familia, amigos, y luego en los políticos. Independiente de los roles que desempeñemos en la sociedad, ya sea en lo personal, familiar, profesional, social, o político no debemos olvidar el papel importante que la identidad juega en nuestra vida y en el desarrollo de nuestra marca personal; somos el mismo individuo que se desenvuelve y desarrolla en cada uno de estos ámbitos.

La coherencia es el valor que nos hace ser personas de una pieza, actuando siempre de acuerdo a nuestros principios familiares, sociales y religiosos aprendidos a lo largo de nuestra existencia. Con este valor somos capaces de cumplir con mayor eficacia nuestras obligaciones, pues hace falta ser honesto y responsable; en nuestras relaciones personales es indispensable para ser sinceros, confiables y ejercer un liderazgo positivo; para nuestra persona, es un medio que fortalece el carácter y desarrolla la prudencia, con un comportamiento verdaderamente autentico. Cuando uno lleva un estilo de vida coherente con lo que piensa, dice y hace; tus pensamientos, palabras y acciones, marcan la diferencia.

El riesgo de vivir este valor es que somos muy susceptibles a la influencia de las personas y lugares a los que asistimos; por temor callamos, evitamos contradecir la opinión equivocada, o definitivamente hacemos lo posible por comportarnos según el ambiente para no quedar mal ante nadie. No es posible formar nuestro criterio y carácter, si somos incapaces de defender los principios que rigen nuestra vida. Lo mejor es mantenerse firme, aun a costa del cargo, opinión o amistad que aparentemente están en juego. Podemos suponer que actuando en base a nuestras propias convicciones basta para ser coherentes, pero existe el riesgo de adoptar una actitud traducida en un: » Soy como soy y así pienso». Efectivamente, la coherencia exige esa firmeza y postura, pero se necesita un criterio bien formado para no caer en la obstinación.

La incoherencia existe y no podemos taparnos los ojos, pero si podemos tomar distancia. Todos somos y seremos incoherentes mientras no alcancemos altos niveles de consciencia, pues son muchas los comportamientos o comentarios contradictorios que sostenemos a diario, de los que no somos conscientes.  Cuando te veas afectado emocionalmente por la incoherencia de los demás, pregúntate cual es el miedo que se activa en ti al presenciar eso. Sabrás que estas sano de ese reflejo cuando al observar la incoherencia en los demás puedas sonreír y dejarla ir. Para llegar a este maravilloso estado del ser, tendrás que perdonarte a ti mismo tus incoherencias primero, para luego perdonar las incoherencias de los demás.

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