EL 2015. ¿MAS ESCLAVITUD?

 

Por: Javier Porto- Mesa de fritos-Cartagena

Entramos a un año político con expectativas de avance social: La de paz en la Habana, y la de convivencia, en el mundo sin esclavitud, ni fanatismo. Pero tampoco hay que perder de vista a los enemigos de la libertad y a sus francotiradores.

Sin embargo, los principios de libertad, igualdad y, ante todo, el de tolerancia y fraternidad que estrechan los lazos del género humano, y la existencia de muchos líderes, como el Papa Francisco, dan el ejemplo de esa expectativa de convivencia: Lo demuestra la promoción del acercamiento entre el imperio estadunidense representado en Obama y el Gobierno de Cuba de los Hermanos Castro, quienes, a pesar de su conocida ideología dieron el primer paso para mejorar sus relaciones y bajar el voltaje a la confrontación. Pero las antiguas y acomodadas generaciones de cubanos del sur de la Florida, representadas en el partido republicano, se oponen a esta decisión de los demócratas en cabeza del presidente de los EEUU, para no perder su confort y para seguir haciendo sus negocios. No les importa que sus compatriotas no salgan de esa pobreza, económica, alimentaria y espiritual, que soportan en su diario vivir.

 Hoy en Colombia no solo estamos “sometidos” a una permanente confrontación política y constitucional, que en nada solucionan los problemas vitales de nuestra población, sino que también hemos llegado al colmo del paro judicial con todas sus consecuencias, como si estuviéramos en la época del medioevo y de la Santa Inquisición. Así lo demuestran las decisiones arbitrarias de los sindicatos de la rama judicial, del INPEC y de la Contraloría General de la nación al no reconocerle el derecho a una ex funcionaria como Sandra Morelli. Más aún, hemos llegado a extremos de tanta corrupción, odio e intolerancia, que solo los corruptos y los bandidos la profesan y la auspician para su provecho; y que, sin embargo, también perturban la conciencia y la visión de la gente de bien, porque no le permite ver su carácter perjudicial.

Por esto, gran parte de la sociedad, en su ceguera, premia al que es esclavo del dinero, al que incumple su palabra y auspicia las triquiñuelas para meterle mano al erario público y luego rasgarse las vestiduras con un cinismo que deja perplejo a cualquiera. Tal actitud social sigue haciendo carrera entre nuestros dirigentes. Ejemplos hay muchos, como los de Interbolsa, los hermanos Nule, Saludcop, los contratistas de obras públicas, los mercaderes de la salud y ni que decir de la compra de conciencia en las elecciones prontas a realizarse, así como de los antecedentes de los aspirantes, para reemplazar a un gobernador o alcalde, quienes presentan como mérito el haber escapado del código penal con suficiente pericia, así como de la contraloría, la procuraduría y la fiscalía. Por ello, es por lo que la población cartagenera, compuesta por los ciudadanos de a pie, movida por la desesperanza terrenal, espera que el señor de los cielos haga su justicia divina, porque de otra manera es imposible. Igual cosa pasa en la ciudad amurallada donde lanzan programas de salud desde un club, disque el más encopetado, para socializar los programas a los barrios más necesitados de esa otra Cartagena.

Pero esa misma sociedad empieza a darse cuenta, es decir, a tomar conciencia que la falta de solución de sus problemas, tiene como causa principal el control y la sumisión, como forma de esclavitud a la que los dirigentes públicos y sociales tienen sometida a la ciudad. Pues muchos de ellos no muestran interés y defensa por lo público, sino por el tráfico, el arribismo, el engaño y la manipulación. Es una herencia del antiguo imperio español, la cual abusivamente algunos erróneamente continúan cultivándola, educándola a través del ejemplo y tecnificándola. Pero la sociedad entera comienza a erradicarla con la protesta y con la reacción social contra quienes pisotean sus valores y dignidad.

Así sucedió con la inauguración de una placa en memoria al Almirante Vernon en honor a los herederos del imperio inglés el príncipe Carlos y su esposa. En tanto que quien defendió el corralito de piedras Blas de Lezo lo mandaron al olvido. Tuvo que ser un ingeniero de origen antioqueño pero convertido en Cartagenero, después de 47 años de vivir en la heroica y degustar empanada de huevo con patacón, quien armado de una mona o gran martillo partió la placa por la falta de respeto a los ciudadanos cartageneros y por lo cual tuvo que pasar unas horas a buen recaudo, antes de que el alcalde de la ciudad tuviera penosamente que retirar la placa; placa de la cual también se vanagloriaba un exministro del interior, con familiaridad cartagenera, al dar las explicaciones del por qué se debía dejar la placa. Más aún, los historiadores actuales, encargados de la conservación y revitalización de la memoria histórica, inicialmente callaron hasta que se armó la grande en todos los medios del país por la “defensa de los valores históricos”; y fue así cuando tuvieron el valor de dar a conocer la realidad histórica que se viviò en Cartagena en esos momentos.

 Otra esclavitud es la de los malos servicios públicos siendo la campeona las de los servicios de energía, pues se les quita a la gente cuando les viene en gana a los inversionistas españoles con consecuencias de toda índole, sin que los funcionarios se inmuten con nuestro dolor que llevamos años padeciendo. Y ni que decir de la esclavitud del deterioro del medio ambiente en pleno siglo 21, y más aún ahora con el cambio climático ad portas de que entre el fenómeno del niño que pondrá a padecer a nuestros congéneres. Porque los entes que controlan el medio ambiente se hacen como los de la canción de Shakira ciegos, sordos y mudos.

En fin, hoy nuestra ciudad, llamada por el pintor, poeta e industrial Daniel Lemaitre, “el Corralito de Piedras”, rechaza totalmente y reclama responsabilidad contra la tolerancia de la trata y la explotación social, en la que a plena luz del día y en las noches de la Cartagena romántica y rumbera, se venden los cuerpos de nuestros niños y niñas a turistas nacionales e internacionales, y donde las mayorcitas, llamadas vulgarmente las prepago, se subastan por unos dólares o euros para comprar carros y marcas de ropa de moda.

Por lo tanto, en las próximas elecciones del ejecutivo (para alcalde y gobernador) y corporativo (para concejo, juntas administradoras), la población cartagenera, perteneciente o no a los partidos o movimientos tradicionales o recientes, y los sin partidos, tendremos la oportunidad de gestar otra emancipación y defensa cívica de nuestro destino, como es la de contribuir al escogimiento como dirigentes a los dignos, verdaderos y comprometidos defensores y servidores de la comunidad, que aseguren transparencia, respeto y progreso laboral, social y digno para la ciudad. Hoy, con la ayuda de todos, que recibimos con agrado (Facebook mesa de fritos) comenzamos a recorrer el camino digno para el ejercicio del poder social. Alerta y acción cartagenera.

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