Horacio Serpa
Hace pocos días leí en las redes un trino del siguiente tenor: «El plebiscito es un engaño. No sea menso, firme en cambio de votar». El mensaje obedece a la campaña del Centro Democrático de recoger firmas para oponerse al gobierno de Presidente Santos y a todo lo que de él provenga, especialmente al proceso que para alcanzar la paz que se adelanta con las Farc en La Habana.
Menso significa, según el diccionario de la Real Academia, «tonto, necio». Es una expresión muy mejicana que en Colombia usábamos hace cuatro o cinco décadas para decir bobo, matraco, caído del zarzo, desentendido o pendejón. Ello me indica que el del trino es persona mayor y por lo tanto debe haber vivido o sufrido el cruel episodio del conflicto armado. No entiendo cómo los que saben lo ocurrido quieran seguir en la guerra.
Porque he conocido estas desgracias, porque muchas las he sentido personalmente y las han sufrido amistades y copartidarios, porque he visto sufrimiento y dolor, es que soy un insobornable partidario de la paz. Por eso, aun cuando lo respeto con criterio democrático, no entiendo por qué hay sectores empresariales, sociales y políticos enemigos del procedimiento que el gobierno adelanta con las Farc para que renuncien a la lucha armada, se desarmen y se integren a la vida civil del País. Eso no tiene sino ventajas para todos.
El Centro Democrático, que es el uribismo en pleno, está recogiendo firmas para oponerse al gobierno del Presidente Santos y a los acuerdos de Cuba, como si ello afectara la consulta plebiscitaria, que es un mecanismo participativo para que la ciudadanía se pronuncie sobre los convenios. No se atreven a promover el NO, porque serían derrotados. Utilizan un sofisma político para preparar las elecciones de Congreso y de Presidente en 2018. Es una hábil maniobra electoral, válida claro.
Mensos son los que firman a cambio de votar el plebiscito. No saben, salvo los adoradores del conflicto, que auspician la continuidad de la guerra, lo cual no conviene a nadie en particular ni al conjunto de la comunidad. Diez años más del tropel que padecemos, por señalar una fecha, son 30.000 asesinatos más, 50.000 lisiados, 2’000.000 adicionales de desplazados, desigualdad y pobreza, angustia, atraso, menos inversión, menos producción, más robos y secuestros, aumento del narcotráfico, más viudas y huérfanos, un mayor crecimiento de la catástrofe humanitario que afecta a la nación.
Firmar no significa nada, es intrascendente, no tiene repercusión distinta a la algarabía que se hace confundir a la gente y hacer campaña mediática. Los que no estén de acuerdo, que voten NO. Los que deseen el entendimiento y la convivencia, los que piensan en su futuro y en el de los hijos, los partidarios de las reformas, los que siguen llorado la pérdida de sus familiares, los parientes de los soldados y policías que son los que mueren en los combates, votemos por el SI al plebiscito. ¡Acabemos la guerra!