Los intereses de la política

Por: Horacio Serpa En un reciente debate radial dije que “la política es una lucha de intereses”. Se me entendió que hablaba de intereses personales de los políticos, criterio rotundamente diferente al que pretendí plantear, lo que me entusiasma para desarrollar ahora algunas ideas sobre el tema. La política no es un hobby como algunos pretenden. No es una serie interminable de discursos en la plaza pública, ni tampoco una actividad para alcanzar lucro o figuración. Mucho menos es un divertimiento intrascendente La política es una actividad muy seria relacionada con la sociedad y la forma como debe conducirse; es un ejercicio dialéctico por medio del cual se busca ejercer el poder público en el propósito de orientarlo hacia unos objetivos previamente identificados relativos al pensamiento de un sector de la comunidad. La política es una confrontación de pareceres, de formulaciones, de metas, vinculados a intereses sociales, democráticos, culturales, étnicos, regionales, religiosos y económicos. También a otros aspectos del transcurrir popular. Es un sentido de la vida y de la forma de vivir. Con la política se defiende una monarquía o se propicia un sistema popular y participativo. Es por medio de la política que se propicia la extracción indiscriminada de minerales o se defiende a la naturaleza y el medio ambiente. Por medio de la política se apoya la libertad o la esclavitud. Hay partidos políticos que apoyan la concentración de la riqueza y otros que son partidarios de una equitativa distribución de la tierra y de los recursos. Hay partidarios de la apertura económica a ultranza y de la competencia cerrera como única manera de regular las relaciones entre los asociados. Otros acogen políticamente al Estado con la capacidad de intervenir en la economía para procurar un equilibrio entre los distintos sectores que componen la comunidad. Así es como debe funcionar la política. La política en su verdadero sentido se ejerce en disputas democráticas y electorales para definir cuales conceptos son los que van a primar en la conducción pública. Ello requiere, ecuanimidad, reglas claras y estables, autoridades integérrimas que garanticen el respeto a la opinión mayoritaria del pueblo. Si no hay equilibrio, si se presentan abusos, si no hay igualdad para la confrontación civilizada, habrá guerra. Recordemos: “La guerra es la política por otros medios”. La política define los intereses en discordia. En la Asamblea General de la revolución francesa los monarquistas girondinos se ubicaban a la derecha y los revolucionarios jacobinos se colocaban a la izquierda del salón. Desde entonces se sabe que las derechas son conservaduristas, autoritarias, defensoras de los privilegios. Las izquierdas aman la libertad, lo incluyente, la equidad, un puesto para cada quien bajo el sol del mundo. En Colombia hay que hacer más política; no solo elecciones. Los Partidos políticos deben definir los intereses que defienden y hacer la disputa pública sin violencia, sin armas. Bienvenidos los conflictos dialécticos, razonados, con intervención de los ciudadanos. “Cada lora en su estaca”. Así debe ser la política. Esa es la verdadera paz.

