*Marta Saenz Correa.
Aunque hay quienes no creen en el valor de la amistad, y aseguran que los amigos se cuentan con los dedos de una mano, tener un buen amigo es una bendición. En algún momento, todos hemos creído tener un amigo al que le hemos confiado nuestros temores, secretos, tristezas y alegrías. Un amigo fiel, leal, que sabe escuchar y aconsejar, que nos muestra empatía y en ningún momento busca sacar provecho de nosotros o hacernos daño.
Lo ideal es que un buen amigo te ofrezca su cariño y respeto y nunca te traicione; sin embargo, algunas veces los amigos lo hacen, por lo que es importante aprender cómo lidiar con la difícil tarea de perdonar y seguir adelante.
Traicionar, es defraudar, aquella falta que quebranta la lealtad o fidelidad que se debería guardar hacia alguien o algo. A todos nos ha ocurrido alguna vez, alguien nos ha traicionado, y en esos casos se genera el sentimiento de haber sido utilizado para beneficio del otro. Nos quejamos y sorprendemos porque es difícil comprender que las personas nos fallen, pero no podemos evitar que nos traicionen.
Cuando un amigo nos traiciona dejamos de creer en él. La traición es considerada un atentado a los principios, a la dignidad y a la confianza depositada en las personas que queremos. Se genera en los traicionados, ira, impotencia y rabia, sentimientos difíciles de asimilar que pueden producir deseos de agresión y venganza hacia el traidor; aparte de traer consigo dolor, humillación, impotencia, y en algunos casos hasta la pérdida de autoestima que puede fácilmente arrastrarnos a la depresión.
Cuando experimentamos el dolor de la traición, sentimos devaluada la confianza depositada en quienes llamamos amigos, y las heridas de la traición pueden cambiarnos el rumbo para bien o para mal. Es posible que en adelante se deje de creer y confiar en los demás; que en cada persona se vean ojos de traición, o puede que aprenda a ver una lección en cada situación problemática.
Todo en la vida tiene una razón de ser, aunque no lo notemos en principio. A veces perdiendo, ganamos, y en casos como estos obtenemos experiencia, conocimientos, y nos fortalecemos. El acto de perdonar ayuda, pero sin olvidar la ofensa, para efectos de no repetir el mismo error. Lo importante, es evitar el resentimiento para que cuando recordemos lo ocurrido lo hagamos sin dolor. Como seres humanos que somos, cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos. Después de una caída hay que levantar el espíritu, la autoestima y la autoconfianza y demostrarle al que te ofendió todo lo que se perdió por haberte defraudado.
La traición no es una oportunidad para desconfiar en los demás. Es una oportunidad para crecer como persona y elegir mejor a las personas que te rodean.