NACIÓN DIVIDIDA

Por: Germán Archila @Germancho101 El resultado del plebiscito del 2 de octubre sorprendió a propios y extraños, nadie sabe qué camino seguir, el gobierno de Juan Manuel Santos no tenía contemplada la derrota, no tenía ningún plan B preparado para afrontar esta situación, las FARC ya habían movilizado tropas a las zonas seguras, tampoco esperaban que la votación fuera adversa, muestran voluntad de seguir sentados en la mesa y en búsqueda de la Paz. Pero los más sorprendidos fueron los líderes de la campaña del NO, ellos no esperaban la victoria, el pueblo les ha dado un mandato y pasaron de una oposición crítica, a una oposición que tiene que actuar en pro de una salida al conflicto, ya no le vale a la sociedad seguir en un ciclo de muertes y violencia. Entre la incertidumbre que dejo el resultado, los votantes del SÍ buscan explicaciones de la decisión de los contradictores, entre la frustración y tristeza, se empieza a generar en el ambiente un aroma de desprecio por las regiones donde el NO fue el ganador, las baterías están enfiladas contra Antioquia y los paisas, se han escuchado y leído expresiones  como “ellos son los que deben ir a enfrentar a las FARC” nos estamos encaminando a profundizar el regionalismo en el país. Otra de las ideas que se están asestando en el ambiente, es que los que tomaron la decisión del NO, fueron los centros urbanos los que se impusieron por encima de lo rural y de las víctimas, que los que no han sufrido la guerra son los que decidieron y que viven la guerra desde el sofá de la casa. La verdad que en el país los afectados después de 52 años son muchos, creo sin temor a decirlo que de alguna forma todos los colombianos hemos sido víctimas del conflicto, claro unos de forma más directa y que han sacrificado más que otros. Pero departamentos como Tolima y Caquetá que han sido sino cuna de las FARC  decidieron que el NO era su opción, que no estaban de acuerdo con lo acordado en la Habana. El Huila donde la columna Teófilo Forero ha sembrado el terror también se decantó por el NO. Varios municipios que han vivido la guerra en carne propia le dieron la espalda al acuerdo, aquí unos datos de poblaciones rurales que votaron en contra:  Tolima Planadas No 52% Chaparral No 55% Río Blanco No 51% Huila Garzón No 65% La Plata No 67% Gigante No 62% Meta Puerto Rico No 52% Puerto Lleras No 55% Restrepo No 59% Cundinamarca Gutiérrez No 63% Medina No 64% Puerto Salgar No 67% Datos de la registraduría Nacional.    Como ven no hay que caer en que determinado departamento fue el culpable o determinado sector de la población, quedo claro que falto pedagogía y tiempo para que el gobierno y las FARC fueran a estas poblaciones y explicaran los alcances del acuerdo, donde fueron y pidieron perdón como Bojaya el SI fue aplastante, pero en otras partes del país la desconfianza es absoluta, solo queda un camino y es hacer un acuerdo nacional implicando a todas las partes del conflicto, no hay que pordebajear al que piensa diferente, solo invítelo y hablen que algún acuerdo han de llegar,  si de verdad hay voluntad de paz, se debe construir un acuerdo que deje satisfecho a gran parte de la población colombiana y lastimosamente la votación del 2 de octubre demostró que no era así.

PLEBISCITO PARA LA PAZ: ¿ CAMPAÑAS ÉTICAS?

