PACTO SOCIAL PARA EL AGUA EN EL POSTCONFLICTO
Por: Fabián Gonzalo Pérez Reconocidas las particularidades de nuestra amada Colombia, paso ahora a observar el problema en una perspectiva global, pues el cambio climático se ha convertido es uno de los problemas que aquejan a la humanidad entera y por ello la comunidad internacional, encabezada por el Secretario de las Naciones Unidas está convocando a una cumbre que tendrá lugar en Nueva York el próximo mes de septiembre, invitación que se extiende en los siguientes términos: “Les reto a venir a la cumbre con promesas audaces. La innovación, la ampliación, la cooperación y la ejecución de medidas concretas reducirán las emisiones y nos pondrán en el camino hacia la firma de un ambicioso acuerdo a través del proceso de la Convención Marco de la Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas Lo primero que hay que decir es que el reto formulado por el señor Ban Ki-moon está dirigido no solo a Jefes de Estado y de gobierno, sino a representantes del sector privado (empresas, instituciones financieras y ongs) y a la sociedad civil a quienes el diplomático insta a proponer ideas con miras a la cumbre de 2015 en la que los países miembros de la Naciones Unidas deberán definir con carácter mandatorio las políticas para enfrentar el cambio climático y definir los objetivos del desarrollo sostenible y su financiación. Como se observa, el proyecto estructural anunciado por la Ministra del Medio Ambiente de Colombia que, según su anuncio, estará en gestación hasta el año 2015, es completamente concordante con la agenda del Secretario de la Naciones Unidas y reconoce la gravedad de la situación que vive Colombia la cual no admite soluciones improvisadas y no se puede solucionar con debates en el Senado, con visitas del Presidente a las regiones afectadas, con carro tanques de agua ni con paños de agua tibia. Lo que se requiere son “PROMESAS AUDACES” como las llama el Secretario de las Naciones Unidas y en nuestro medio la audacia no puede ser otra que la priorización de este asunto en la esfera del ejecutivo y del legislativo para que se adopten políticas de Estado y no solo de gobierno pues los planes de recuperación ambiental no son ejecutables en corto sino en largo plazo. Tenemos la esperanza de que las instituciones del país reconozcan que el problema existente no se puede resolver a través de la microgerencia o la pequeña política, que las circunstancias y los tiempos demandan grandeza, coherencia, permanencia y audacia como claramente lo insinúa el Secretario de la Naciones Unidas al formular su invitación que en realidad constituye un reto para nuestra conciencia. En lo personal, he decidido aceptar el reto del señor Ban Ki –moon y por ello me he permitido la audacia de formular una propuesta que consiste en celebrar un pacto social sobre algo tan aparentemente sencillo pero tan valioso e importante como el agua, elemento sin el cual no puede haber vida humana ni viabilidad económica para muchas regiones del país. Esta propuesta es concordante y apta para la Colombia en paz, con equidad y educada que propuso el Presidente Santos el 7 de agosto y la esbozo a continuación: se trata de involucrar a los desmovilizados del conflicto colombiano en un ambicioso programa de reforestación de bosques, cuencas y páramos y en la recuperación de ríos y humedales, de tal manera que los antiguos combatientes puedan seguir habitando en los campos y se comprometan a sustituir los cultivos de estupefacientes por otro producto que la humanidad hoy está demandando y está dispuesta a remunerar como es el agua, cuyo costo en algunos regiones del planeta es superior al de la cerveza. Evidentemente no estoy diciendo que ha llegado el momento de transportar el agua de un país a otro; me estoy refiriendo a los recursos que los países desarrollados han acordado aportar en el 2015 para mitigar el cambio climático una vez se adopten con carácter mandatorio las decisiones de la conferencia de las Naciones Unidas del próximo año. La propuesta que formulo ofrece una alternativa de vida para los combatientes en el pos conflicto en la medida que los hace participes en un proyecto global que favorece la paz, los intereses de Colombia y los objetivos de la comunidad internacional, todos los cuales se beneficiarían sí se logra la recuperación de los bosques, ríos y páramos que en el país se han destruido en los últimos 50 años. Concluyo este escrito diciendo que es gratificante dejarse seducir por el reto planteado por el señor Ban Ki-moon y darle rienda suelta a la imaginación constructiva en lugar de quedarnos impávidos observando las fotos que acusan la desnutrición de los niños indígenas de la Guajira, la muerte lenta de los agonizantes chigüiros del Casanare o el agrietamiento de la tierra del Atlántico.