*Marta Sáenz Correa
Nadie está exento de los vaivenes de la vida, y es en los momentos de adversidad cuando atravesamos emociones muy poderosas como la tristeza, la impotencia, la frustración, produciendo en nosotros un intenso desequilibrio emocional. Ante una situación difícil usualmente nos negamos a reconocer que nos afecta y duele, pero el dolor es necesario porque nos ayudará a reconstruir lo sucedido y a asumir la pérdida.
La adversidad, es más que un apuro o un contratiempo y podríamos definirla como una serie de dificultades que pueden causarte desesperanza y depresión y evitan que logres tus metas y encuentres la felicidad. Cuando la adversidad nos golpea y experimentamos esas emociones tan poderosas, resulta beneficioso expresar aquello que sentimos con algún familiar o amigo, o a través de la escritura para ser más conscientes de lo que no sucede y podamos liberar algo de la carga emocional que llevamos día a día.
Según la American Psychological Association, ante la adversidad tenemos en común una misma cosa: un flujo de fuertes emociones difíciles de manejar, combinado con un sentido de incertidumbre hacia el futuro. En esta situación, hay personas que se hunden más fácilmente que otras, y encontramos en un extremo a quienes no levantan cabeza tras un golpe de la vida y, en el otro, a quienes se esfuerza en ver las oportunidades que se presentan en medio de la desgracia.
Las situaciones difíciles son imprescindibles, por lo que requieren iniciativa y valentía; de nada sirve venirse al suelo y derrumbarse. Tenemos derecho a sufrir el impacto unos días mientras lo asumimos, pero después debemos levantarnos y luchar con ganas, fuerza y optimismo. Para seguir ilusionándonos y formar parte de un mundo y una familia que apuesta por nosotros, se requiere compromiso con uno mismo, con los demás, y con la vida. El compromiso exige fuerza interior, autoestima, valentía y de nuestro empeño para levantarnos y seguir siendo nosotros mismos.
Quizá te sientas solo e incomprendido, pienses que tus problemas te sobrepasan o que son mayores que los que otros afrontan. Pero a pesar de lo que creas, tú también puedes levantarte y seguir adelante. Las relaciones fuertes y sanas constituyen un enorme apoyo ante situaciones de adversidad. Pero las relaciones no se construyen en un día, hemos de hacerlas crecer con respeto, cariño, confianza y honestidad. Por ello, céntrate en construir relaciones duraderas con las personas que te rodean.
Finalmente, si quieres superar una adversidad, tienes que concentrarte en los aspectos positivos de tu vida o en las cosas buenas que esperas te sucedan y verás que hay más razones por las cuales sentirte feliz y luchar de las que crees.
No podemos evitar la adversidad, pero si cómo reaccionar ante ella. Una situación difícil brinda la ocasión para aprender un poco más sobre nosotros mismos.