No te amargues la vida

Marta Sáenz Correa En el último libro que recibí, el arte de no amargarse la vida del psicólogo y escritor español Rafael Santandreu, el autor nos plantea que nos preocupamos en exceso y de forma irracional por cosas que probablemente no sucederán, que no tienen importancia real o que sencillamente no tienen solución. Santandreu, no te enseña que la vida es color de rosa, ni que hay que ser optimista cien por ciento, y tampoco te invita a buscar el lado positivo de las cosas. Su propósito es hacernos más fuertes emocionalmente y quitarnos las afirmaciones, creencias irracionales, verdades y valoraciones subjetivas que las personas nos vamos formando desde la más tierna infancia sobre nosotros mismos, los demás y el mundo. Utilizando la razón nos podemos dar cuenta que algunos de nuestros pensamientos son falsos e irreales, los cuales nos hacen daño por creer en algo que no es verdad, por decirnos constantemente que todo lo que nos sucede es terrible y catastrófico y por no aceptar con calma y templanza las inevitables adversidades de la vida. El libro nos enseña que las situaciones no son las que provocan nuestro sufrimiento emocional, sino que somos nosotros con nuestras creencias irracionales, los que generamos nuestro propio malestar. Tenemos la creencia que hay una relación directa entre situación y emoción, premisa falsa dado que todos no reaccionamos igual ante la misma situación. Lo cierto es que contamos con pensamientos los cuales me dan el poder de sentirme bien o no, todo depende de mí. El autor explica en su obra un método claro, concreto y práctico para caminar hacia el cambio psicológico, mejorar nuestra relación con nosotros mismos y superar los pensamientos, sentimientos y creencias negativas que nos amargan la vida sin necesidad. Nos muestra que en nuestra sociedad de la opulencia somos víctimas de la necesititis, una tendencia a creer que necesitamos cosas que en realidad no necesitamos. Este es el virus causante del actual síndrome de enfermedad emocional. El primer paso para buscar una solución será identificar qué es lo que pasa por nuestra cabeza; una vez hayas identificado tus creencias irracionales, tendrás que pelearte con ellas, combatirlas mediante cuestionamiento y confrontación. Cuantos más argumentos encontremos, más fácilmente se podrá restablecer la creencia racional y profundizar en ella hasta hacerla nuestra. Poco a poco se irán automatizando hasta convertirse en tu nueva filosofía vital. Hay que recalcar que las emociones negativas no desaparecen por completo, ya que todas tienen una función importante para la supervivencia. Lo que desaparecen son las emociones desadaptativas exageradas e insanas. Tu puedes salir de la cárcel del malestar. La llave la tienes tú. La clave del éxito para confrontar las creencias irracionales que nos amargan la vida, consiste en confrontarlas y sustituirlas.  

DIGNIDAD DE UN PUEBLO

A raíz de las recientes y multitudinarias marchas y protestas del pueblo Venezolano, resulta imperativo, tener presente que, a diferencia del pasado, en la época contemporánea, ellas no solo obedecen a manifestaciones de descontentos, inconformidad, oposición o expresión política, sino también a expresión de indignación popular. Y precisamente esto es lo que viene aconteciendo con las precitadas expresiones populares, las cuales significan la defensa de la dignidad del pueblo Venezolano, en su voluntad, trato y vida digna. Porque, de un lado, su dignidad a ser gobernado civilizadamente ha venido siendo pisoteada pr el gobierno del Presidente Maduro, cuando, además de adoptar una conducta antidemocrática con el desconocimiento de la separación de poderes y la negación de las elecciones  regionales, sintoma del cierre  futuro de todas las elecciones, inclusive las presidenciales, también acude a la represión desproporcionada e injusta a los gobernados. Y porque su trato ha desconocido la dignidad de un pueblo que rechaza la opresión,  mediante la indignación frente a dictadura y a la corrupción, y que reclama respeto a los derechos humanos, a la convivencia, al orden civil, al acceso a la salud y a la alimentación, a la información libre, a la supervivencia y a la esperanza. Por lo que tales manifestaciones son claras expresiones de repudio o de declaración de indignidad a un gobierno que ha resultado  incapaz de atender, por lo menos, las necesidades básicas de la sociedad Venezolana.  Lo cual se encuentra justificado porque la democracia no es la simplemente electoral, esto es, la de haber sido elegido por el pueblo; sino que también comprende “la democracia social”, esto es, que el gobierno elegido se ejerza a favor del pueblo, satisfaciendo, por lo menos, con honestidad y responsabilidad sus necesidades básicas, que, cada día que pasan, se encuentran más insatisfechos. Por ello, ese repudio deberá acarrear la presión interna e internacional, la protección de una alianza internacional de los países  solidarios con Venezuela, y, desde luego, acción política y humanitaria de la OEA, a fin de que el   pueblo Venezolano goce de garantías de supervivencia digna (art.17 Carta OEA), y obtenga la terminación o remoción del Gobierno de Maduro lo más pronto posible que facilite la cooperación económica y social (Carta OEA arts. 2F y 3 K).