Por: Germán Archila
@Germancho101
Una tragedia puede sacar lo mejor de las personas, en un país tan polarizado donde los últimos meses nos la hemos pasado entre discusiones y enfrentamientos por el SI o por el NO, o donde buscamos cualquier excusa para ponernos unos contra otros, el fatídico accidente del avión de Lamia parece sacar a flote otro aspecto del colombiano su solidaridad.
Un pequeño pueblo del nordeste brasilero de 250.000 habitantes con un equipo de fútbol poco conocido en el continente, El Chapecoense, llegaba a Medellín a enfrentar a Nacional por la final de la sudamericana, lastimosamente en la aproximación al aeropuerto José María Córdova en Rionegro según las primeras investigaciones se quedó sin combustible causando la muerte de 71 personas, esta noticia recorrió el mundo, pero también todo lo sucedido después.
Los rescatistas que en tiempo récord y con elementos limitados lograron salvar la vida de 5 personas en condiciones geográficas muy difíciles, con lluvia, neblina, se unieron para poder hacer frente a la tragedia, rescataron los heridos y recuperaron los muertos para ser entregados a sus familias, el equipo Atlético Nacional envío un comunicado a Conmebol pidiendo que la Copa Sudamericana fuera entregada al equipo brasilero, pero no solo realizó este acto que pareciera lógico, también habilito líneas telefónicas para que los familiares pudieran tener información, así como contratar traductores para comunicarse con ellos.
Un acto simbólico realizado en el estadio Atanasio Girardot en el momento que se iba disputar el partido de fútbol congrego a 40.000 personas y otra cantidad similar a las afueras, demostraron con lágrimas, cánticos, velas blancas su apoyo ante la tragedia, sin contar los numerosos actos que se hicieron a lo largo del país para honrar a las víctimas.
En el mundo quedo la imagen de los colombianos como un pueblo solidario, que siente esta tragedia como propia, algo raro en una sociedad que lleva matándose por más de 60 años, donde cada noticia es peor que la anterior. No paso una semana de la muestra de esta unión, cuando una niña de 7 años es encontrada asesinada en un apartamento de Bogotá, y el asesino es una persona de estrato alto, con todas las posibilidades y que decide cometer un acto tan miserable ante una menor de edad.
Solo es ver en las redes sociales la muestra de cariño y admiración por parte de los brasileros, tomándonos como ejemplo de sociedad, será que tenemos una cara hacía tragedias ajenas y no la misma sensibilidad ante las nuestras, o ya nos hemos acostumbrado tanto a los actos violentos en nuestros campos y pueblos que se convirtieron en paisaje.
Ante el mundo quedamos como un pueblo solidario y sensible, limpiando un poco la fama que tenemos de violencia y narcotráfico, solo falta que esa misma imagen quede interna, que respetemos las tragedias, que no nos preocupamos si el asesino es de estrato alto o no, si es de izquierda o derecha, o si es de determinada región del país. Los medios de comunicación son grandes protagonistas en este debate porque como manejan la información muestra la segregación y diferencias entre los colombianos, a un asesino lo llaman monstruo a otros simplemente un arquitecto prestante. La pregunta es de verdad ¿Somos un pueblo solidario? Lo de Chapecoense demuestra que SI, pero otras acciones nos ponen a dudar.