*Marta Sáenz Correa
Alegrarse por los tropiezos que le suceden a nuestros adversarios políticos en su salud, entorno familiar o político de verdad que da tristeza; nos estamos convirtiendo en seres mezquinos. Ante la felicidad y celebración de algunos dirigentes por las dificultades que otros atraviesan, dedicaremos estas líneas a la palabra Mezquindad.
Según el diccionario, mezquino significa ser despreciable, carecer de sentimientos nobles, de generosidad y dignidad; es una persona ruin, canalla, codiciosa; es el que necesita lo que no tiene para dejar de sentirse diminuto; y, es el que se niega a dar porque todo lo quiere para él.
La mezquindad se produce cuando nos creemos tan importantes que no hay espacios para los otros; cuando no podemos ver mas allá de nuestras narices; y cuando nos imaginamos tan maravillosos que no concebimos otra posibilidad que no sea poseer lo deseado, es entonces cuando la vanidad, la miseria y la estupidez nos vuelven mezquinos.
Luego de conocer el significado de lo que implica la palabra mezquindad, considero que el compromiso de todos debe ser lograr que nuestros niños no tengan la posibilidad de aprender ningún comportamiento que se acerque a este antivalor. Muchos se preguntarán ¿puede un niño ser mezquino? Según el concepto de Rousseau, los niños son buenos por naturaleza, y es la perversión de la sociedad la que nos corrompe y nos convierte en los adultos que somos. Mientras que Locke, dice, que somos una tabla rasa que va grabando todas las experiencias que vivimos. Además de tener una base genética, en definitiva la experiencia es la que da forma a nuestros actos, pensamientos, creencias, ideas, e incluso a nuestras enfermedades.
Usualmente hacemos referencia a lo que debemos a aprender de los niños: su alegría ante los problemas, su bondad, su capacidad de ayuda desinteresada. Sin embargo soy una convencida que un niño puede ser tan mezquino como su entorno se lo permita. Un niño al que no se le enseña a respetar, no respeta; si no se le enseña a valorar las pequeñas cosas, todo le es indiferente; y, si no se le enseña a empatizar, no empatiza. Cuando nos encontramos con niños educados, respetuosos, es porque alguien les ha enseñado a hacerlo.
Lo que esta claro, es que es en la niñez, es la etapa en la que se forma una base importante de nuestra personalidad, por ello los invito a que hagamos el esfuerzo de alejar a nuestros niños de todas esas conductas que le permitan sufrir experiencias que a futuro los forme como personas mezquinas. Ya tenemos suficientes Mezquinos en nuestra clase política para facilitar espacios de formación de mezquinos en potencia.