MONTAJES Y OTROS DEMONIOS
Por: Germán Archila @Germancho101 Cuando en el mundo las personas escuchan la palabra congreso, por lo regular lo tienen como una entidad respetada sinónimo de pulcritud, decencia y justicia, que cumplen un papel importante para la ciudadanía, lamentablemente en el edificio ubicado en el centro de la capital colombiana, no representa los valores que debería tener esta institución, al contrario, es una de las entidades más despreciadas por los colombianos. A los casos conocidos de infiltración por parte de los paramilitares y los casos de corrupción que son evidentes en las regiones que representan, en los últimos días el que ayudo a desprestigiar fue el subsecretario del senado Saúl Castro, que es el encargado de ser el notario de los hechos que pasen en la plenaria, decidió pedir la palabra y en una actitud bastante consternada relato que había sido agredido por un grupo periodístico de Noticias Uno, que el camarógrafo lo agredió con la cámara en más de una ocasión. Las reacciones no se hicieron esperar, desde diversas corrientes políticas se pidieron condenas, cárcel, que fueran sacados del recinto, se les comparo con guerrilleros del ELN, y se habló de intimidación a los honorables congresistas, el presidente Mauricio Lizcano dijo que enviaría una carta de protesta a la directora de Noticias Uno, no se pidieron investigaciones, se creyó fielmente a Saúl Castro. El resultado de esta pantomima, los vídeos de seguridad y de la cámara involucrada muestran como todo el suceso fue una artimaña del subsecretario quien embistió la cámara para fingir al mejor estilo de un futbolista o de un protagonista de novela una agresión para desacreditar a la prensa. Pero todo este suceso tiene una historia detrás, resulta que era el día de elección del magistrado a la corte constitucional, donde fue electa Diana Fajardo, que estuvo lleno de polémica por las declaraciones del Senador Armando Benedetti donde presionaba la elección de fajardo con la amenaza que el proceso de paz se acababa si no era electa. Saúl Castro se dedicó a hacer lobby por el candidato del ex procurador Ordoñez, Motta, esto fue advertido por Noticias Uno, quien registro los hechos y siguió al funcionario, quien realizo este montaje, luego del escándalo el funcionario salió a vacaciones, y envió una carta donde excuso su actitud y hablo de un malentendido, los senadores pidieron excusas y hablaron de engaño, pero no se disculparon por la actitud vehemente en contra de la prensa. El presidente Lizcano no puede destituirlo, pero ante la pedida de renuncia propuesta del senador Robledo solo 12 votaron por él si, 2 por el no, y los demás no asistieron, o se salieron como el Centro Democrático. En fin, otro episodio lamentable del congreso, que no pudo salir con gallardía y que queda una vez más una institución sin ninguna confianza por parte de la ciudadanía, que ven representada en esta institución todos los demonios de la sociedad colombiana.
DERECHOS DE LOS PUEBLOS
Si bien es cierto que ordinariamente se habla de los derechos humanos para referiré a los derechos fundamentales de los individuos, porque son estos los titulares de cada uno de ellos, tal afirmación no indica que los pueblos carezcan de ciertos derechos. Porque los pueblos, entendidos como conjunto de personas o colectividades de una población con factores comunes que le dan una identidad, como sucede con las minorías étnicas, indígenas y lingüísticas, y, con mayor, aquellas colectividades que constituyen naciones, también tienen derechos. Unos, derechos de carácter político, tanto internacionales, cuando se tienen frente a los Estados como el de la libre autodeterminación de los pueblos coloniales (Declaración de la ONU de 1970), como internos, cuando se refieren al ejercicio político dentro del Estado Interno. Siendo estos últimos los derivados del conjunto de derechos individuales, tales como los de participar directa o indirectamente (por medio de representantes) en asuntos públicos, a reclamar elecciones periódicas con sufragio universal e igual y a participar en ellas y a tener acceso a las funciones públicas en pro de igualdad (art. 25 del pacto internacional de derechos civiles y políticos, y art. 23 de la Conv. Interamericana de San José de Costa Rica), sin perjuicio de los derechos políticos de carácter internacional, como los de autodeterminación de los pueblos. Pero también existen otros derechos de carácter social universal, como son: De una parte, el derecho que tienen los miembros de una población a exigir del propio gobierno los medios y las protecciones necesarias para “hacer efectivos” esos derechos (art.2º. num.2 y 3 de dicho Pacto) (art. 25 de la Convención de San José) y las libertades de expresión, reunión y protesta pacífica (arts. 13 y 15 de la Conv. Interamericana de Derechos Humanos); y, en caso, de incumplimiento de dichos compromisos, bien puede denunciarse el caso ante la Comisión Internacional de Derechos Humanos, que, previa indagación, puede establecer dicha solución con la eventual conciliación o con demanda posterior ante la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (arts. 33 y ss. del Pacto de San José). Y, de la otra, el derecho de las minorías “en común y con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural y practicar su propia religión y a emplear su propio idioma” (art. 27 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
LA MALDAD
*Marta Saenz Correa Existen personas malvadas y eso no se puede negar; pero es difícil establecer si nacieron malvados o fue su entorno y crianza los que les dieron esas características. Para algunos investigadores, la maldad va atada a nuestros genes, y algunas personas simplemente nacen malas. La inteligencia y la capacidad cognitiva de cada persona influyen también en el punto de maldad que puede hacer una persona. Cuanta más inteligencia, se puede actuar de manera más perversa y tener mayor capacidad para engañar y esconder lo que se hace Sobre el gen del mal se ha investigado mucho. Lo cierto es que hay numerosos estudios que se centran en el debate sobre si existe el gen de la maldad; por otro lado, los resultados de estos estudios no apuntan en la misma dirección, algo que ha hecho que el debate se abra aún más. El doctor Kent Kiehl, neurocientifico de la Universidad de Nuevo México, descubrió que los psicópatas tienen menor densidad neuronal en el sistema paralímpico, que es una de las zonas fundamentales para el procesamiento de las emociones. Si bien la ciencia no tiene nada claro que exista un gen de la maldad, si es cierto que muchos coinciden en que hay circunstancias biológicas y culturales que propician la perversidad. La maldad es obrar siendo consciente de que se hace daño innecesario a otro ser, y nace de la voluntad. Por muy determinada que esté nuestra conducta, cada acto de maldad depende de una decisión individual: puede hacerse o evitarse. Todos, a lo largo de nuestra vida, hemos actuado con maldad muchas veces de forma circunstancial y transitoria movidos por emociones del momento: rabia, envidia, miedo, venganza, frustración. Lo que nos cuesta aceptar es que todos somos capaces de obrar mal y hacer daño a los demás, la falsa creencia en la bondad natural empieza por nosotros mismos, y la premisa que no existe ni bondad ni maldad natural humana. Adolf Tobena, experto en maldad humana, catedrático de psicología médica y psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona, define la maldad como el goce reiterado y cruel con la desgracia ajena. Sostiene que somos malos porque nos enfrentamos cotidianamente a situaciones que exigen de nosotros codazos, empujones, y trampas para defendernos. La competición social, ineludible en nuestras vidas, conduce a ello incluso entre las personas más correctas. Consentir y disculpar cualquier acto de maldad nos inclina a seguir haciendo el mal hasta convertirnos en perversos. Para combatir la maldad, lo primero que hay que hacer es reconocer que existe. La maldad aparece cuando existen estrechas relaciones entre los hombres y se les obliga a seguir unos compromisos para mantenerlas. El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad. sufrimiento a los demás.