Los apegos nos debilitan

Por: Marta Sáenz C. Soy asidua lectora de los libros de Jaime Jaramillo, y Volver a lo Básico, es uno de esos que he leído en varias ocasiones y que disfruto cada vez que lo leo. El libro contiene un capítulo especial relacionado con los apegos, que considero de vital importancia y que les voy a compartir a continuación. En él, el autor afirma que todo esfuerzo por tratar de aferrarnos a algo o a alguien nos debilita, nos hace sentir desgraciados, porque tarde o temprano desaparecerá. Apegarse a algo ilusorio, transitorio, o incontrolable es el origen del sufrimiento. Podemos perder fácilmente lo que hemos adquirido o creemos poseer, porque todo es efímero. Desde temprana edad nos enseñan a ser poseedores de cosas, poderosos, manipuladores, deseados, admirados o aprobados. Allí radican nuestras angustias y frustraciones. No lograr aquello que deseamos nos perturba y nos roba la felicidad, la paz interior, y el deseo se convierte en apego. El problema del apego es buscar infructuosamente la felicidad en un agente externo, sea en un objeto, una circunstancia o una persona, y al creer que lo encontramos y nos aferramos a él perdemos autonomía, libertad y paz interior. De ahí se deriva una gran desilusión y como consecuencia final la depresión. Cuando aceptamos el apego en nuestras vidas, depositamos nuestra felicidad en manos de otros. Ya no depende de nosotros ser felices y empezamos a vivir condicionados,  nuestras vidas se basan en tener y no ser, estamos siempre preocupados por lo que piensan los otros, no somos felices si no tenemos todo lo que deseamos, y no podemos ser felices si prescindimos de lo que ya tenemos. El apego es control y posesión. El apego se nutre del miedo y cuando este reina en nuestro corazón todo se ve distorsionado. El temor a perder la comodidad, el bienestar o el placer hace que nos engañemos y de paso nos sacrifiquemos para vivir en una supuesta armonía con una falsa ilusión de estabilidad es el causante de tantos malentendidos, acompañados de baja tolerancia y frustración. El verdadero problema no es querer, amar o desear; el problema radica en querer a toda costa, amar con dependencia y permanecer adheridos a eso que nos obsesiona. Es importante aprender a  vivir sin apegos, por ello cuando amas lo que haces y haces lo que amas, sientes pasión y amor por todo lo que realizas, disfrutando de tu paz interior que te inmuniza del virus del apego, te abres a experiencias totalmente diferentes y tu energía fluye  y se canaliza a otras direcciones. Ser posesivo y manipulador es muy diferente de ser independiente y desprendido, pero responsables con los seres queridos. Esto no significa que los vas abandonar o a despreciar; por el contrario, los vas a integrar, disfrutar y amar a plenitud, sin los condicionamientos y límites del ego. No centres tu atención en las cosas que no tienes, concéntrate y disfruta lo que tienes en este momento. Si aprendes hacerlo, confirmarás que es todo lo que necesitas para ser feliz. Si sabes que puedes  perder fácilmente tu bienestar, tu riqueza y tu pareja, lo disfrutarás mientras te dure, y dejarás todas las prevenciones. Disfruta del amor real que es espontáneo, osado, imprevisible y fluye libremente. Se autosuficiente, no seas cómodo, ni recostado; deja de jugar el papel de parásito y desprenderte de todas esas ataduras que no te dejan actuar espontánea y eficientemente para conseguir tus metas.  

