Por: Javier Porto
Estamos a 45 días de elegir el reemplazo del alcalde Dionisio Vélez Trujillo. Se ha quedado en el tintero la ejecución el mega proyecto de Transcaribe, el cual después de 11 años ha tenido todos los altibajos.
Pues, se trató de una contratación no solo demasiado “torcida”, sino también incumplida por parte de los contratistas, pues sus diseños y su planificación han quedado totalmente “al garete”. Sus efectos nocivos lo han padecido los ciudadanos de una manera heroica, como lo ha sido siempre Cartagena de Indias. Pués, la movilidad se encuentra reducida a 10 kilómetros/hora, los vehículos se movilizan como dicen “a 20Kmt y en primera”, debido a la realización de obras de reparación de placas sin planeación alguna y a la no puesta en marcha de manera adecuada de los proyectos de malla vial. Estos atrasos no solo afectan la movilidad, sino que han causado grave perjuicio económico a muchos comerciantes y empresarios de la ciudad. En otras partes del mundo, ya los ciudadanos hubieran protestado de manera airosa ante tanto desatino.
Al respecto, han pasado más de cinco alcaldes con promesas a los votantes en las ruedas de prensas, diciendo que las obras estarían listas el mes entrante… o el año venidero… y la verdad está a la vista de todos los ciudadanos: Una obra inconclusa más. Y eso sin mencionar las otras obras inconclusas del Túnel de Crespo, mercado de Santa Rita, los hospitales y colegios distritales.
Sin embargo, la ciudadanía no debe olvidar que para la iniciación y conclusión se han desembolsado los dineros y nada que arrancan o concluyen las obras. El lema en el Distrito es el de que “las incomodidades pasan y las obras quedan”. Pero el lema de ahora que deberían dar los candidatos es aquel que responda al siguiente interrogante: Será que las obras continuarán inconclusas para incrementar el detrimento del patrimonio del Distrito y/o lo serán para dar oportunidad a la continuidad de la corrupción en la contratación? Que responderán los candidatos, cuáles serán sus lemas en la materia?
Además, en estos momentos en que se avecinan las elecciones locales, el escenario de dicha campaña se encuentra lamentablemente adornado, una vez más, con desbordada politiquería, con descarada compra y venta de votos, con aspirantes carentes de experiencia pero con inusitada ambición por la cosa pública y no por el servicio público, pues de estos nada se conoce. Así visto todo el futuro devela una Cartagena vetusta, como lo diría el poeta el Tuerto López y más ahora en que nos encontramos ante tantos desatinos o perplejidades, sobre si las relaciones con la Habana, Nicaragua, Venezuela, Panamá son útiles o no para el proceso de paz en Colombia. Puesto que tal desacierto o incertidumbre no ha hecho sino distraer o alejar la atención de la campaña electoral de los verdaderos problemas, soluciones y transparencia que debe tener el futuro gobierno distrital.
Por esta razón, dicha campaña electoral, ha sido aprovechada por los politiqueros y por los mercaderes y financiadores electorales para imponer sus candidatos de intereses.
Sin embargo, la diplomacia colombiana tendrá que jugar unas cartas de gran envergadura y salir de este atolladero con el peligro de que Cartagena, como destino turístico suramericano por excelencia, pierda su posición estratégica, auspiciada también por sus malos servicios.