Credibilidad judicial. Rescate verdadero?

En la última década la Rama Judicial se ha visto envuelta injustamente por hechos bochornosos de ciertos miembros que han escandalizado a la opinión pública. Porque ciertamente tales hechos son comportamientos reprochables a sus responsables y no a la institución misma, tal como ha acontecido con el crucero turístico de la expresidente de la Corte Suprema, la implantación de la prueba giratoria de los expresidentes de la misma Corte y del Consejo Superior (afortunadamente cerrada por el Consejo de Estado), la utilización de vehículos del Estado por el hijo de un expresidente la misma Corporación, y la dilación judicial y electoral correspondiente al Consejo de Estado.   Sin embargo, el reciente escándalo del supuesto tráfico, favorecimiento y soborno al expresidente de la Corte Constitucional Dr. Jorge Pretel, ha sido el de mayor impacto en la opinión pública, porque ha sido de tal magnitud, que, al margen de la Carta Política, no solo ha provocado la petición de renuncia al magistrado por parte del Gobierno, los demás miembros de la Corporación y algunos miembros del Congreso, sino que también ha indignado a la misma sociedad. Más aún, dicho fenómeno ha dado lugar al bienvenido anuncio presidencial de una reforma que facilite la separación de estos funcionarios en casos como los mencionados, ojalá sin perturbación política o desestabilizadora del recto y pacífico ejercicio de la función judicial.   Pero como quiera que estos escándalos no solo afectan la imagen, sino también la credibilidad de la justicia y la democracia que sustenta, resulta extraño que el sector político, la opinión nacional y la de los medios de comunicación social, solamente se limiten a restaurar la imagen, y no hayan puesto en evidencia las causas que probablemente hayan propiciado dicho deterioro de la credibilidad judicial, de las cuales se destacan las deficiencias en el servicio y el sistema de selección y permanencia del recurso humano, así como la significativa politización de la justicia.   En efecto, la mayor degradación de la credibilidad de la administración de justicia ha descansado en la total desprotección del usuario, razón por la cual este último ha perdido gran parte de la credibilidad institucional, no solo por la falta de acceso, por la desconfianza o inoperancia, sino también por la falta o por la morosidad en la adopción y ejecución de las decisiones oportunas, que resuelvan definitivamente el asunto sometido a su consideración. Por ello, la mayor parte de la sociedad se pregunta: ¿Habrá compromiso del Estado para que haya justicia para todos, o solo para unos?   De igual manera, la opinión pública, la academia y el sector profesional observa que la forma de cómo se han venido integrando las listas para la elección de Magistrados de Altas Cortes no solo han alejado a reconocidos juristas de las distingas regiones, sino que también han propiciado un sistema semicerrado de miembros de la Rama Judicial con intereses burocráticos y salariales, mas no institucionales. Y lo mismo puede decirse del régimen de carrera judicial, que si bien ha cumplido cabalmente su función en la selección del personal idóneo para administrar justicia, también lo es que ha dejado de cumplir su misión, de permitir el acceso a nuevas generaciones, de hacer una evaluación por eficiencia y calidad y de garantizar la promoción y ascensos periódicos, teniendo en cuenta la pronta y cumplida justicia a lo que están obligados. Además, la inmovilidad de la carrera judicial se ha convertido en la vitalicidad de los funcionarios judiciales, con poco o ningún progreso personal y funcional. De allí que también surja este interrogante: ¿habrá compromiso del Estado para hacer digna a la Rama Judicial no solo en cuanto a sus miembros sino también en cuanto al servicio efectivo que debe prestar a la sociedad?   Así mismo, si bien en el proceso de reforma se ha reconocido el carácter perturbador de la intervención de las Altas Cortes y de los Tribunales en la integración de las ternas de procurador y contralores nacional, regionales y locales; en cambio se ha guardado silencio sobre la forma desacertada como ha venido interviniendo la clase política en la conformación de las Altas Cortes, especialmente en la Sala Jurisdiccional Disciplinaria y en la elección de los Magistrados de la Corte Constitucional, candidatizados por el Presiente de la República, y en el proyectado “Tribunal del Aforado”. Porque en estas participaciones también ha existido un criterio dominantemente político no solo en su selección y elección, sino también en el ejercicio de ciertas funciones judiciales, que, por esencia, debe ser imparcial y ajena a conveniencias políticas.   Por eso, es justificable la siguiente preocupación de la sociedad: ¿Habrá compromiso del Estado de subordinar la justicia a los intereses políticos o de mantenerla para la defensa de todos los intereses sociales, especialmente los más vulnerables?   Luego, la opinión pública ordenará si el rescate prometido es verdadero o nó.

A qué le apuesta el país en ciencia, Tecnología e innovación?: A la Dignidad Humana.

