El hecho de que los resultados del plebiscito del 3 de octubre no haya sido el esperado por cada uno de los sectores participantes, el del SI y el del NO, no indica que haya sido fruto de acciones desconocidas, esto es, que haya sido una sorpresa, tal como se ha dicho en los medios de comunicación social. Ni tampoco lo han sido para sus campañas
Porque ambos sectores si eran conscientes de sus acciones, pero no fueron lo suficientemente transparentes en sus campañas. Porque estas debieron serlo, en el sentido de hacer del plebiscito el medio más idóneo, para que toda la sociedad no solo tuviera la información y conocimiento suficiente de los acuerdos entre el Gobierno y las FARC-EP, sino para que también pudiera adoptar una decisión reflexiva y razonada en las urnas. Pues solo de esta manera, de su resultado podía garantizarse el camino de unión de todos los colombianos.
Por el contrario, ambos sectores acudieron en sus campañas a estrategias politiqueras de estímulos y explotación de la emocionalidad de la expresión popular. Por eso, de ella no solo se ha derivado la perplejidad de los colombianos, sino, más aún, se agudizó su polarización.
En efecto: Los partidarios del SI, acudieron a los medios y a una publicidad, que, en vez de contribuir al conocimiento y reflexión necesaria sobre el acuerdo a votar, solamente pretendieron estimular su aceptación, sugiriendo el rechazo al enemigo de la guerra, y fomentando su inclinación por la paz, con base en la necesidad del otorgamiento de oportunidad y de perdón, etc. a los insurgentes.
A su turno, los partidarios del NO, a través de los medios de comunicación de las redes sociales, también distorsionaron su ánimo fomentando o incrementando la animadversión, la maldad y la indignación engañosa con relación a las FARC-EP, a fin de evitar una información veraz y una reflexión sobre el contenido del acuerdo a decidir, y obtener, de esta manera, su rechazo.
Luego, salvo una muy limitada participación reflexiva o racional que no se dejo influenciar por los medios, la publicidad y las redes sociales, la votación de la población fue fruto de la emocionalidad que la embargaba ese domingo.
De allí que, en verdad, no haya existido sorpresa alguna para las campañas mencionadas, aunque si, la ha habido en los resultados, porque no fueron los esperados, y, desde luego, también la ha habido en su consiguiente resultado polarizador. Sin embargo, no puede hablarse de sorpresa con la consciente falta de la ética social asumidas en estas campañas orientadas con fin dogmáticos en la política, religiosa y social. Por lo que, desde luego, tal actitud debe rectificarse para hacer de Colombia una patria mas incluyente.
Ojalá, estas distorsiones, de un lado, se superen con un “pronto y eficaz convenio de revisión del acuerdo original; y, del otro, que ellas se tengan en cuenta, para corregir y asegurar adecuadamente el futuro empleo lícito e idóneo de este medio de participación masiva de toda la ciudadanía, a fin de lograr su progreso ético, y no para satisfacción de intereses partidistas o individualistas, como ha ocurrido en esta ocasión.