*Marta Saenz Correa
En días pasados, el Fiscal General de la Nación informó que el ente acusador ha recibido 99.805 denuncias de mujeres víctimas de violencia intrafamiliar en lo que va recorrido del año, y anunció la ofensiva del ente a su cargo contra los responsables. La tasa de crecimiento de este delito equivale a 20.4 por ciento anual, y después del hurto y las lesiones personales es el de mayor impacto en Colombia.
El doctor Martínez, deploró que el 10% de las mujeres víctimas de homicidio en nuestro país tienen antecedentes de violencia intrafamiliar, y anunció que la Fiscalía y sus funcionarios actuarán sin contemplaciones. También, referenció que se han imputado 3.015 victimarios a nivel nacional, de los cuales 367 son reincidentes, generando 650 órdenes de capturas. En la actualidad, hay 85.000 procesos de los cuales el 80% de las víctimas son mujeres, y el 20% hombres.
Ante estas cifras, es imperativo que todos prendamos las alarmas y actuemos para evitar que este flagelo se incremente y conlleve a que más mujeres sean víctimas de feminicidio. Iniciemos por reconocer que la violencia familiar es un problema social muy común; la falta de trabajo, de oportunidades, y de educación que sufre nuestra sociedad hacen que muchas personas adopten una actitud negativa, adquieran malos hábitos y descarguen su violencia en su entorno social y familiar, siendo los más afectados las mujeres y los hijos. Otro factor negativo, es el ambiente que rodea a las personas, vivir con situaciones de violencia y en lugares donde abunda la delincuencia, la drogadicción y el alcoholismo, son problemas que vuelven violentas a las personas.
Personalmente, comparto lo expuesto por académicos: la verdadera causa de la violencia intrafamiliar se encuentra en la construcción de género que se hace socialmente. Desde muy temprano se configura al hombre como privilegiado y poderoso; a la mujer, como delicada, débil, necesitada de protección. Esta forma de educar a los hijos e hijas, forma polos opuestos e incentiva la falsa creencia que el hombre es superior a la mujer, y, esta le debe obediencia a él; al no existir esa obediencia, se desencadena la violencia.
La equidad de género es la base de una sociedad justa y equilibrada, y significa dar a cada persona lo que le corresponde sin tomar en cuenta si es hombre o mujer. Asegurar la igualdad de género entre niños y niñas significa que ambos tienen las mismas oportunidades. Al educar en equidad de género desde el seno del hogar, mejoraremos los resultados educacionales, sociales, económicos, culturales de las personas; y crearemos condiciones favorables para el desarrollo integral de las mujeres.
Una forma de prevenir y erradicar la violencia intrafamiliar consiste en cambiar los modelos de educación de los hijos al interior del hogar, y de asignar tareas igualitarias a los niños y niñas.