FANTASMAS SOCIALES

En esta época de la postverdad, donde se crean noticias falsas en las redes sociales que aparentan verosimilitud se hace necesario estar prevenidos contra los fantasmas sociales Porque los fantasmas, entendidos en el sentido estricto, como aquellas apariciones que carecen del cuerpo real o esencial que tratan de expresar, no solamente han existido, sino que aún siguen existiendo, pero de una forma diferente. En efecto, es bien sabido de muchos relatos antiguos de la humanidad que involucran las apariciones de fantasmas, especialmente de espíritus de las personas fallecidas respecto de los cuales la mente humana se ha generado un temor general  hacia ellos, entre otros, por no tener un control sobre los mismos. Sin embargo, son muchos más perjudiciales y muchos  más numerosos, los actuales fantasmas sociales, esto es, aquellas creaciones imaginarias de entes que efectivamente no existen, hechas por otros entes que si existen realmente, quienes emplean aquellas creaciones para engañar, coaccionar y defraudar a los demás en los campos de la vida social en que se desempeñen. En efecto, así encontramos a las creaciones fantasmales de los nuevos alumnos o de las nuevas personas afiliadas a  la salud, con el fin de obtener y apropiarse de los subsidios estatales de ellos. Y lo mismo acontece con la organización de instituciones fantasmas, como fundaciones, institutos, etc. que se constituyen por parte de  inescrupulosos para obtener y apropiarse de los beneficios de estas, e, incluso, para aparentar una vocación de servicio social, o para aparentar un poder real (como sucede con las sociedades o entidades de papel, etc.) Y ello también suele darse, hoy con mayor razón, en las personas naturales y jurídicas fantasmagóricas, que actúan dentro de la red electrónica, que no solo ocultan su existencia, sino que,  en algunos casos, ocultan su imagen, condiciones, características e intenciones perjudiciales. De allí que sea necesario estar atento para evitar y combatir a los fantasmas sociales del momento, especialmente los de carácter político.

La bondad nos hace mejores personas

 Marta Sáenz Correa Vivimos en un mundo altamente competitivo, en el que prevalece el egoísmo y el individualismo, por lo cual vale la pena recordar la bondad, como acto de dar a lo demás desinteresadamente. La práctica de la bondad está emparentada psicológicamente con alcanzar la felicidad real y duradera. La bondad que produce felicidad es la que se realiza y se experimenta espontánea y naturalmente, dejando a un lado la búsqueda de recompensa o gratificación, y con el convencimiento que gracias a los actos propios se está haciendo feliz a un tercero. La bondad mejora la vida de los que la reciben, y se relaciona con valores como solidaridad, generosidad, amor, unión y felicidad. Según los expertos, es una mezcla de cualidades como la calidez, la confianza, la paciencia, la gratitud y la lealtad. El único propósito de la bondad debe ser el deseo de ayudar, siendo generosos y atentos con la otra persona. Una persona bondadosa tiene una cálida sensación de bienestar interior; te hace digno de confianza ante personas y situaciones; aprende a ser benevolente, conciliador y considerado, y trasmite energía positiva a otras personas. La autora inglesa Bernadette Russell, en su libro The Little Book of Kidness, enfatiza que los seres humanos hemos olvidado que “la Bondad es la clave para vivir más y mejor”, señalando que la bondad se expresa en acciones pequeñas y grandes desde ayudar a alguien con una dirección hasta salvar a una persona de ahogarse. La autora indica que la bondad es una expresión de fortaleza y no de debilidad, pues requiere de mucho coraje responder al odio con amor y al miedo con esperanza Russell también plantea que no solo es importante ser bondadosos con las otras personas, también hay que serlo con la madre naturaleza. La gente que compra mucho puede hacer un acto de bondad al limitarse a consumir solo lo estrictamente esencial. Comer carne una sola vez a la semana es de gran ayuda para el medio ambiente, así como economizar agua. Russell cree que cada pequeño acto de bondad transforma el mundo, siendo la actitud más económica y a la vez más elemental que existe porque si se practica el individuo se siente mejor. En ese sentido no es un lujo, sino una necesidad. Para finalizar, la escritora entrega algunos pasos para ser bondadosos con nosotros mismos como ser consciente de la voz interior que lo critica por cualquier cosa, tratar de no compararse con los demás, y si alguien le dice algo bonito, agradézcalo siempre. No es fácil, pero es fundamental continuar en la lucha con nuestras propias fallas y defectos para transformar a esta sociedad cada vez más a la deriva.   “Nuestro principal propósito en esta vida es ayudar a otros. Y si no puedes ayudarles al menos no les hagas daño”. Dalai Lama