La Tercera República Liberal
Horacio Serpa En la población de Rionegro, Antioquia, en 1863, se reunió la Asamblea Constituyente que expidió la Constitución más democrática, liberal y social de que se tenga noticias. “Es una Constitución para Ángeles”, dijo el gran poeta nicaragüense Rubén Darío. Los Constituyentes de la época, laicos, federalistas, patriotas hasta el sacrifico y Radicales, dieron nacimiento a la Primera República Liberal que duró hasta cuando Núñez, mañoso y calculador, promulgó la Constitución conservadora y centralista de 1886. Después de 44 años de hegemonía azul, derrotados los conservadores por la candidatura de Enrique Olaya Herrera, liberal de “extremo centro”, se dio comienzo en el siguiente período presidencial de Alfonso López Pumarejo al gobierno de “la revolución en marcha”, durante el cual, en 1936, se aprobó una reforma constitucional de profundos cambios en la concepción de lo económico, lo laboral y lo social. Al fecundo período transcurrido entre 1930 y 1946 se le llamó la Segunda República Liberal. Han transcurrido 70 años de diferentes violencias enmarcadas en la misma desigualdad y en los mismos precarios conceptos democráticos que mantienen al país atrapado en un esquema estático que “ni raja, ni presta el hacha”. En la pobreza, en la violencia, en los hambrientos, en los ignorantes, en los desocupados, en los perseguidos y desplazados de todo este largo período, las víctimas han sido las mismas así los rostros hubieran sido diferentes. Ahora que hablamos de paz, las cosas se quieren cambiar. ¡Enhorabuena! Pero, ¿se podrán hacer reformas de verdad sin política y sin partidos? No lo creo. Es con la política, con los Partidos, con las y los políticos, que se pueden producir los cambios institucionales y renovar el concepto del poder público, del modelo económico de desarrollo, de los criterios del ordenamiento territorial, de los principios de la seguridad, de la doctrina de las Fuerzas Armadas, del fundamento de la educación, del sistema de seguridad social y de los compromisos con la sociedad rural, entre otros. Desde luego, hablo de buena política, de buenos Partidos y de buenos políticos. Los Partidos deben volver a emular, a competir por el favor ciudadano, a luchar con independencia, con conceptos propios, con programas diversos, con filosofía y conceptos ideológicos que los distingan, para que el pueblo, en democracia, con garantías, decida la forma y el compromiso de gobierno que prefieran. Esa es la democracia. Cada Colectividad política hará lo suyo. El liberalismo debe procurar su propia opción, sin sectarismos, pero con decisión, buscando el bien general a lo rojo. No es para excluir ni para perseguir, es para gobernar con los criterios altruistas, libertarios, democráticos, progresistas, realizadores que encierra el Partido Liberal en su ideología, en sus programa, en su trayectoria, en sus gratos propósitos de bienestar y de oportunidades para todos. Hay que ganar en las elecciones de Octubre, para sentar las bases de la Tercera República Liberal, que debe comenzar en 2018 con una candidatura victoriosa a la Presidencia de la República.
