A pesar de que oficialmente aún no ha empezado la campaña electoral de 2018, lo cierto es que ya se han dado los primeros pasos para su inminente realización.
Y lo primero que se observa es la adopción por parte de todos los partidos y movimientos de una estrategia de apertura electoral dirigida, esto es, la adopción de una actividad política con identidad propia pero abierta al llamado y la consiguiente recepción de otras actividades políticas, que, además de considerarse afines o armónicas, también persiguen constituir una fuerza política con alternativas de alcanzar algunos manifestaciones del poder político.
Sin embargo, la misma naturaleza de la actividad política, hoy día de carácter protagónico y de ejercicio personalista y, en algunos casos, hasta caudillista, han dificultado dicha apertura, tal como lo comienzan a demostrar la primera etapa de las inscripciones de las listas a corporaciones públicas.
Ello explica que todos los partidos y movimientos, incluyendo al mismo partido del Centro Democrático, hayan adoptado el aún vigente sistema electoral del voto preferente, como instrumento para promover una mayor apertura no solo de nuevos candidatos, nuevas empresas electorales, nuevas organizaciones y nuevas ideas electorales, sino también para ampliar las posibilidades de nuevos liderazgos regionales, que faciliten una mayor votación y una mayor participación en las corporaciones públicas, que, a su vez fortalezcan e impulsen una posterior candidatura presidencial.
Luego, no se trata de un desdibujamiento de la actividad partidaria, la cual sigue manteniéndose esencialmente intacta, sino, que sencillamente se trata de una simple estrategia de apertura electoral con fines estrictamente electorales, ajenos al beneficio de la sociedad colombiana.