Es bien sabido que las clases políticas en todas partes del universo, tratan, por todos los medios, de acceder, mantenerse o perpetuarse en el poder, acudiendo, si fuere el caso, a reelecciones o ratificaciones dentro o fuera de su partido.
Pero también lo es que, de manera diversa, tratan de hacerlo, acudiendo en no pocas ocasiones a mentiras, engaños y, en general, a manipulaciones de la sociedad y, en especial, del electorado, mediante promesas o promoción de ideales engañosos, etc.
De allí que las dictaduras, como la que ahora representa Maduro en la República Bolivariana de Venezuela, no sean ajenas a este tipo de manipulación. Puesto que ella empezó con el Presidente Hugo Chaves Frías, cuando, con el pretexto de un ideal bolivariano, quiso generar y, en verdad lo logró, una “creencia social bolivariana”, en el sentido de hacerle generar en la sociedad venezolana “la idea de hacer real el pensamiento bolivariano”, a fin de aparentarle un protagonismo social.
Pero que, en el fondo, lo que propugnaban públicamente era generar en sus líderes una semblanza y hasta una reencarnación del “libertador Simón Bolívar”, con el propósito oculto de esconder sus verdaderas intenciones de perpetuarse en el poder en beneficio de sus allegados.
Pero menos mal que la mayoría de los Venezolanos han despertado de ese estado de somnolencia política, y comienzan a reconocer que ellos mismos han de ser los protagonistas de su propio destino.