Lo que siembras, cosechas
*Marta Saenz Correa. Cada nuevo día es una oportunidad para tomar decisiones, y por más repetida y monótona que sea la rutina de vida también es una elección, solo que no somos conscientes de ello. Muchas veces nos arropan las responsabilidades y no nos damos cuenta de lo que vamos dejando en el camino, las palabras que decimos, la manera como tratamos a nuestros hijos, pareja o amigos, el saludo no respondido o el gesto que hemos tenido con alguien. En algunos días, las cosas no salen como deseamos, juzgamos nuestra suerte por lo que no logramos y abandonamos la oportunidad de sembrar en ese día que se nos presenta. Nuestra vida es como un jardín, o como una finca, que debe ser cuidada, cultivada, mantenida. El fruto de nuestro jardín es el resultado de lo que sembramos y de cómo cuidamos nuestro jardín. Nadie es responsable por el jardín de tu vida más que tú mismo, de tu vida, matrimonio, y familia, y la condición de mi vida ahora es el resultado de lo que sembré en el pasado y de lo que dejé que otros sembraran en ella. Cada uno recoge lo que siembra. Si siembras trabajo, recogerás éxitos. Si siembras amor, recogerás felicidad. Si siembras vientos, recogerás tempestades. En definitiva, si quieres que algo ocurra, predisponlo todo para que suceda. Prepáralo, pero hazlo adecuadamente. Eres libre de hacer o no hacer, de pensar o no pensar, de actuar o no actuar, de decir o no decir. No le eches la culpa a los demás de lo que te sucede. Eres libre de tus actos, pero no de sus consecuencias. Si no te gusta lo que cosechas, analiza y cambia lo que siembras. No te canses de hacer el bien, ni dejes de trabajar cuando todo se complica; no crecemos cuando las cosas se vuelven fáciles, sino cuando aumentan los desafíos. El mundo está lleno de gente que quiere recoger frutos de árboles que nunca sembraron, y esto se da en todos los ámbitos de la vida, espiritual, emocional, familiar y económica. Muchas personas pretenden beneficiarse de cosas a las que no han aportado absolutamente nada, y se sienten con derechos a reclamar beneficios por los esfuerzos de otros, tratando de justificar sus intenciones con toda clase de argumentos. Si todos nos ocupamos de sembrar nuestros propios frutos, la vida se tornaría diferente, se evitaría el egoísmo, la necesidad de alimentarse del trabajo ajeno, se compartiría con mayor facilidad y todos estaríamos de alguna manera contribuyendo al desarrollo, sin estar como un oportunista esperando que otro siembre, cuide y coseche para aprovecharnos de sus esfuerzos.
¿ESTADO ARMÓNICO?
A raíz de la evaluación que suele hacerse al finalizar los cien días de todo nuevo gobierno, al actual no les va muy bien. Porque aquella se mueve entre la crítica sobre su improvisación que hacen sus opositores y amigos, y la prudencia que adoptan los medios de comunicación social que sugieren la necesidad de aguardar un período más amplio. No obstante lo anterior, si bien en este momento hay que reconocerle al gobierno de Ivan Duque la separación administrativa que ha hecho del ejecutivo con las ramas legislativa y judicial; también lo es que se hace necesario que el Presidente de la República, como jefe del Gobierno de la Nación Colombiana, ejerza su deber de armonizar las tres ramas del Estado, esto es, la ejecutiva, la legislativa y la judicial. Y esta armonización no se logra con la simple actitud pasiva de la Presidencia de dejar que cada una de las Ramas tengan en cuenta y cumplan sus atribuciones constitucionales y legales. Porque si bien esta actitud, la pasiva, resulta suficiente para el mantenimiento del statu quo de excelsos valores (v.gr. de transparencia, honestidad, eficiencia, etc.) que se ha logrado en un período que se quiere conservar; no lo es cuando, por el contrario, se pretende corregir los defectos y problemas de la mermelada, o de asignación de cupos indicativos y de la corrupción, y cuando se requieren inversiones de recursos económicos, para el desarrollo de esas regiones o localidades. Por lo que se hace necesaria una conducta activa tendiente a obtener esos correctivos. De la misma manera el gobierno puede obtener una aproximación con la Rama Judicial partiendo de la base de la imposibilidad e inconveniencia de acuerdo político, pero de la posibilidad real de un reconocimiento de respeto recíproco a la defensa de los intereses públicos que cada uno tiene. Porque si bien la Rama judicial, como cuerpo no político, ni administrativo, no puede concertar estos acuerdos en vista de que, de acuerdo con la constitución y la ley, no le esta consagrada esa función; no es menos cierto que como uno de los poderes públicos del Estado, tienen un interés jurídico público de defender no solo su existencia y funcionamiento, sino también su mejoramiento. De allí que tampoco resultaría imposible de que el gobierno y congreso lleguen a una aproximación con la Rama Judicial, que, de un lado, garantice no los intereses personales de sus miembros o allegados, sino que asegure a tales órganos y a la Nación el interés de pronta y cumplida justicia, asumiendo su responsabilidad, en caso de incumplimiento; y que, del otro, aseguren a la Rama Judicial no solo su independencia y autonomía en todos los campos (v.gr. judicial, administrativa y presupuestal) como lo señala la Carta Política, sino también su desarrollo nacional como escudo y pilar de la democracia, y la mayor eficiencia de la justicia al servicio del ciudadano, con el apoyo comprometido de todos las entidades del Estado, incluyendo las nacionales, las departamentales, las municipales o distritales y las internacionales. Por lo tanto, el interrogante que surge ahora es el de si el Gobierno de Ivan Duque dará el paso hacia la armonización funcional del Estado?