¡TODO VALE!

Por: Germán Archila @germancho101  En la historia de Colombia, una de las operaciones más reconocidas por el ejército es la operación Orion, entre el 16 y 19 de octubre el ejército se tomó la comuna 13 de Medellín,  una operación urbana sin precedentes en el territorio colombiano, durante varios días los militares registraban casa por casa en busca de milicianos de las FARC y ELN, que el estado quiera recuperar el control en una zona de cualquier lugar de Colombia, es normal, como lo que se hizo con el Bronx en Bogotá, pero los métodos que utilicen es lo cuestionable. Hace pocos días durante la conmemoración de los 14 años de la operación, una foto tomada por el fotógrafo Jesús Abad Colorado donde se ve a un hombre con capucha señalando un lugar y con miembros del ejército detrás de esta persona. Es una muestra que en Colombia todo vale para conseguir un objetivo, no se tiene identificado al personaje de la capucha, pero los rumores indican que es un paramilitar, luego de la operación las Autodefensas se quedaron con el control de la zona y la comuna. Es impresentable que la institucionalidad se una con los grupos al margen de la ley para conseguir información o llevar a cabo acciones, durante estos días hay un número significativo de desaparecidos y todo parece indicar que fueron llevados al botadero la escombrera donde fueron  enterrados,  aunque allí en estas montañas de Medellín están las víctimas de los grupos que han operado en el sector durante años. La institucionalidad en el  país parece permeada por el todo vale, desde los falsos positivos o la ayuda de los PEPES en la persecución de Pablo Escobar, otro hecho donde se demuestra este accionar fue el operativo para dar de baja a Raúl Reyes, donde se hizo un operativo en otro país y sin el consentimiento del gobierno ecuatoriano. Antanas Mockus durante su campaña presidencial para el 2010 acuño la frase no todo vale, y es realidad no todo vale para cumplir un objetivo y menos vale que los encargados de cuidar las leyes y hacerlas cumplir, las desconozcan y utilicen practicas insanas y faltas a la ética, no se puede empezar el camino a la paz, sin que la sociedad y el estado colombiano entiendan que NO TODO VALE, y que aparte de los resultados también es de suma importancia como se consiguieron, si no estamos ayudando a que las nuevas generaciones  crezcan con que la trampa es entendida y validada por la sociedad.

Responsable, no culpable

*Marta Sáenz Correa. Me pareció de interés para todos compartirles los aspectos mas relevantes del libro Responsable, no culpable, del psicólogo y especialista en desarrollo personal Yves Alexandre Thalmann, cuyo propósito es contribuir a aclarar la diferencia entre responsabilidad y culpa, desarrollar una actitud responsable frente a nuestras acciones y palabras sin cargar, en todo caso, con el peso de los demás, y liberarnos de culpas asociadas a faltas imaginarias; en resumen, ayudar a ser responsable sin sentirse culpable. Las nociones de responsabilidad y de culpabilidad, a pesar de su encadenamiento en la mente de muchos, son claramente distintas. La responsabilidad concierne a los actos y a las palabras de cada uno de nosotros: debemos responder a los ojos de la sociedad. En cambio, la culpabilidad implica una infracción, una falta que ha causado un prejuicio a otro, es decir, un acto necesariamente reprensible. Semejante acción viene acompañada, por lo general, de sentimientos de culpa de quien lo comete, que lo llevan a reparar los daños causados y a indemnizar a las personas afectadas. Esta culpabilidad, cuando ocurre, es sana; sirve igualmente como barrera social, impidiendo que los individuos se comporten sin tener en cuenta a los demás. ¿De que soy responsable? En la medida en que soy libre, soy completamente responsable de los actos que realizo, de las palabras que utilizo y el giro que les doy. Soy el único que puede responder: escojo mis acciones y debo asumir las consecuencias. La única excepción a esta regla general involucra a los niños, pues se encuentran bajo la custodia de sus padres, y las personas con responsabilidad disminuida, aquellas que sufren de un impedimento mental o de alguna enfermedad que genere incapacidad. Reitera Thalmann, es necesario hacer una precisión. Las palabras que pronuncio son mi responsabilidad, pero la interpretación que mi interlocutor hace de ellas, le incumben a el y no a mi. Insiste, soy responsable de las palabras que emito, pero no de los sentidos ocultos que mis interlocutores pudieran interpretar. También soy el único que puede escoger los pensamientos que alimento, nadie me obliga a pensar en una cosa o en otra. Pienso lo que quiero. Es cierto que puedo ser influenciado, incluso manipulado, por un discurso elocuente o una publicidad eficaz. Pero en definitiva, soy yo quien escoge darle crédito. La reflexión final sobre las escogencias conduce a una conclusión general: la reacción de un individuo puede ser consecutiva a la acción de otra persona, pero la naturaleza de esta reacción depende de las escogencias de esta ultima. En otras palabras, soy responsable de mis acciones, pero no de las reacciones que suscitan