¿Ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón?

Por: Ana María Jiménez Triana Dice un adagio popular que ladrón que roba ladrón tiene 100 años de perdón, entonces, según ese silogismo, ¿cuántos siglos de perdón merece el homicida que mata a otro homicida?, o ¿el asesino que ultima a un ladrón? Muchos de los actos delictivos que se cometen en nuestro país generan indignación y hacen que la sociedad clame por una respuesta estatal drástica donde se favorezcan penas estrictas como la cadena perpetua y la pena de muerte. Estas propuestas afectan la coherencia del sistema punitivo colombiano con el estatuto superior, y no están respaldadas en análisis que demuestren réditos adicionales en la contención del delito. Se trata de medidas que sacrifican caros principios humanistas que deben prevalecer en un Estado de derecho en pro de inciertos beneficios en la prevención de la criminalidad En la Constitución colombiana está proscrita la pena de muerte, ese avance democrático tiene asidero en la perspectiva antropocéntrica de la Carta Magna, en la cual se establece como una de sus máximas la dignidad humana. En tal sentido, el retribucionismo rígido en el que se sustenta la pena capital, deviene incompatible con los postulados constitucionales y con los compromisos internacionales adquiridos por Colombia, ya que desconoce la dignidad y la condición de persona del sancionado. Por otra parte, la prisión perpetua, tan popular en tiempos recientes, desdeña el fin primordial de la pena privativa de la libertad que es la resocialización, además se apoya en la ligera afirmación de que los malos siempre serán malos y de seguro repiten sus comportamientos siniestros cada tanto, como si un chip de la perversión o de la bondad naciera y creciera con cada individuo. Bajo estos supuestos, la prisión perpetua cumpliría la entrañable labor de alejar de la sociedad a los engendros malignos habituados al mal y que nunca cambiaran pues no tienen remedio. Las penas drásticas tienen una tercera vertiente en una sociedad que desea sangre y que busca deshacerse de los delincuentes al mejor estilo de Charles Lynch. Se trata de turbas enfurecidas que basadas en sus propios conceptos de justicia material y sugiriendo que existe inactividad o condescendencia de la administración de justicia, deciden que la suerte de un presunto criminal peligroso se encuentra a su arbitrio. Los nuevos precursores de la justicia, creada a partir de episodios delictivos, desplazan al Estado en el monopolio de la fuerza, hasta que su loable función de apartar a la sociedad del crimen, es truncada – seguramente – por cómplices de las fechorías de los maleantes, quienes aduciendo defender   el debido proceso, la presunción de inocencia o conceptos vagos como los derechos humanos impiden que se sacie su sed de venganza. Sin lugar a dudas la impunidad conlleva a que afloren deseos retaliativos, además, existen sesgos que exacerban la cada vez más común presunción de culpabilidad, sin embargo, la sociedad debe indagar si el camino correcto para contrarrestar la percepción de injusticia es revivir los conceptos medievales de justicia privada, justicia comunitaria o venganza , o si el sistema de justicia que tildamos de anacrónico y deficiente mejorará con reformas que la doten de mecanismos punitivos más severos como la prisión a perpetuidad, pero es necesario que lo hagamos concibiendo al detractor de la ley penal como un ser humano. Para muchos solo parecen emerger dudas respecto a la severidad de las penas cuando la persona sometida al escarnio es alguien de sus afectos, o a quien perciben incapaz de desviarse de las sendas del bien. Lo anterior ocurre porque es más sencillo y por lo tanto más frecuente ponerse en el lugar de las víctimas que de los posibles delincuentes, y viéndolos como seres de otro mundo resulta habitual socavar su presunción de inocencia, los derechos que emanan de su condición de humano y desear que surta efecto inmediato una amañada ley del talión, como si la venganza que proviene del Estado o de turbas iracundas fuera un acto de heroísmo.    

¿Ser Exitosos o Felices?