El suicidio en los centros penitenciarios en Colombia… Bajo sospecha

Por: Luis Alfonso Fajardo Sánchez Ph.D Al estudiar la grave crisis penitenciaria y carcelaria que ya cumple más de cinco décadas en nuestro país, poco o ningún estudio se ha referido al creciente número de “suicidios” que ocurren en los centros penitenciarios y carcelarios. Es deber del Estado proteger la vida y la integridad de las personas que se encuentran bajo su custodia. Las personas privadas de la libertad son un grupo social en situación de altísimos niveles de vulnerabilidad. Existen una gran cantidad de procedimientos para la prevención de conductas suicidas, es obligación del Estado colombiano implementarlas y evaluar su eficacia. El INPEC ha avanzado en una normativa que recoge, en parte, estás técnicas, pero a pesar de este aspecto formal, existe poca sensibilidad hacía esta problemática dentro del personal de guardia y custodia así como entre los directores de los centros penitenciarios y carcelarios de Colombia Los suicidios son una realidad en todos los sistemas carcelarios. El hecho de internar a una persona en un medio cerrado del que no podrá salir por voluntad propia, con todas las consecuencias que esto supone, puede conllevar un fuerte impacto en su equilibrio mental y emocional (Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2011), además debemos tener en cuenta la realidad penitenciaria en Colombia donde las personas que ingresan a estos establecimientos son además re-victimizadas de muchas formas físicas y psicológicas por los otros internos más antiguos, los llamados “caciques o jefes de patio”. Independientemente de las circunstancias, todos los seres humanos tienen derechos, de los que no se les puede despojar sin justificación legal. Las personas detenidas o privadas de la libertad pierden de manera temporal por mandato legal el derecho a la libertad. (Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1998), lo cual no justifica que se vean limitados o pierdan sus demás derechos y en ningún caso, el derecho a la vida que el estado debe garantizarle al interno o recluso. Se señala por parte del INPEC que la mayoría de suicidios suceden por que las personas presentan enfermedades psiquiátricas. La sentencia del 23 de Abril de 2008, Radicación número: 15001-23-31-000-1994-04365-01(16186), C.P. Ruth Stella Correa Palacio, reconoce la incorrecta prestación del servicio a la salud, con la que cuentan los reclusos, genera diversos inconvenientes no solo a nivel físico y ambiental, sino “además puede verse comprometido su comportamiento psicológico, al vivir situaciones indignas y tratamientos injustos frente a su particular condición, provocando no solo una situación perjudicial personal sino también para la comunidad.” Así las cosas y de acuerdo con la variación y valoración de los hechos donde estuvo en peligro la vida de un recluso, en los diferentes centros penitenciarios y carcelarios del país, la Corte Constitucional y el Consejo de Estado en la evaluación de diferentes casos y situaciones controvertidas, han evidenciado algunas fallas y problemas frecuentes del modelo penitenciario actual en Colombia. No se detecta de manera oportuna de conductas suicidas: Falta de medidas médicas especializadas que a pesar de estar ordenadas por la Ley no se realizan en la práctica, Poca vigilancia y custodia a los reclusos: Como medida preventiva y cuidados especiales ante un diagnóstico de conducta suicida, Hacinamiento: Perdida de control efectivo sobre los reclusos. La construcción de las cárceles colombianas no permiten en monitoreo continuo y eficiente de la totalidad de las instalaciones donde se hayan los reclusos, lo que puede traer como consecuencia situaciones de violencia física y sexual, Insuficiente detección en el ingreso de armas, sustancias ilícitas y peligrosas: Problemas de control, situación que debe ser resuelta por que afecta la vida y la seguridad de los internos y reclusos más vulnerables, Ineptitud de investigaciones internas: Manejo de función de Investigación Judicial. De acuerdo con las cifras analizadas y presentadas por el INPEC y el Instituto Nacional de Medicina Legal, durante el período de tiempo correspondiente entre el año 2008 y el 2013, las tasas de suicidio en establecimientos carcelarios y penitenciarios del país sin distinción de causas o hechos fueron las siguientes: Los resultados de ambas instituciones, son impactantes desde el punto de vista que el suicidio de personas privadas de la libertad durante el 2008 y el 2013, en promedio representan cerca del 0,8% de la estadística nacional, cifras que por otra parte acreditan que la implementación de prácticas y técnicas de prevención, protección y atención, siguen ejecutándose sin la planeación y acción operativa correspondientes para controlar la situación dentro de los establecimientos de reclusión del país. Por otra parte, las cifras suministrados por el INPEC reportan un mayor número de suicidios, que las cifras emitidas por Medicina Legal, lo que podría representar una controversia respecto del análisis y verificación de las causas de muerte de los reclusos del país realizada por el INPEC. Es decir, el INPEC puede calificar, de acuerdo a lo establecido en sus análisis investigativos, la muerte de un recluso como un suicidio o una muerte violenta, situación similar en Medicina Legal, donde el perito forense, de acuerdo a los protocolos propios de esta institución, elabora el informe de análisis forense del cuerpo determinando la causa de muerte. En conclusión, las prácticas y análisis de las dos instituciones son incompatibles principalmente debido a que las causas y evidencias corporales de los cadáveres, representan diferentes conclusiones médicas lo cual no parece grave y podía tener explicaciones aún más graves. Finalmente, los resultados son presentados en una escala general, disposición que no permite evidenciar el número o las cifras de tentativas o diferentes formas de conductas suicidas que no han sido consumados, estos datos fueron solicitados al INPEC para realizar una evaluación, respecto de la efectividad de los procedimientos y planes de atención y prevención, en cuanto a la gestión y desarrollo, que podría generar un impacto positivo frente a los reclusos que en algún momento manifestaron un pensamiento o una conducta suicida, pero no fueron entregados por la entidad. Todo lo anterior nos podría llevar a la pregunta ¿existe en estas cifras del INPEC “falsos suicidios” u homicidios que se presentan como “suicidios”?