No existe la menor duda de la importancia de la revolución tecnológica en materia telefónica para beneficio de la humanidad, especialmente para acercar a los seres humanos y para facilitar sus relaciones.
Sin embargo, el empleo masivo y constante de los equipos móviles o celulares suele generar preocupación, particularmente cuando aparentemente no presta utilidad.
Pues algunas veces la conectividad excesiva obedece a la necesidad de comunicación que revela el usuario, en cuanto desea e, incluso tiene ansiedad de recibir o enviar comunicación a alguien. En otros, esa conexión permanente obedece a la necesidad de recibir o compartir mensajes o vídeos, que expresan para las personas curiosidades para conocer o enterarse de su contenido, que, además de noticias e informaciones, suelen ser publicidades, mensajes, comentarios, propósitos, chismes, etc. Pero en otras ocasiones dichas conexiones simplemente revelan una actitud de entretenimiento visual, que, además de abstraerse momentáneamente de la realidad, genera satisfacción por lo percibido.
Con todo, lo importante de esa conectividad radica en la utilidad que pueda prestar.
Ahora, para lograrlo es indispensable primero adquirir la conciencia de que se trata de una herramienta, que, además de servir para conocer directa e indirectamente cualquier contenido electrónico, también de tener especial utilidad para la actividad que se esté desarrollando, como puede ser el estudio, el trabajo, la investigación, la salud, la prevención, las amistades y la relaciones en general.
Y lo segundo consiste en darle a esa herramienta un empleo adecuado: De un lado, dedicándole el tiempo periódico o razonable en el día (v.gr. dos o tres veces) y no de manera permanente; y, del otro, verificando su veracidad o falsedad, y reduciendo su costo.
Con ello, se adquiere el control útil de su uso, y, consecuencialmente, se previene la dependencia inútil, poco útil o perjudicial de la conectividad electrónica.