Por: Marta Sáenz C Gracias a la gestión del Club Rotario y a la invitación que me hizo un amigo, tuve la oportunidad de escuchar la conferencia de la doctora María Clara Villegas, autora de su libro: La Gente Feliz es más exitosa; quien enfatiza su conversatorio en que la mayoría de las personas creen que el éxito se centra básicamente en adquirir conocimientos y habilidades, cuando en realidad está centrado en las actitudes y aptitudes, porque la felicidad se fundamenta en hacer lo que nos gusta y satisface. Nos venden la idea desde temprana edad que la felicidad es una consecuencia de este mal entendido éxito, cuando es totalmente al contrario. Si eso fuera verdad todos los exitosos serian felices, y existen muchas personas exitosas que no lo son. La conferencista define la felicidad como un sentimiento de plenitud que sale del alma, de paz con uno mismo y con los demás. Es darse la posibilidad diaria de disfrutarse a uno mismo siendo la persona que yo quiero ser, y no lo que una sociedad, los padres, una religión mal entendida y en general un entorno han querido hacer de mí. Es una certeza de bienaventuranza y buena fortuna que genera paz, serenidad y tranquilidad. Para ser feliz se requiere saber y comprobar por uno mismo, que existen dos mundos en los cuales podemos vivir los seres humanos: el mundo del ego y el mundo de la autoestima, es cuestión de decidir. Vivir en el mundo del ego significa valorarse únicamente por lo que se hace y tiene; se vive en función del reconocimiento de los demás y en función del «hay que» y el «toca”. Es el mundo en donde uno actúa como si fuera un libreto, que estamos memorizando desde el día en que nacimos, en boca de nuestros papas, la publicidad y los medios. Para ser feliz es indispensable salirse del libreto, porque generalmente depende de factores externos sobre los cuales no podemos decidir. Trabajar por alcanzar las metas del libreto nos genera adrenalina porque hay sensación de logro increíble, pero al llegar a la meta se acaba el reto. El libreto es un listado de hay que y toca, acompañado de la necesidad de creerlo como cierto porque, de lo contrario, no habría acceso a ese éxito del que tanto nos hablan. Cuál es el libreto que nos venden y que todos compramos: tienes que ser profesional, porque si no lo logras no eres nadie. Tienes que casarte, es el segundo logro, ya casados tienes que tener hijos, y ojala la parejita, luego había que tener carro, casa y finalmente una finca. El libreto no es bueno ni malo es si mismo, pero si se convierte en un parámetro de decisión para la vida. El otro mundo que un ser humano puede elegir vivir, es el mundo de la «autoestima», aquel en donde entendemos que todo lo que hacemos y tenemos es el medio para ser la persona que queremos ser. En este mundo se vive la experiencia de ser uno mismo y no lo que un tercero quiere hacer de nosotros. El que está en este mundo no juega para llegar de primero, juega buscando gozarse el juego porque lo entiende como la vivencia de una experiencia agradable, disfrutando de cada momento del camino. Para finalizar la consultora nos invita a bajarnos del libreto y a dedicarnos a ser gente, por el puro placer que produce. Reitera que más bien trabajemos duro para alcanzar este mundo de certezas y salirnos de las creencias del ego y ser el medio para que otro ser humano realice sus sueños.  

