*Marta Sáenz Correa.
El diccionario de la Real Academia Española define improvisar como llevar a cabo algo de pronto, sin estudio ni preparación. La capacidad de improvisación es un arma de dos filos; quienes la llevan a cabo de manera exitosa cuentan con una poderosa herramienta de respuesta ante lo inesperado, y quienes la ejercen irresponsablemente o abusan de ella terminan por enfrentar sus nocivas consecuencias.
Según palabras del político Británico Weston Churchill: “El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene y de explicar después por qué no ocurrió lo que él predijo”. Si el político no tiene claro sus objetivos y prioridades y no es previsor, su comportamiento es impredecible; y los ciudadanos quedan condenados a no saber a qué atenerse y a sufrir la zozobra y preocupación producida por la falta de ideas de sus políticos.
Ahora, es cierto que todos nos podemos equivocar, pero no podemos convertir el error en instrumento de gobierno. La causa de tanta incoherencia es la improvisación que se produce cuando el gobernante toma decisiones sin preparación o sin los medios apropiados o suficientes para llevarlas a cabo. Generalmente la improvisación es el resultado de una gran dosis de ignorancia, combinada con una porción de arrogancia, y una tercera parte de ira.
Las improvisaciones, como dijo William Shakespeare, son mejores cuando se las prepara, y para poder improvisar con genialidad es necesario tener dos cosas: conocimiento y experiencia, cualidades que alguien que no las tiene jamás las podrá tolerar. Sin embargo, hoy abundan los jefes improvisados, que carecen de conocimientos, que suplen su falta de experiencia con autoritarismo, soberbia y fanfarronería, y que por su nula capacidad para enseñar buscan que los integrantes de su equipo los idolatren y estén dispuestos a cumplir sus caprichos.
Nadie duda que todo gobernante aspira y siente la necesidad de que su trabajo tenga éxito y logre sus objetivos, pues ninguna autoridad, en su sano juicio, busca fracasar. No obstante, la improvisación en el sector público conlleva riesgos mucho mayores a aquellos en un contexto estrictamente privado. Las consecuencias de una buena o mala decisión en este ámbito pueden impactar de manera significativa la sociedad y tener efectos irreparables. Por lo cual, el éxito lo tendrán aquellos que sin descuidar la necesidad de hacer las obras necesarias promueven la planeación de modo coherente con visión de desarrollo, construyen y fortalecen la institucionalidad, y afirman los sentidos de pertenencia e identidad de la ciudadanía.
PARA DESTACAR:
“No es tiempo para la comodidad y facilidad. Es tiempo para atreverse y resistir. Winston Churchill.