*Marta Sáenz Correa
El pasado 13 de noviembre se celebró el día mundial de la amabilidad, por lo cual quiero invitarlos a desarrollar actos de bondad que contribuyan a la felicidad y bienestar propios y de los demás. Podemos tipificar a la amabilidad como cualidad por su carácter mas concreto de actitud, de rasgo definido de la persona. Como amabilidad denominamos el acto o comportamiento en el cual nos mostramos corteses, complacientes, y afectuosos hacia los demás. Es un valor social que se fundamenta en el respeto, el afecto y la benevolencia en nuestra forma de relacionarnos con el otro.
Diariamente estamos obligados a interactuar con vecinos, colegas, jefes, compañeros de trabajo, familiares, subordinados, desconocidos, por lo cual esta cualidad es esencial para la convivencia en sociedad. La armonía de nuestro entorno social esta determinada por el nivel de amabilidad sobre el cual hayamos fundado esas relaciones.
Amabilidad es la palabra dulce que anima, levanta, consuela, y fortalece . Es afabilidad en la conducta, naturalidad en el obrar, paz en el semblante, benevolencia en la mirada. La verdadera amabilidad es aquella que nace de manera espontanea, natural y sin ningún tipo de interés o de intención de conseguir algo; es un rasgo de fortaleza, que no implica sumisión, ni complacencia respecto de los deseos del otro.
Ser amable esta asociado a muchas actitudes proactivas como demostrar afecto, solidaridad, y compresión, expresar agradecimiento y ayudar a otros a sentirse mejor en momentos difíciles . Las personas tienden a ser amables cuando sienten que pueden confiar en los demás y que ayudar a otro no representa un peligro.
Aunque en el mundo actual la amabilidad sea un valor que no todos expresen, las acciones que ella motiva en las personas tiene el poder de enriquecer nuestras relaciones. Ser amables mediante sencillos actos de cortesía y educación no cuesta mucho y, en cambio, puede traernos muchos beneficios. Si empiezas a tratar a los demás como te gustaría te traten a ti, tu vida será diferente.
Puedes ser amable a través de una sonrisa, unas palabras de agradecimiento, motivación, o un poco de respeto en el trato. Recuerda que un poco de amabilidad en tu pequeño mundo, puede hacer una gran diferencia en la vida de otros. Desarrolla y cultiva tu amabilidad con pequeños detalles y ten un corazón abierto para dar y recibir. Si haces de la amabilidad una regla de vida, los demás te valoraran por tus sentimientos y no por lo que puedas ofrecerles .
Para finalizar, una forma de estimular el efecto positivo multiplicador que genera la amabilidad es esforzarse por responder de la misma manera a las actitudes positivas y generosas de los demás.
La habilidad para ser amables se desarrolla desde los primeros años de vida y se enseña a los niños como una respuesta social adecuada frente a una situación especifica. La familia es el primer espacio donde se aprende a relacionarse con los otros de manera respetuosa y considerada a través del ejemplo, la reflexión y la práctica cotidiana.