Carta a una sombra… Una historia que no termina

Por: Luis Alfonso Fajardo Sánchez Ph.D En días pasados se estrenó en las salas de cine colombinas, luego de su éxito en el Festival de Cine de Cartagena, la película documental Carta a un Fantasma,   dirigida por Daniela Abad y Miguel Salazar, quienes llevan a la gran pantalla   momentos de la obra de Héctor Abad Facio Lince “El Olvido que seremos” sobre el contexto en el cual ocurre la muerte de su padre, el medico defensor de derechos humanos Héctor Abad Gómez, el 25 de Agosto de 1987 en la ciudad de Medellín. Es una película intimista, familiar y testimonial que nos recuerda con crudeza, pero sin ánimo de retaliación, un periodo de gran violencia de diferentes sectores políticos, religiosos y militares contra los líderes sociales y los defensores de derechos humanos. El excomandante paramilitar Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, ha asegurado reiteradamente que Carlos Castaño, el desaparecido jefe de las Autodefensas, fue el determinador del asesinato del médico y humanista Héctor Abad Gómez. El homicidio, se ordenó, según las versiones libres de Murillo, porque el médico “hacía denuncias que afectaban a las Fuerzas Armadas, haciéndole el juego al Epl. Por eso, Carlos tomó la decisión de ejecutarlo”. En 2014, después de 27 años, la Fiscalía General de la Nación declaraba su asesinato como de lesa humanidad (a manos de los paramilitares). Pero aún no hay condenados por este crimen. Pero la película también muestra el análisis del contexto, con testimonios del recientemente fallecido, Ex – Magistrado de la Corte Constitucional colombiana, Carlos Gaviria Díaz, en el cual señala como decenas de líderes sociales, estudiantiles y defensores de derechos humanos, no solo antioqueños sino de todo el país, fueron víctimas de la más dura represión por defender sus ideas, por luchar por las reivindicaciones sociales y estar al lado de los sectores más vulnerables de la sociedad colombiana. Miles de víctimas han escrito cartas a las sombras, de sus seres queridos: sindicalistas, líderes comunales, autoridades indígenas, afro descendientes, estudiantes, docentes, abogados, miles de cartas escritas desde la impunidad, el dolor y el miedo. Algunas personas opinaron que los hechos que muestra el documental son épocas ya superadas en nuestro país, pero las cifras demuestran lo contrario. La represión de los años 80’s y 90’s aún no termina, todavía se escriben cartas a miles de personas desaparecidas, amenazadas, torturadas, asesinadas. El Programa Somos Defensores, una coalición de Organización de Derechos Humanos que se creó En 1997, luego de los asesinatos de los defensores de derechos humanos, Mario Calderón y Elsa Alvarado, reporto en su Informe 2014 “señalan el incremento inverosímil del 170% de la violencia contra líderes, defensores y defensoras de los DD.HH. y dentro de estas agresiones, un incremento del 234% en las amenazas” Señala que entre enero y julio de 2014 sucedieron 194 agresiones a defensores de derechos humanos en el país, entre ellos 30 asesinatos y 29 atentados. Señala el Informe que en este periodo se realizaron por parte del Estado 18 detenciones arbitrarias. “Una situación preocupante es que 3 de los defensores de derechos humanos asesinados en este semestre, contaban con medidas de protección vigentes proporcionadas por la UNP o la Policía Nacional y fueron asesinados a pesar de tener dichas medidas”[1] Asistimos en la primera semana del mes de julio de 2015, a una clara evidencia de que la situación para quienes defienden los derechos humanos no ha cambiado mucho desde los tiempos de la muerte del médico Héctor Abab Gómez, en hechos, que aún no son motivo de investigación, 15 personas entre estudiantes, líderes sociales y defensores de derechos humanos fueron detenidos y señalados de cometer actos de terrorismo ocurridos en Bogotá en años anteriores. El asesor de la oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Guillermo Fernández Maldonado, señaló que “en la lista de capturados hay varios líderes de organizaciones defensoras de DD. HH., de la mujeres, activistas y comunicadores, y como en otros casos el llamado es a que se garantice el debido proceso” «Estas personas fueron capturadas, pero son sindicadas, no hay decisiones judiciales que las declaren culpables y así han sido presentadas, lo que vulnera los derechos que tiene cualquier sindicado», señaló Fernández, quien además agregó que de la misma forma los medios de comunicación usaron fotos de Facebook y de otras redes de algunas de las personas capturadas mostrándolos como culpables, sin que haya surtido efecto el proceso judicial.[2] Mucho ha cambiado el país desde el asesinato del médico Héctor Abad Gómez, sin embargo, defender los derechos humanos en Colombia sigue siendo una profesión de alto riesgo.   [1] Tomado de http://somosdefensores.org/index.php/en/publicaciones/informes-siaddhh   [2] Tomado de http://www.eltiempo.com/bogota/explosiones-en-bogota-onu-pide-debido-proceso-a-capturados/16066276