La tristeza
*Marta Sáenz Correa Luego de disfrutar la película intensamente, en la que se ratifica la importancia de las emociones para enfrentar las situaciones cotidianas de la vida, decidí indagar sobre la tristeza; la responsable de generar emociones y sentimientos que asociamos a conceptos negativos y debilidad. Sin embargo, las emociones, aun cuando las consideremos negativas, son las que nos ayudan a relacionarnos y adaptarnos al mundo que nos rodea. Hemos aprendido equivocadamente que lo importante es sentirse siempre bien. Esta idea nos lleva a tratar de evitar a toda costa lo que llamamos emociones negativas; negándolas, anestesiándonos con alcohol, drogas o evitando enfrentarnos a la realidad a través de cualquier tipo de adicción, llámese comida, deporte, trabajo, compras, sexo, o buscando actividades peligrosas que nos generen descarga de adrenalina. La tristeza es una emoción útil que nos permite hacer un balance de lo que está sucediendo en nuestra vida, nos lleva a analizar aquello que hemos hecho bien y a buscar en que hemos fallado, impulsándonos a tomar decisiones importantes. Cuando estamos tristes nos encontramos en el punto óptimo para evaluar la situación actual y tomar medidas necesarias para mejorarla. De haber continuado siendo entusiastas y jubilosos probablemente hubiéramos seguido ciegamente haciendo las cosas que solíamos hacer. Renny Yagosesk en su libro El mensaje de los Sabios nos enseña la importancia de permitir que la tristeza nos invada, de utilizar los momentos de bajón para escuchar nuestro silencio y meditar para luego coger impulso y seguir el camino. Toda emoción es necesaria y conveniente, y la tristeza ayuda a detenerte a pensar y a alejarte de todo lo mundano. Reconócela, no la confines a un espacio muerto, no la encierres bajo llave, no permitas que te entierre, no la disfraces con mentiras piadosas. Comprender que no hay nada malo en sentirse triste o frustrado, puede ser una gran lección, sencillamente porque no se puede ser feliz el cien por ciento del tiempo. Para finalizar, es importante no confundir la tristeza con la depresión. La tristeza es parte de la vida, no la podemos evitar, pero podemos manejarla para disminuirla o eliminarla. Es una sensación de decaimiento de nuestro estado de ánimo, un sentimiento de vacío resultado de una herida o de una perdida de cualquier tipo; por lo general la persona está consciente de su causa, y la termina cuando soluciona su situación. La depresión por su parte, es una enfermedad que no siempre tiene una causa identificable, puede estar relacionada con aspectos biológicos, hereditarios, de personalidad, y ambientales, que puede requerir el consumo de medicamentos y genera sentimientos de desamparo, desesperación y desánimo para enfrentar la vida.
Obras inconclusas. Molestia o corrupción
Por: Javier Porto Estamos a 45 días de elegir el reemplazo del alcalde Dionisio Vélez Trujillo. Se ha quedado en el tintero la ejecución el mega proyecto de Transcaribe, el cual después de 11 años ha tenido todos los altibajos. Pues, se trató de una contratación no solo demasiado “torcida”, sino también incumplida por parte de los contratistas, pues sus diseños y su planificación han quedado totalmente “al garete”. Sus efectos nocivos lo han padecido los ciudadanos de una manera heroica, como lo ha sido siempre Cartagena de Indias. Pués, la movilidad se encuentra reducida a 10 kilómetros/hora, los vehículos se movilizan como dicen “a 20Kmt y en primera”, debido a la realización de obras de reparación de placas sin planeación alguna y a la no puesta en marcha de manera adecuada de los proyectos de malla vial. Estos atrasos no solo afectan la movilidad, sino que han causado grave perjuicio económico a muchos comerciantes y empresarios de la ciudad. En otras partes del mundo, ya los ciudadanos hubieran protestado de manera airosa ante tanto desatino. Al respecto, han pasado más de cinco alcaldes con promesas a los votantes en las ruedas de prensas, diciendo que las obras estarían listas el mes entrante… o el año venidero… y la verdad está a la vista de todos los ciudadanos: Una obra inconclusa más. Y eso sin mencionar las otras obras inconclusas del Túnel de Crespo, mercado de Santa Rita, los hospitales y colegios distritales. Sin embargo, la ciudadanía no debe olvidar que para la iniciación y conclusión se han desembolsado los dineros y nada que arrancan o concluyen las obras. El lema en el Distrito es el de que “las incomodidades pasan y las obras quedan”. Pero el lema de ahora que deberían dar los candidatos es aquel que responda al siguiente interrogante: Será que las obras continuarán inconclusas para incrementar el detrimento del patrimonio del Distrito y/o lo serán para dar oportunidad a la continuidad de la corrupción en la contratación? Que responderán los candidatos, cuáles serán sus lemas en la materia? Además, en estos momentos en que se avecinan las elecciones locales, el escenario de dicha campaña se encuentra lamentablemente adornado, una vez más, con desbordada politiquería, con descarada compra y venta de votos, con aspirantes carentes de experiencia pero con inusitada ambición por la cosa pública y no por el servicio público, pues de estos nada se conoce. Así visto todo el futuro devela una Cartagena vetusta, como lo diría el poeta el Tuerto López y más ahora en que nos encontramos ante tantos desatinos o perplejidades, sobre si las relaciones con la Habana, Nicaragua, Venezuela, Panamá son útiles o no para el proceso de paz en Colombia. Puesto que tal desacierto o incertidumbre no ha hecho sino distraer o alejar la atención de la campaña electoral de los verdaderos problemas, soluciones y transparencia que debe tener el futuro gobierno distrital. Por esta razón, dicha campaña electoral, ha sido aprovechada por los politiqueros y por los mercaderes y financiadores electorales para imponer sus candidatos de intereses. Sin embargo, la diplomacia colombiana tendrá que jugar unas cartas de gran envergadura y salir de este atolladero con el peligro de que Cartagena, como destino turístico suramericano por excelencia, pierda su posición estratégica, auspiciada también por sus malos servicios.
