Al lado o por encima de los reconocimientos políticos electorales se encuentra el “reconocimiento social”, porque este ha de fundarse en méritos sociales que involucran a todos los habitantes y no a limitados partidarios. Sin embargo, si bien es cierto que resulta natural que todos queramos ser reconocidos al menos como seres humanos útiles a la humanidad, también lo es que ello no siempre se logra, ni tampoco los medios sociales de comunicación (incluyendo, las redes sociales) contribuyen a ello.
En efecto, la situación suele comenzar con la falta de preparación que suele recibirse en la crianza y la escolaridad sobre la necesidad y forma no solo para sobresalir y destacarse en la familia y la sociedad, descubriendo y desarrollando sus potencialidades, facilidades y habilidades (por el conocimiento, la música, la investigación, etc.), sino también por el desconocimiento de la forma de darse a conocer y ser reconocido en sus cualidades humanas, deportivas, educativas, artísticas, etc. en los medios familiares, escolares, universitarios, sociales en general.
Y precisamente, ello contribuye a que se supla individual o socialmente (por amistades, informaciones, etc.) la forma de hacerlo, de manera inadecuada, generando frustraciones personales, educativas y sociales, o manifestando reconocimientos públicos mediante actos de transcendencia reconocida e impacto social, tal como sucede con actos perjudiciales, escandalosos, violentos o contestatarios, inelegantes, agresivos, críticos, etc. anormales o extravagantes, llegando a la comisión de delitos (v.gr. pandillas, bandas, mafias, etc.), que van a generar un incidente negativo en la persona. De allí que sea necesario emplear dentro de la formación actual el reconocimiento adecuado de las nuevas generaciones, a fin de garantizar una perspectiva de desarrollo futuro, sin desconocer que los actuales también podían hacerlo, de acuerdo a las circunstancias.
En ello también tienen una gran incidencia en medios de comunicación social, ya que también pueden ser orientados y, en algunos casos, pueden ser manipulados por personas e instituciones que, con el propósito de obtener un reconocimiento personal, institucional o funcional (sobre determinados actos, acciones, actividades o servicios, etc.) pueden obtener la divulgación o reconocimiento acertado a quienes, con respecto de ciertas acciones, tienen mérito o valor para ese efecto (v.gr. servicio a la comunidad, pero también pueden ser utilizados para reconocimientos desacertados a quienes no lo tienen (como sucede con los aparentes filántropos, cuando solo persiguen las utilidades etc.), ir más allá de lo que tienen (como ocurre con los aparentes líderes, cuando solo son buenos administradores) o por fuera de ciertos méritos (tal como cuando se exaltan especiales valores morales, cuando sus valores son estrictamente profesionales), acudiendo a engaños, manipulaciones e, incluso a la violencia o amenaza.
De allí que sea necesario prevenir, afianzar y, si fuere el caso, reconducir la distorsión y aprovechamiento indebido del reconocimiento social contraproducente, so pretexto de la divulgación de noticias, sucesos o historias.