*Marta Sáenz Correa.
El acoso escolar o matoneo, es cualquier forma de maltrato psicológico, verbal o físico que se produce entre compañeros de manera sistematizada y continua; es una especie de tortura en donde el agresor, con la ayuda de sus cómplices, toma como blanco a un compañero de estudio, llegando a tal nivel de intimidación que la víctima no se atreve a pedir ayuda, enfrentar el problema o comentárselo a sus padres y/o profesores. La mayoría de las veces, la victima suele ser mas débil física o socialmente que sus abusadores y con poca posibilidad de defenderse.
El vacío en la educación de los pequeños, quizá la falta de atención, amor y comunicación por parte de los padres u otros factores externos como los videos juegos, la TV, música, películas han influido para que los chicos crezcan en ambientes hostiles que coadyuvan su mal comportamiento. De otro lado, los niños intimidados pueden tener problemas en su personalidad como inseguridad, baja autoestima, etc.
Las consecuencias de la intimidación escolar, así estas no parezcan tan graves, pueden ser nefastas; si estas situaciones no se detienen a tiempo, los niños que la padecen pueden empezar a tener problemas de depresión y a desarrollar conductas muy violentas y auto agresivas. Generalmente debido a la intimidación emocional de los victimarios, las victimas tienden a guardar silencio y no hacen manifiesta la situación que padecen, por lo cual es muy importante que, como padres o maestros, mantener una buena y sana comunicación con nuestros niños.
Los especialistas aseguran que cuando se presentan casos de intimidación escolar existen tres grupos importantes a quienes hay que direccionar todas las estrategias: las víctimas, los intimidadores y los testigos silenciosos u observadores. Los últimos, son aquellos niños o niñas, que presencian las situaciones de acoso y no intervienen ni directa o indirectamente. Por lo cual, existe una posibilidad inmensa de revertir situaciones de acoso escolar y es enseñándole a los niños a que sean justos y equitativos. Cuando hay acoso, los menores deben ser conscientes de que se está presentando un comportamiento entre dos personas que es desigual y abusivo y aunque no tenga que ver conmigo, esa conducta le hace daño al otro y por ello hay que ayudarle, ya sea defendiéndolo o contando a un adulto que estas situaciones se están presentando.
Finalmente, es necesario reconocer que son las instituciones educativas y la comunidad educativa, los actores principales para prevenir, detectar y atender la intimidación escolar, y que nos queda como padres la tarea de detectar a tiempo el cambio de genio de los niños de un momento a otro, es decir, de alegres pasan a ser agresivos, aislados, irascibles, ansiosos, o los síntomas de una baja autoestima.