*Marta Sáenz Correa
Los humanos mentimos y mucho. Mentir es decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa. De hecho, algunos investigadores creen que nuestra ceguera frente a la mentira responde al deseo de los seres humanos de ser engañados: preferimos una fábula cuidadosamente armada antes que la cruda realidad, sobre todo si va en contra de nosotros mismos.
David Livingstone, de la Universidad de Nueva Inglaterra (EE.UU.) concluye que mentimos de forma espontánea igual que respiramos o sudamos, y nos recuerda que el ser humano es el único animal capaz de engañarse a sí mismo. La gente miente para quedar bien o para excusarse; para obtener lo que quiere; para no perder derechos; para dejar una mejor imagen de sí mismos; para ganar respeto; para ser tratado de forma diferente; para no ser rechazado o castigado; para defender su autoestima; para proteger su intimidad o la de las otras personas; para resolver situaciones incomodas, o simplemente para quedar bien; para postergar decisiones; para no lastimar los sentimientos de otros; para salir rápidamente de un problema, en fin, la lista es larga. A veces negamos la evidencia, pero mentir parece un elemento intrínseco de la naturaleza humana.
La mentira cumple la función de ocultar la verdad, y de proveer una impresión favorable ante los otros, dando seguridad y protección, y evitando la vergüenza pública. La mentira no discrimina escenarios, mienten jefes y empleados, maridos y esposas, estudiantes y maestros; todos mentimos a lo largo del día. Los hombres quieren parecer más poderosos, ricos e inteligentes de lo que son, y las mujeres quieren mostrar más interés por los demás del que tienen realmente. Una persona puede ser considerada hábil, diplomática o astuta y reconocer en ella la mentira como una cualidad positiva. De algunas profesiones, como ocurre con los políticos, ya nos hemos acostumbrado a que no siempre dicen la verdad.
Las mentiras tienen relación directa con la autoestima. Mentimos cuando nuestro ego se ve amenazado o cuando queremos sacar provecho de una situación. Luego, no es difícil entender que la mentira es un mecanismo de defensa, un arma más para la supervivencia.
Las pistas para descubrir mentiras: el que miente evita cualquier referencia a su persona en sus mentiras; la voz del que miente sube de volumen debido a la tensión asociada con la mentira; se utiliza comúnmente frases como créeme, honestamente, sinceramente, francamente; se identifica un aumento significativo del movimiento de las manos hacia la cara, así como la contracción de los músculos faciales y dilatación de las pupilas; y, el uso de expresiones como confía en mí, no tengo ninguna razón para mentir, y hablando francamente.