El hecho de que los resultados del plebiscito del 3 de octubre no haya sido el esperado por cada uno de los sectores participantes, el del SI y el del NO, no indica que haya sido fruto de acciones desconocidas, esto es, que haya sido una sorpresa, tal como se ha dicho en los medios de comunicación social. Ni tampoco lo han sido para sus campañas Porque ambos sectores si eran conscientes de sus acciones, pero no fueron lo suficientemente transparentes en sus campañas. Porque estas debieron serlo, en el sentido de hacer del plebiscito el medio más idóneo, para que toda la sociedad no solo tuviera la información y conocimiento suficiente de los acuerdos entre el Gobierno y las FARC-EP, sino  para que también pudiera adoptar una decisión reflexiva y razonada en las urnas.  Pues solo de esta manera, de su resultado podía garantizarse  el  camino de unión de todos los colombianos. Por el contrario, ambos sectores acudieron en sus campañas a estrategias politiqueras de estímulos y explotación de la emocionalidad de la expresión popular. Por  eso, de ella no solo se ha derivado la perplejidad de los colombianos, sino, más aún,  se agudizó su polarización. En efecto: Los partidarios del SI, acudieron a los medios y a una publicidad, que, en vez de contribuir al conocimiento y reflexión necesaria sobre el acuerdo a votar, solamente pretendieron estimular su aceptación, sugiriendo  el rechazo al enemigo de la guerra, y fomentando su inclinación por la paz, con base en la necesidad del  otorgamiento de oportunidad y de perdón, etc. a los insurgentes. A su turno, los partidarios del NO, a través de los medios de comunicación de las redes sociales, también distorsionaron  su ánimo fomentando o incrementando la animadversión, la maldad y la indignación engañosa con  relación a las FARC-EP, a fin de evitar una información veraz y una reflexión sobre el contenido del acuerdo a decidir, y obtener, de esta manera, su rechazo. Luego, salvo una muy limitada participación reflexiva o racional que no se dejo influenciar por los medios, la publicidad y las redes sociales, la votación de la población fue fruto de la emocionalidad que la embargaba ese domingo. De allí que, en verdad, no haya existido sorpresa alguna para las campañas mencionadas, aunque si, la ha habido en los resultados, porque no fueron los esperados, y, desde luego, también la ha habido en su  consiguiente resultado polarizador. Sin embargo, no puede hablarse de sorpresa con la consciente falta de la ética social asumidas en estas campañas orientadas con fin dogmáticos en la política, religiosa y social. Por lo que, desde luego, tal actitud debe rectificarse para hacer de Colombia una patria mas incluyente. Ojalá, estas distorsiones, de un lado, se superen con un “pronto y eficaz convenio de revisión del acuerdo original; y, del otro, que ellas se tengan en cuenta, para corregir y asegurar adecuadamente el futuro empleo lícito e idóneo de este medio de participación masiva de toda la ciudadanía,  a fin de lograr su progreso ético, y no para satisfacción de intereses partidistas  o individualistas, como  ha ocurrido en esta ocasión.  

El Derecho a Disentir

*Marta Sáenz Correa  En estos últimos meses por el tema del plebiscito, predominó en las redes sociales el afán de jóvenes y adultos por imponer el criterio de cada quien olvidando las buenas maneras, el respeto por las personas, y los argumentos. En este escenario bien podríamos plantearnos algunas preguntas: ¿Qué tan bueno es para una sociedad y para la democracia  que todos tengan opiniones similares? ¿Existe en nuestro país el respeto por la libre expresión? ¿Estamos educando a nuestros niños y jóvenes en la cultura del respeto? En resumen, no hemos aceptado que existe el derecho a disentir. En palabras sencillas yo tengo derecho a pensar y decir lo que quiera, pero usted tiene derecho a disentir, a no estar de acuerdo. Disiente quien en el ejercicio de su libertad critica o discrepa de la opinión de un tercero, o quien opone su visión moral de lo que considera justo a lo que estima injusto o a lo que valora como bueno, positivo y beneficioso en contra de lo que cree malo, negativo, o perjudicial. Lo que nos queda, al fin, es confrontar nuestras ideas, de igual a igual, de la manera mas civilizada. Se puede discrepar de una opinión, posición o acción, de una persona o grupo. Lo cierto, es que la capacidad que tenemos los hombres de diferenciarnos en opiniones y posiciones refleja una condición inherente al ser humano: nacer libres y vivir en libertad. El premio nobel de Literatura José Saramago, nos recuerda:  En una sociedad democrática, el debate público debe nutrirse con la posibilidad de discrepar y de manifestar desacuerdo. Una sociedad que respete ese derecho es una sociedad que avanza hacia un mayor pluralismo. Disentir es un acto irrenunciable de conciencia.  El autor también afirma: Hay que ganarse el derecho a disentir, dando propuestas para la solución y trabajando en esas soluciones. Disentir con respeto y respetar el disidente.  Disentir con argumentos enriquece, permite aprender y transcender, y nos hace consciente de lo terreno. Disentir es un derecho que se acompaña con el deber de respetar. Para finalizar , hago referencia a lo dicho por la Corte Constitucional en varias de sus sentencias respecto al disenso: El derecho fundamental a la libertad de expresión implica, también, la protección del derecho a disentir y, por ende,  la libertad de difundir todas aquellas opiniones que no se avengan con la ideología mayoritaria. La libre manifestación y circulación de ideas contrarias a la opinión predominante, enriquece la tolerancia y la convivencia pacifica, promociona la igualdad, fortalece la ciudadanía responsable y aumenta las posibilidades de control sobre las autoridades que en una sociedad democrática, le corresponde realizar a la opinión publica. El derecho a disentir es tan importante y sagrado como la libertad de pensamiento. El disidente no puede ser visto como enemigo.