Requerimos líderes con humildad
*Marta Sáenz Correa Tomas Chamorro Premuzic, una autoridad mundial en el tema de Gestión de Talento humano y liderazgo, visitó nuestro país recientemente, y concedió una entrevista al Diario El Tiempo, del cual les compartiré los aspectos mas relevantes. La entrevista Inicia desmintiendo la idea de que cualquiera puede llegar a dirigir con éxito si se lo propone, y convertirse en un buen líder. Los estudios sobre el tema demuestran que hay gente con mucho mas potencial para el liderazgo que otros, por lo cual, sembrar la noción de que no importa el tipo de personalidad o capacidades que uno tenga para convertirse en un gran líder, es darle falsas expectativas a la gente. Chamorro define al líder como una persona con la capacidad de influir, convencer, transformar las actitudes de sus seguidores y movilizar. Hace claridad que existe diferencia entre un buen empleado, alguien quien se ha desempeñado bien en su cargo, conoce bien sus tareas, y aquellos que realmente tienen capacidad para liderar equipos, desarrollar proyectos, y empoderar a los demás. Hablamos de un cambio de posición que requiere ver las cosas de una forma diferente y tener una serie de capacidades. Además, considera que los rasgos de personalidad con los que debe contar un líder son tener inteligencia emocional, capacidad de afrontar el estrés, visión, buen juicio, habilidad para manejar buenos equipos e integridad. Esto ultimo es muy importante, porque los lideres que se focalizan en sus intereses personales, y los ponen por encima de los de la empresa y sus equipos, suelen hacer mucho daño. Reitera, el liderazgo es como cualquier otra habilidad, como la capacidad para tocar un instrumento o tener una mente rápida con las matemáticas. Lo resumo así: todo el mundo puede llegar a escribir correctamente, pero esta claro que algunos no solo les cuesta mucho menos, sino que son mucho mas talentosos que el resto. Finaliza Chamorro su entrevista, afirmando que si tuviera que darle un consejo a alguien que aspire a ser líder, lo mas importante es encontrar un buen mentor o guía, que te ofrezcan ejemplos, espejos que nos ayuden a desarrollar nuestro potencial como lideres y a corregir nuestros principales defectos. También les dice a los que ya son lideres: buscar retroalimentación: que a uno lo critiquen y ver como puede uno mejorar. El error mas común que cometen los lideres es la soberbia. Cuando la gente llega a posiciones de liderazgo, por lo general se sienten invencibles y eso los lleva a tomar riesgos innecesarios y a cometer errores. Por eso, lo mas importante que puede hacer un líder es preguntarle a su gente: que estoy haciendo mal y como puedo mejorar.
Pónganlos en libertad
Horacio Serpa Las cárceles están llenas. Las personas detenidas sufren inhumano hacinamiento y no hay poder humano que solucione la situación. Se ha acudido a todas las fórmulas y ninguna ha dado resultado. El Estado gasta enormes sumas de dinero en construir cárceles nuevas, pero el número de detenidos es superior a los cupos creados. La situación es insostenible e incorregible a pesar de la preocupación del gobierno, de los Jueces y del Congreso Nacional. Nada de lo que se hace o dispone es suficiente para atender tan complejo problema. Del ello se ocupó la Comisión Primera del Senado en un debate de control político promovido por el distinguido Senador Manuel Enrique Rosero, en el que tuvo destacada actuación la Senadora Doris Vega. Estuvieron presentes los Ministros de Justicia y de Salud y altos funcionarios. La sesión, en la que se comentó el tema carcelario, fue de gran interés y puso de nuevo sobre el tapete la magnitud del problema. Sirvió, además, para que el gobierno proporcionara informes y se comprometiera otra vez a encontrar soluciones acertadas. No obstante el interés demostrado en el debate y las sanas intenciones de todos, la situación va a continuar porque no ha sido posible que en tantos años el país asuma el estudio del delito y del delincuente. Claro que es bueno que se creen nuevos Juzgados y se construyan más cárceles. Algo se logra a título de paliativo para una enfermedad tan grave. Pero para curarla hay que ir a la raíz de la problemática. Hay que averiguar por qué se delinque, cuales son las razones por las cuales el crimen agobia a Colombia con tan graves manifestaciones de descomposición social. Los niños colombianos nacen buenos como los de Suiza, pero a muchos los corrompe la sociedad, el desamparo, el abandono social, el pésimo sistema educativo, la falta de ingreso en las familias, el entorno descompuesto, la falta de oportunidades y la miseria. Ya es hora de que se vuelva a pensar que la miseria y el desamparo social crean condiciones para el delito. Y de que asumamos que somos un país con enorme pobreza y dramáticas desigualdades. No hay prevención del delito. No hay resocialización para los delincuentes. Tampoco hay preocupación, porque la sociedad se tapa los ojos para no sentirse responsable. Requerimos un gran propósito nacional para solucionar las crisis de la delincuencia, la justicia, la desigualdad y de las cárceles. Es un derecho universal la presunción de inocencia. Aquí no se aplica. Los sindicados de un delito van a la cárcel, muchas veces injustamente y por largo tiempo. Se aprobó una ley para darle validez a la presunción acotada, pero habrá que postergar su aplicación por el temor de que muchos procesados queden en libertad. Está bien que sigan detenidos los criminales peligrosos y los responsables de graves delitos, pero los demás deben salir. Cuando no existe condena se impone la libertad provisional. Así, además, se contribuye a descongestionar las cárceles.
