El libre examen es aquella convicción racional e ideológica y racional en virtud de la cual la libertad de pensamiento es la actividad del ser humano que no solo permite conocer las realidades de lo que somos, nos beneficia y lo que seremos, y, en general, nos permite conocer la verdad; sino que también nos facilita proyectarnos y procurar la proyección de la sociedad en su bienestar.
De allí que esta convicción comience, en primer término, por tomar como orientación dominante y prevalente nuestra razón, esto es, nuestra capacidad mental que, con independencia de nuestra confesión religiosa, para establecer u ordenar nuestros conocimientos, por lo que, por sí mismo y sin imposición dogmática de la divinidad, contribuye a la sociedad.
En segundo lugar, esta libertad hace del ser humano una orientación de sí mismo debido a lo que le indique su conciencia racional, la que conlleva a no aceptar sugerencias o imposiciones personales y organizativas, que directa o indirectamente (v.gr. mediante engaños o manipulaciones) su conciencia o su racionalidad.
En tercer lugar, la mencionada concepción también se caracteriza porque hace parte de la comunidad que privilegia la libertad de pensamiento sobre cualquier organización a la cual pertenezca, sea la familia, la empresa y la religión, el partido político, el Estado, etc.; por lo que, siendo compatible con estos, el seguidor del libre examen tiene que respetar las demás organizaciones que no la contraríen.
En cuarto lugar, el representante del libre examen no solo permite que se examine, critique y reexamine una idea, comportamiento o resultado, sino que, ante todo, se demuestre y, si fuere el caso, se refute con la necesidad científica, a fin de que nos puede conducir al conocimiento de la verdadera realidad (verdad). Por lo que rechaza todo dogmatismo o verdad absoluta, a menos que sea aquella debidamente demostrada como tal.
En quinto lugar, el digno representante del libre examen viene a ser, entonces, aquel que obra autónomamente, esto es, aquel que no solo piensa por sí mismo, sino que también actúa por sí mismo, es decir, teniendo como guía su propia conciencia racional. Que le permite aceptar o adherirse a la idea que desarrolle a la humanidad y sus libertades, derechos y deberes; por lo que rechaza cualquier manipulación o sustitución de su capacidad decisoria.
En sexto lugar, esta orientación también se caracteriza por gozar de una capacidad de decisión por sí misma, que debe respetarse en todas sus manifestaciones, sea en las decisiones de su libertad personal, como en sus relaciones de pareja, adquisición de bienes y servicios, manifestación de preferencias, emisión de voto, de motivación conductual, etc. Por lo que se resiste a su perturbación externa.
En séptimo lugar, el libre examen también se caracteriza por el reconocimiento de la tenencia de una capacidad para conocerse y corregirse así mismo, y de saber quién es y quien quiere y puede ser, en su desarrollo y capacitación, por lo que rechaza los prototipos nacionales, regionales, sociales y culturales, intelectuales, etc. particularmente cuando son destructivos, negativos o discriminatorios.