El panorama de América Latina muestra, cómo algunas corrientes ideológicas la ataban, comienza a cambiar. Porque pretendían sostenerse indefinidamente a pesar de existir dificultades políticas, económicas, laborales, alimenticias y de poder adquisitivo. Ello lo muestra la Argentina, el Brasil, Venezuela, Ecuador, Nicaragua, etc. donde en aquel ha habido cambio, y también pronostica que igualmente se presente en Venezuela.
Sin embargo, ante tal escenario, si bien algunos critican su continuidad y otros propugnan por su permanencia, lo cierto es que, a los ojos de la población, tanto unos como otros, lo que se disputan es el disfrute de la burocracia y el favorecimiento de sus sectores, detrás de los cuales van los otros como ánimo de aprovechamiento fácil o de corrupción.
Pero nuestras sociedades parecen ir entendiendo que tales hechos o confrontaciones políticas, si bien lo hacen siempre en su nombre, como “representantes del pueblo”, en muy pocas ocasiones se les atiende efectivamente, creando ellas una actitud de indiferencia y, más aún, de desencanto y abandono público.
Y ello parece obedecer a que el Estado se ha apropiado de “lo público”, cuando esto es de propiedad de la sociedad entera; y a que el Estado también se ha apoderado de la “bendita democracia”, cuando le pertenece a aquella. Y ello parece explicar que mientras para los políticos la democracia es una mera forma de gobierno, para la sociedad es, además de ello, un cúmulo de cosas, donde se resaltan las libertades públicas, los derechos humanos, la convivencia pacífica, la honestidad y el compromiso social de los dirigentes públicos y privados, así como la satisfacción de las necesidades básicas y la de ampliación y mejoramiento de la calidad de vida de sus miembros con salud, educación, derecho al trabajo u ocupación y progreso social.
De allí que nuestras sociedades puedan reclamar de sus dirigentes “una democracia social mínima” en la cual se comprometan todos sus dirigentes, con “el progreso básico”, sin perjuicio de que la “democracia mayor”, es decir, de mejor progreso, sea disputada de acuerdo con las corrientes ideológicas.