Defensa Pública Humanitaria de los Pueblos
Concordante con los principios expuestos de la sección “nosotros” de esta página, este observatorio social y humanístico, no puede sino resaltar la divulgación que en estas semanas han hecho los medios de comunicación mundiales y americanos. Porque cuando los primeros han divulgado las migraciones del África hacia Europa, no hacen sino dar a conocer, por los menos, a occidente, la crisis que agobia a ciertos regímenes políticos y confesiones religiosas (especialmente la que reclama el auto denominado Estado Islámico) las defensas de sus pueblos y su progreso, con la indiferencia o tolerancia de la dirigencia y las organizaciones mundiales. Lo mismo ha ocurrido, en esta ocasión, con la divulgación que se ha hecho en el continente americano de la “tragedia humanitaria” que sufren los miles de colombianos expulsados y deportados bajo la orden y responsabilidad del Gobierno de Maduro en Venezuela, como pública e insolentemente ha sido reconocida por el mismo. Porque se ha tratado de una divulgación valerosa de los medios colombianos y extranjeros, que, de un lado, han dado a conocer al pueblo Venezolano las acciones inhumanas del Presidente Maduro, ocultadas por los medios de comunicación Venezolanos, que se encuentran bajo su control; y porque, del otro, al divulgar el rechazo de la OEA a la convocatoria de Cancilleres, también han puesto en evidencia no solo la prevalencia de intereses de conveniencia política internacional, sobre la dignidad y los intereses de la propia humanidad continental, sino también la debilidad y, más bien, la inoperancia en esta materia de “la actual diplomacia de la Organización de Estados Americanos (OEA)”. Sin embargo, también debe reconocerse en dichos medios de comunicación la firmeza en el cumplimiento de su deber y su responsabilidad de informar y de facilitar la expresión de los pensamientos y las opiniones que libremente se han expuesto sobre la materia.- Todo ello para que ambos pueblos, el Venezolano y el Colombiano, no solo reclamen de sus gobiernos la solución oportuna de su drama humanitario, sino que exijan respeto a la fraternidad que los une como pueblos hermanos, y respeto al derecho inalienable a la unidad a que tienen las numerosas familias colombo-venezolanas que integran la frontera de Colombia y Venezuela. Pues, la defensa de los derechos humanos que tienen los pueblos, especialmente los fronterizos, a relacionarse o integrarse y a establecer relaciones pacíficas familiares, fraternales o simplemente armónicas, así como la defensa de las libertades públicas, de la democracia, del bienestar y del progreso de los mismos, están por encima de los gobiernos, cualquiera que sea su nacionalidad, su clase, sus diferencias, sus intereses políticos, económicos y su imagen. Por lo tanto, si bien la prudencia de la diplomacia internacional recomienda la no injerencia en otros gobiernos, también lo es que la solidaridad humanitaria autoriza la defensa de la dignidad de los pueblos.