*Marta Saenz Correa
La reconciliación es el restablecimiento de la concordia y la amistad entre dos o más partes enemistadas; es una reunión amistosa post-conflictual entre previos oponentes que restaura una relación social alterada, y un mecanismo de resolución de conflictos que nos permite dejar atrás un enfrentamiento, y retomar un vínculo que se encontraba interrumpido por una desavenencia. Supone recobrar las relaciones, por lo cual, ya no es un proceso individual, sino que implica un acercamiento voluntario de las partes que buscan conectarse de nuevo, sin tener que obligatoriamente perdonar al otro.
¿Cuándo debemos reconciliarnos? Cuando hemos o nos han ofendido, ya sea por no respetar los acuerdos entre las partes o simplemente cuando una de ellas ha denigrado a su interlocutor. La parte ofendida espera explicaciones, y luego de haber aclarado los puntos de la discordia, se acuerda la paz entre ambas partes. Previo a esto, la tarea es reconciliarse con uno mismo, lo cual puede llegar a ser un proceso arduo para aquellas personas que durante años han arrastrado dolor, experiencias poco gratas y básicamente, mucho desconocimiento sobre sus propios intereses y necesidades.
Son muchas las personas que con ahínco e interés intentan sin éxito perdonarse y pasar la página a historias del pasado. Intentan olvidar, mirar con optimismo el futuro, y tranquilizarse, pero cuando hacen silencio o cuando más están disfrutando de su vida, nuevamente aparece el sentimiento de culpabilidad, esa amarga experiencia.
Uno de los estudiosos del perdón en el ámbito de la psicología, Robert Enright, define el perdón como la modificación de los pensamientos, sentimientos y conductas negativas en relación con un ofensor. Los sentimientos y el juicio negativo se reducen, no porque el ofensor no sea merecedor de ellos, sino porque la victima ha decidido libremente considerar al ofensor con compasión, benevolencia y amor. Al no perdonar, la persona ofendida esta encadenada a la persona que le hizo el daño y, mientras no la perdone, no podrá sustraerse al poder que el ofensor y la ofensa tienen sobre ella.
Para que ocurra una reconciliación es necesario que una de las partes pida perdón y que se proponga no volver a cometer el error. A veces el daño es tan grande que no se puede confiar más en esa persona, pero, aunque no sea posible la reconciliación, el perdón si lo es. El perdón es la liberación de la carga del dolor que llevamos por dentro y un regalo para uno mismo que implica desprenderse de lo que ha pasado. Recuerda que el objetivo primordial de la reconciliación es hacerle saber a la persona que te arrepientes de lo que ocurrió y reafirmarle cuán importante es para ti.
Sin reconciliación es imposible vivir, a lo sumo, sobrevivimos esclavizados por nuestra historia, nuestras exigencias, y por el resentimiento…Pero no nos engañemos, esto no es vida.