¿La Razón o la Emoción?
*Marta Saenz Correa En un periodo de la historia de la humanidad se cultivó la creencia de que las mejores decisiones se toman desde la razón, sin embargo, tomar decisiones dejando a un lado las emociones no siempre es la mejor opción; y tomar decisiones desde las emociones, olvidándose de la razón, tampoco es garantía de buenos resultados. Las emociones influyen en nuestras reacciones espontáneas, modo de pensar, recuerdos, en cómo planificamos el futuro, en la comunicación con los demás y en cómo nos comportarnos; además, son nos ayudan a establecer nuestro sistema de valores, y las convicciones y prejuicios que guían nuestra conducta y determinan nuestro comportamiento. Mientras conferimos superioridad a la razón porque creemos que imponerla sobre los sentimientos es un síntoma de sentido común, de madurez y de equilibrio personal y la utilizamos para combatir los sentimientos cuando son indeseables, no nos percatamos de que esa misma falta de deseo tiene mucho sentimiento, aunque la justifiquemos con argumentos racionales. Es decir, muchas veces mentimos y nos engañamos a nosotros mismos al justificar racionalmente lo que en realidad estamos haciendo por razones emocionales. De lo anterior podemos afirmar que somos razón y emoción, fuerzas que en ocasiones apuntan hacia el mismo lugar pero que en otras se enfrentan y nos obligan a tomar una decisión. Tenemos la opción de seguir a nuestro corazón o de hacer caso a la lista de pros y contras. La mayoría de estudios al respecto indican que en el proceso de decisión por lo general ganan las emociones. Esto es así, básicamente, porque la razón ocupa un nivel superior en la escala de elaboración de las experiencias subjetivas. Así, se necesita más experiencia, más tiempo y un grado mayor de habilidad para construir razones que para dejar nacer emociones. Simplemente, algo que se percibe como beneficioso, desata emociones de agrado, o al contrario. ¿Cómo conseguir el equilibrio entre razón y emoción? Para comenzar, es importante que nos conozcamos a nosotros mismos. Es fundamental que cuando surja un sentimiento o una emoción sepamos identificarlo y saber por qué ha venido y cómo va a evolucionar. El siguiente paso será manejar nuestros impulsos. Si somos capaces de controlarlos, podremos aceptar mejor las circunstancias que nos presenta la vida y que no podemos controlar. Por último, la empatía se presenta como una cualidad fundamental en el manejo de las emociones. Reconocer las emociones en los demás y saber por qué están sintiéndose de una determinada manera también será muy útil.
PRÓXIMA ALCALDÍA DE BOGOTA
Con ocasión de las próximas elecciones regionales a celebrarse en el mes de octubre del año en curso, comienza a surgir la inquietud sobre la persona que podría resultar elegida para la alcaldía de Bogotá. Sin embargo, antes de hacer pronósticos entre todos los candidatos inscritos, el “Observador Universal”, desea contribuir a un mejor acierto de los ciudadanos en dichas elecciones poniendo a su consideración ciertos interrogantes que permitan a las ciudadanos hacer las reflexiones que sean indispensables para determinar el candidato o candidata que resulte más conveniente para la Capital de la República. Lo primero que resulta importante reflexionar sobre “a quienes ha de representar la persona que sea elegida para la Alcaldía de Bogotá”, si a una minoría, a una mayoría, o a toda la ciudadanía; y si ha de representar a una cualidad carismática del candidato o a una cualidad de dignidad y honestidad. Porque de este análisis, podrá inferirse si la persona que resulte elegida, también lo represente aunque no haya depositado por ella. Lo segundo que resulta necesario es establecer es la “confiabilidad que representan las personas aspirantes” de manera que se tenga la certeza o, por lo menos, la gran posibilidad que ha de obrar decorosa y eficientemente de ser elegida en dicha alcaldía. Para ello resulta indispensable, por ejemplo: Verificar su transparencia, teniendo en cuenta la sinceridad de sus comportamientos y la ausencia o no de manipulaciones personales y políticas en el pasado. Establecer la condición personal de los aspirantes, especialmente en su carácter impositivo o conciliador, agresivo o prudente, improvisador o experimentado, de orientación sectorial o global, de presentación poblacional o de representación personal y empresarial, de políticas públicas partidistas o de políticas públicas ciudadanas, de aprovechamiento personal o de interés ciudadano, etc. Porque todas estas condiciones permitiría visualizar su eventual comportamiento en desarrollo de sus funciones. Y la tercera consiste en verificar la mayor conveniencia para la Capital de la República que tiene cada uno de las propuestas de los distintos aspirantes y la mayor posibilidad de su ejecución para resolver los principales y prioritarios problemas que tiene la Capital de la República, especialmente en lo que atañe a la movilidad, al desempleo, al microtráfico, a la seguridad personal e inmobiliaria, al medio ambiente, a la salud, a la atención y al servicio al usuario, etc.