¿A QUÉ LE APUESTA EL PAÍS EN CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN?: A LA DIGNIDAD HUMANA Por: Arelys Cuesta Simanca   La Ciencia y la Tecnología no son fines en sí mismos. Son actividades que se justifican en razón de la utilidad que puedan prestar para resolver problemas e introducir mejoras que conduzcan a la Humanidad hacia los objetivos y sueños que han inspirado la búsqueda de un mundo mejor: La convivencia pacífica, la unión, la equidad, la solidaridad, la superación de la pobreza, la prosperidad, la dignidad humana. De ahí que los esfuerzos del Estado en materia de fomento y desarrollo de las actividades científicas y tecnológicas deben ser orientados hacia la consecución de sus fines, lo cual no niega que se creen condiciones en las cuales los particulares, en ejercicio de la libre búsqueda del conocimiento y de la libre iniciativa particular, destinen recursos y ejerzan tales actividades con fines distintos –no contrarios- a los del Estado. En un medio de recursos escasos, como lo son los recursos públicos del sector central para el desarrollo de actividades científicas y tecnológicas (un poco más de 430 mil millones de pesos por año, incluyendo gastos de funcionamiento), siendo incierto que desde el sector privado se destinen para ciencia y tecnología los tres billones doscientos mil millones de pesos previstos en el Plan de Inversiones contemplado en el proyecto de ley sobre el Plan Nacional de Desarrollo (P.L. No. 200 de 2015 Cámara), y siendo más inciertas aun las estimaciones de los recursos de ciencia y tecnología en el Sistema Nacional de Regalías; resulta imperioso priorizar los planes y programas que deben ser financiados en función del cumplimiento de las metas del plan de desarrollo y de los Proyectos Estratégicos de Interés Nacional. Los programas presidenciales de vivienda, agua e infraestructura y los proyectos estratégicos de interés nacional en materia de minería, energía e hidrocarburos, deberían tener respaldo, acompañamiento, soporte, fomento y desarrollo específicos y directos desde la institucionalidad del sector de ciencia, tecnología e innovación. En materia de vivienda podría importarse tecnología referente a nuevos materiales, diseños y técnicas de construcción que reducirían los costos y el tiempo de construcción. Al respecto resultan muy útiles los estudios e investigaciones reseñados en el artículo “Materiales, tecnologías y prototipos de viviendas de muy bajo coste” de Julián Salas Serrano y Pablo Díaz-Romeral”. Hoy en día se construyen casas y edificios enteros en menos de un día con impresoras 3D.   En materia de agua, la importación y masificación de la tecnología de purificación de agua Slingshot o la aplicación a escala del LIFESAVER BOTTLE y los desarrollos paralelos de este tipo de tecnologías deberían estar en la agenda institucional del país sobre fomento a la investigación.   A pesar de que la Ley 1715 de 2014 abrió una gran posibilidad al regular la integración de las energías renovables no convencionales al sistema energético nacional, adoptando, incluso, disposiciones sobre fomento a la investigación sobre fuentes no convencionales de energía, ello quedó condicionado “al marco de referencia que constituyan los sucesivos planes nacionales de desarrollo” (Art. 42), y lo cierto es que el proyecto de ley del Plan Nacional de Desarrollo guarda silencio en su articulado sobre el fomento de este tipo de investigación.   Continuará….II. A LA PAZ

¿De qué sirve ser malpensado?

*Marta Sáenz C Me llamo mucho la atención la expresión del exalcalde Antanas Mockus, en entrevista concedida a la Revista Semana, con ocasión del debate nacional relacionado con el contrato suscrito entre Corpovisionarios y el gobierno: » El mal pensamiento es el problema más grave del país». Existen personas que malpiensan de buena fe y uno debería tomarse eso con tranquilidad, pero cuando insisten con cizaña, uno empieza a sentirse mal, precisó. Lo anterior, me motivó a indagar sobre el malpensamieto, tema de esta columna. Mientras el criticón se fija en lo bien que le va a alguien de su entorno y desarrolla envidia, el Malpensado critica las supuestas equivocadas actuaciones del otro sin darse cuenta que lo único que hace es reflejar en esa persona su estado emocional. También se aplica a la persona que tienden a ver mala intención en la actitud de los demás. El malpensado piensa que está haciendo crítica y lo único que hace es reflejar en la persona su mal vivir,  incapacidad, y temores, y como se siente mal, escribe o expresa lo peor que puede en represalia del supuesto causante, sin darse cuenta que él es el causante de su sentir. Uno de los pilares sobre los cuales muchas personas construyen su vida consiste en pensar mal para acertar, es decir creer que las demás personas jamás tienen buenas intenciones y nunca actúan de forma desinteresada. ¿Qué hay detrás de las personas malpensadas? Se sienten incomprendidas, y esto les genera  recelo y desconfianza; suelen estar alerta de todo lo que los otros dicen o hacen, interpretando en ocasiones que alguien trama alguna cosa contra ellos. Usualmente terminan siendo sospechas infundadas, inseguridades, o juicios incorrectos. En otras ocasiones, estas personalidades pueden mostrar ciertas reservas o están a la defensiva y raras veces parecen estar relajados junto a otras personas. En lo cotidiano resulta complicado convivir con este tipo de personas. A manera de ejemplo, si le haces un regalo creen que escondes algo, has hecho algo malo, o quieres algo a cambio, y así será siempre con cualquier cosa que digas o hagas. La mejor opción es tomar distancia de estas personas de nuestra vida, sean quien sean, familiares, amigos, o pareja. Sabemos que no es la opción más fácil, pero es la que mejor salud mental te dará en el futuro. Personas malpensadas siempre ha habido y siempre las habrá, y todos estamos expuestos al peligro de ser malpensados y ver malas intenciones y sentimientos donde no los hay. Los mal pensantes de nuestro alrededor no podemos expulsarlos de nuestra vida tan fácilmente, porque a menudo forman parte inevitable de ella, pero no debemos dejarnos influenciar o torturar por sus proyecciones, comentarios, y pensamientos, es mucho mejor aprender a hacerles frente, a ser un poco más impermeables respecto a ellos y mantener una sana y saludable distancia . Para ser una persona sana y positiva; y no malpensada, no es necesario ver la vida de color de rosa. Basta con que afrontemos la vida de frente, centrándonos en las soluciones a los problemas, más que en los aspectos alarmantes o dificultosos. Si afrontas los problemas de forma resolutiva, experimentaras una sensación de bienestar.