POR: GERMÁN ARCHILA
@germancho101
Un jueves santo del 2014, como no podía ser de otra manera, el mismo día que murió Úrsula Iguaran en Macondo, dejó este mundo el nobel colombiano Gabriel García Márquez, cuenta la leyenda que el día de su muerte en ARACATACA llovió después de meses, en Ciudad de México tembló y la tristeza se apodero del Coronel Buendía.
Para conmemorar un año de la muerte del escritor, la Feria Internacional del Libro de Bogotá decidió que Macondo, ese país donde se inventaban cosas, donde un virus hacía olvidar las cosas de sus habitantes, donde Remedios subió el cielo rodeada de mariposas, fuera el invitado especial durante los días que la capital colombiana le dedica a la literatura, para esto se creó un pabellón especial con el nombre del lugar que recreo García Márquez en Cien Años de Soledad.
El Pabellón que concentró miles de visitantes cada día, mostraba la historia de Macondo, los diferentes inventos, fragmentos de frases del libro, así como la recorrida por la historia familiar y laboral de GABO, en el centro una réplica de la gallera del pueblo donde cada hora se hacían diferentes conversatorios sobre este país de la imaginación de García Márquez, así como de su vida personal.
Al finalizar el recorrido una tienda de recuerdos donde se podía comprar los libros del nobel, en este espacio se encontraban exhibidos diferentes ediciones de Cien Años de Soledad, versiones en chino, francés, ruso, adornaban la vitrina y demostraban la repercusión que tubo esta obra a nivel mundial, entre los libros que exhibían se encontraba una primera edición del libro lanzado en 1967 por la Editorial Argentina Sudamericana.
Como aquellas cosas impensadas que pasaban en Macondo, el domingo 3 de mayo los colombianos nos enteramos que esta copia había sido robada durante la exhibición, un golpe duro, que durante un evento dedicado a enaltecer a nuestro único premio nobel de literatura, sea robado uno de sus libros.
El libro pertenecía a Álvaro Castillo coleccionista que tiene varios libros en primera edición y que los prestaba para exhibirlos en el homenaje al escritor, y había sido firmado por García Márquez en 2007 con una dedicatoria que decía “Para Álvaro Castillo el librovejero como ayer y como siempre, su amigo Gabriel”.
Sin duda son cosas inverosímiles que pasan en Colombia, pero la reacción ha sido igual de macondiana que el hecho de hurtar el libro, la fiscalía ha decidido emprender una exhaustiva investigación para dar con los culpables, que en este momento no se tiene ninguna pista, y podría acarrearles una condena de hasta 21 años por el robo de la edición.
Varios medios internacionales han hecho eco a la noticia del robo del libro, la indignación de la gente en redes sociales también se ha hecho notar, pero las autoridades han decidido darle una trascendencia inusitada, se habla que el libro es un patrimonio histórico y cultural del país, algo que ciertamente es muy difícil de creer, cuando de la primera edición de Cien Años de Soledad existen 8.000 copias que andan rodando por todo el mundo, la edición fue encontrada en Montevideo por Castillo, el valor sentimental para el dueño es incalculable, pero la verdad solo es un libro más..
Lo que parece macondiano es que se pida 21 años por el robo de un libro, mientras los Nule fueron condenados a 14 años, Ernesto Báez paramilitar reconocido está a punto de recuperar su libertad luego de 10 años, cuando es acusado de más de 2.000 delitos entre ellos muchos de lesa humanidad.
Cuando hay estas reacciones mediáticas donde una noticia de impacto es tomada a la ligera y se sale a los medios a pedir medidas y condenas que son exageradas, no hay equidad de conceptos y se pierde la credibilidad de la justicia entre los ciudadanos y nos conduce a no estar tan alejados de las historias del Coronel Buendía y su familia.
Al final el libro fue encontrado por la policía en el centro de Bogotá, y los rumores dicen que se iba vender en 120 millones de pesos, una cifra igual de macondiana a la historia del robo.