Marta Sáenz Correa
Vivimos en una sociedad que premia al ganador, y minimiza al perdedor, en la que nos aceptan por lo que podemos lograr, y no por lo que somos, lo que nos genera la sensación de que, si no ganamos no merecemos pertenecer. En definitiva, es la cultura del merecimiento, no de la incondicionalidad la que domina la mayoría de los espacios en donde nos desarrollamos como individuos.
No siempre se puede ganar; por más que pongas todo tu empeño y te prepares, habrá circunstancias que te pueden llevar a la derrota. A diferencia del fracaso, la derrota es un término puramente objetivo que se refiere al desajuste entre el resultado deseado y el resultado obtenido. Cuando te derrotan, tu mente, se concentrará en el resultado no obtenido y eso te producirá una sensación negativa de perdida, privación del premio y posiblemente de duda de tu propio valor. Hoy, especialmente, es un día para tocar el tema, ya que muchos compatriotas que se atrevieron a aspirar a tener una curul en el Congreso de la Republica, sentirán el sinsabor de la derrota.
Aceptar un fracaso requiere una actitud vital sólida, saber a qué se juega, conocer el auténtico significado de lo que se está haciendo y sobre todo, entender que siempre hay dos posibilidades, y una de ellas, se llama perder. Paulo Coelho describe la importancia de saber perder: » Un guerrero acepta la derrota como una derrota, sin intentar transformarla en victoria”.
Ahora bien, existe una diferencia entre ser derrotado y sentirse derrotado; al fallar, las emociones pueden distorsionar la perspectiva. En lugar de pensar de forma obsesiva en el error, trata de enfocarte en lo que puedes hacer bien la próxima vez. Recuerda que esto también pasará, trata de dejar atrás lo que no puedes cambiar y esfuérzate por ser respetuoso con quien sea o lo que sea que te haya derrotado; piensa en lo que recién experimentaste y trata de entender tus sentimientos al respecto; reconoce tu esfuerzo, y mantén la perspectiva, quizás no hayas podido evitar lo sucedido, pero si puedes controlar la reacción ante la misma: respira profundo y trata de ser lo más sensato posible.
En resumen, acepta la derrota y no permitas que te siga dominando. El fracaso es un paso necesario hacia el éxito; solo significa que aún no lo has logrado. Simplemente considéralo como una manera de prepararnos y ser más fuertes de cara a la consecución de un objetivo mayor. Que sea la derrota la que te inspire a seguir luchando, que te desafíe a seguir intentándolo. No te des por vencido, simplemente trata con mas ahínco.