*Marta Sáenz Correa
La frustración es un sentimiento que aparece cuando no conseguimos lo que queremos o cuando nos suceden situaciones no deseadas. Según la intensidad del sentimiento y nuestras características personales, podemos reaccionar ante ella con enfado, angustia, ansiedad, como si el sufrimiento que provoca esa frustración fuera definitivo y pudiera acabar con nosotros, y no como si fuera una situación transitoria. En la infancia, creemos que todo el mundo gira alrededor nuestro, que lo merecemos todo y en el instante preciso que lo requerimos. No sabemos esperar porque no tenemos desarrollado el concepto de tiempo, ni la empatía suficiente para pensar en los deseos y necesidades de los demás.
La baja tolerancia a la frustración se da cuando un individuo se frustra muy fácilmente, y tiene una falta de voluntad o incapacidad para tolerar el malestar necesario a corto plazo que a veces se requiere para obtener beneficios a largo plazo. El termino fue utilizado por primera vez por Albert Ellis, quien describió a los que presentan baja tolerancia a la frustración como síndrome: » No lo Soporto» porque a menudo se quejan de que son incapaces de soportar X situaciones.
El psicoanalista alemán Eric Fromm afirma: “Enquistarse en la soledad y la frustración, quejarse constantemente y continuamente de las desdichas y tragedias que nos acosan y no hacer absolutamente nada para modificar aquellas situaciones que nos angustian es un camino certero y seguro hacia la depresión. Camino, por supuesto, que es recorrido a solas.» La base del problema no está en el dolor y la frustración que vivimos, sino en nuestra actitud ante ellos. Tolerar la frustración significa poder enfrentar los problemas y limitaciones que tenemos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias e incomodidades que nos causan.
La tolerancia a la frustración resulta vital para una vida feliz y se relaciona con la fortaleza para soportar el dolor sin perturbarnos emocionalmente. Si no somos capaces de tolerar la más mínima molestia, contratiempo o demora en la satisfacción de nuestros deseos, nuestra vida se llenará de tragedias innecesarias, que nos estresarán y nos harán sentir insatisfechos.
La frustración forma parte de la vida, no podemos evitarla, pero si podemos aprender a manejarla y a superarla. Siempre podemos aprender a ser más tolerantes ante la frustración y para ello, necesitamos tener paciencia. Las personas con alta tolerancia a la frustración tienden a ser mucho más flexibles, lógicas, racionales, y más tranquilas en su pensamiento y conducta, así como mucho menos propensos a sufrir problemas de salud mental, a postergar todo; siempre tratarán de resolver los problemas como una prioridad.
La poca tolerancia a la frustración provoca que, ante cualquier incomodidad, nos desmotivemos y abandonemos nuestras metas y proyectos y que nuestros deseos pierdan importancia. Esta falta de tolerancia está relacionada con las creencias que implican que mi vida debe ser fácil, cómoda y placentera todo el tiempo. Premisa errada que nos impide disfrutar de la vida plenamente.