Mucho se habla de la situación y pensamiento de las nuevas generaciones, especialmente de los llamados millenials. Porque ciertamente se trata de una generación que por su educación y por el desarrollo de las comunicaciones, aumentada con la tecnología de los celulares o móviles, no solo adquieren sino que tratan de desarrollar un espíritu de mundialización y de instantaneidad. Lo primero, debido a la información permanente que se recibe en todas partes de mundo; y lo segundo que se trata de una recepción en tiempo real.
Todo lo cual no solo genera un espíritu de búsqueda, comunicación, viaje, cambio, diversidad y transitoriedad permanente; sino también un interés y deseo de satisfacción inmediata, de muchos o todas sus necesidades en el menor tiempo posible. Los más preocupados por el desarrollo y la satisfacción personal y del medio ambiente que por la adquisición y conservación de bienes de capital permanente (v.gr. inmuebles, vehículos). Son más inclinados al mejoramiento individual, que al familiar, a la transitoriedad que a la permanencia, etc. Con todo, estas aspiraciones no solo deben estimularse sino que también debe contribuirse a su logro.
Sin embargo, aún no se vislumbra con mucha claridad el aporte que estas generaciones habrán de desarrollar por el aseguramiento de las generaciones futuras, en vista de su actual desarrollo individual y familiar que se considera tardío, sino también a su situación productiva y de consumo equilibrado.