HERRAMIENTAS DE PAZ
A raíz de los acuerdos de cese bilateral al fuego que se han ido consiguiendo entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de la FARC, y la esperanza de que se logre en el futuro el acuerdo definitivo sobre la paz, se hace necesario precisar que la paz del postconflicto no es solo justicia, verdad, reparación y no repetición, porque estas solo son condiciones para la paz. Tampoco aquella etapa posterior al cese del conflicto, es la paz misma. Pues la paz es otra cosa y requiere otras herramientas. Porque si ciertamente la paz no es la ausencia de guerra, sino aquel estado de tranquilidad confiable que armoniza un conjunto de personas y cosas que permite coexistir, convivir y actuar serenamente dentro de una sociedad muy diversa, ella no necesita armas, esto es, instrumentos para hacer daño, guerras, conflictos o amenazas, sino que necesita herramientas, es decir, instrumentos de trabajo para construir la mencionada tranquilidad, que bien pueden ser las mismas armas como herramientas de paz o bien pueden otros instrumentos materiales e inmateriales, como los controles y las ideas que contribuyan a su construcción. Pues la diversidad y complejidad de la humanidad contemporánea, y especialmente el afán de imposición o dominio de intereses de unos sobre otros, suelen generar asperezas, dificultades, amenazas, violencias, terrores, daños o conflictos, que hacen indispensable instrumentos tanto materiales como inmateriales, que operen como herramientas para lograr dicho estado de sosiego personal y natural. De allí que los instrumentos físicos sean indispensables no solo para la defensa sino también para el combate de los fenómenos y acciones sociales y naturales que lo requieran. Y dentro de ellos no solo se destacan las actividades de vigilancia, los sistemas, los controles, etc. sino también las mismas armas como herramientas de paz, particularmente no solo frente a las agresiones internacionales y nacionales que se presenten, sino también para combatir la criminalidad, el narcotráfico, la trata de blancas, las neo subversiones, las restantes guerrillas, que persisten en sus actividades militares, la corrupción, etc.; así como también son indispensables para disuadir e impedir acciones bélicas, delincuenciales, infractoras, etc. Quizás esta necesidad no sea tan intensa como lo ha sido el desarrollo del conflicto armado. Sin embargo, las “herramientas inmateriales”, esto es, aquellas que crea la mente y las acciones mismas resultan ser las más importantes para la paz, ya que son aquellas útiles para combatir o desarmar los espíritus o los daños a la paz con las ideas antipaz, como aquellas que promueve el Centro Democrático sobre la imposibilidad de que ciertos miembros de la guerrilla puedan ser elegidos políticamente, cuando es bien sabido que la finalidad de toda concertación de un proceso de paz, es la de lograr sustituir la lucha con armas por la lucha política sin ellas, es decir, mediante la participación en los debates políticos. De allí que esta participación sea, por el contrario, benéfica para generar y potencializar las condiciones idóneas para la de la paz, y para justificar la dejación de las armas. Sin embargo, como se trata de una concesión desagradable en pro de la paz, se estima razonable que sea el pueblo que lo decida en el plebiscito o consulta, tal como fuera la promesa presidencial. Con todo, como estas herramientas, a diferencia de las armas, están en cabeza de todos y cada uno de los miembros de la sociedad, tanto los civiles del establecimiento, como la de los exguerrilleros, es comprensible que corresponda a unos y a otros iniciar y fomentar el desarrollo y aplicación en la sociedad del proceso sostenido de la paz. Por ello, en la etapa del postconflicto resulta recomendable: Inicialmente, como primer paso, es necesario que tales sectores sociales adopten una actitud nacionalista o colombiana, de no ignorarse mutuamente, sino admitir que son colombianos. Ni de desconocerse mutuamente, sino reconocerse como parte de la población colombiana. Seguidamente, como segundo paso, resulta indispensable hacer el esfuerzo de construir la reconciliación, mediante acciones de mutua confianza y de mutua aceptación pacífica en los escenarios que gradualmente lo requieran, lo cual, a diferencia del primer paso, no es fácil conseguirlo. Porque no se trata de la expresión de una mera intención o deseo, sino que se trata de un comportamiento social de convivencia, que solo ha de ser el resultado de un proceso, que implica: No continuar viéndose como enemigos, sino como grupos con distinta posiciones ideológicas y políticas. No excluirse mutuamente del país, sino el de compartir con respeto ciertos escenarios (v.gr. políticas, etc.)de interés nacional con diferentes intereses y perspectivas en agrupaciones y organizaciones diferentes, si fuere el caso. No eliminarse (la vida) mutuamente, sino el de coexistir con respeto a la vida, a las ideas, al patrimonio y a la diferencia con los demás. No agredirse o amenazarse física, verbal o conductualmente, contra la integridad personal o patrimonial ajena, sino, por el contrario, el de comunicarse y construir relaciones de confianza, seguridad, apoyo y progreso dentro de la diferencia. No desconocerse mutuamente en lo básico, sino, por el contrario, admitirse como respetuoso del Estado colombiano, la nacionalidad, la democracia, las libertades, los derechos humanos y el progreso ético de todos. Y finalmente, como tercer paso, resulta indispensable que la población colombiana perciba un beneficio de tranquilidad social derivada no solo del sosiego de las actividades políticas, sino también de la defensa que hace un Estado incluyente, con función de progreso social y con medidas efectivas contra la corrupción, la criminalidad, la mentira y la manipulación de las necesidades y aspiraciones sociales.