Emociones Destructivas

Marta Sáenz Correa.

Uno de los libros más emocionantes de Daniel Goleman se titula “Emociones destructivas”, esas que afectan nuestras palabras y acciones, se rigen por meros impulsos y evidencian lo peor de nosotros mismos. En el texto, el autor se plantea dos interrogantes: ¿Por qué el ser humano es capaz de cometer actos violentos?, y ¿Por qué personas en apariencia inteligentes y racionales tienen comportamientos destructivos? Estos, son básicamente estados internos que ponen límites a nuestro potencial y bienestar y que pueden poner de manifiesto lo peor de nosotros mismos.

En esta obra, Daniel Goleman nos habla de cómo oriente y occidente han desarrollado formas muy distintas para controlar las emociones negativas o destructivas. Tanto el budismo como la psicología moderna están de acuerdo en un aspecto: en nuestras manos está controlar esos impulsos o tormentas internas, tenemos los recursos y podemos hacerlo. En occidente la tecnología, la medicina, los laboratorios se han centrado en la elaboración de ingeniosos compuestos químicos para ayudarnos a superar las emociones tóxicas. En oriente encontramos otros caminos, igual o más efectivos, que requieren esfuerzo y se basan en el entrenamiento mental. El budismo afirma explícitamente que la formación es el mejor de los antídotos para contrarrestar la vulnerabilidad de la mente a las emociones tóxicas. La forma más efectiva de acercarnos a controlar nuestras emociones la encontramos en la constante práctica, en el entrenamiento mental y en la meditación.

La mayor parte del sufrimiento humano se deriva de las emociones destructivas como el odio, que alienta la violencia, o el deseo, que promueve la adicción. Una de nuestras principales responsabilidades es la de reducir el costo humano del descontrol emocional. Cuando calificamos de negativa una emoción, no queremos decir con ello que debemos rechazarla, sino que es negativa en el sentido de que redunda en una menor felicidad, bienestar y claridad y en una mayor distorsión de la realidad. Las emociones pueden ser difíciles de dominar, intensas, incapacitantes e irrumpir en nuestra mente. Si no somos capaces de dominarlas podemos tener problemas de salud, conflictos en nuestras relaciones, y tomar decisiones equivocadas. Nos enseñan a reprimir las emociones desde pequeños en lugar de reconocerlas, aceptarlas, y expresarlas en forma asertiva. Debemos adoptar una actitud lógica, madura, realista, y equilibrada frente a las emociones, en la convicción de que para relacionarnos con libertad y evolucionar en la vida, se hace precisa cierta flexibilidad. Recuerda, una persona inteligente emocionalmente: identifica, usa, entiende y regula sus emociones.

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