Por: Horacio Serpa
El Estado no funciona si no tiene recursos, que generalmente provienen de los impuestos. Salvo Ecopetrol, Isagén e Isa, es poco lo que nuestro Estado produce. Están también los empréstitos, en cuyo pago gastamos un valioso porcentaje de los ingresos.
Como el presupuesto de 2015 está desbalanceado el Ministerio de Hacienda propone aumentar el impuesto al patrimonio, mantener el cuatro por mil para invertir en el campo y aumentar el IVA, un impuesto que por igual pagamos todos los colombianos.
Entiendo las necesidades del gobierno, al que le toca pagar la deuda, gastar mucha plata en atender la guerra y cumplir con obligaciones que impone el funcionamiento de la administración, más las inversiones esenciales como educación, salud, justicia, etc., sin contar infraestructura y docenas de servicios adicionales. Y, claro, lo que hay no alcanza para todo, ni para todos.
Pero buscar plata en el bolsillo de los más frágiles, de los empleados con bajos ingresos, de los que reciben salario mínimo, de los que algo ganan con el rebusque, de los jubilados pobres, de los desocupados, es injusto. Y eso es lo que pasa con el IVA, la más regresiva de todas las contribuciones porque igual la pagan los ricos, la clase media y los pobres. Ya la tarifa es bastante alta, así los que pretenden justificar el gravamen insistan en decir que en otros países del mundo ese impuesto es mal alto que entre nosotros.
Para colmo de preocupaciones, se requiere ir más allá de financiar el presupuesto de 2015. El posconflicto requiere mucha inversión. También la reforma a fondo de la educación y lo que se necesita para la cuestión agraria y campesina. Si de verdad se quiere una paz estable y un cambio a fondo en materia social y económica, hay que contar con recursos y lograr que se inviertan bien y se manejen con honradez. ¿Hay de donde echar mano?