MESIANISMO CIVIL
El mesianismo civil es aquella acción de las personas que, a su juicio y a semejanza de la religiosa, persigue la salvación de otras. Por lo que ella, además de no acomodarse a la libertad religiosa, tampoco resulta sincera, aunque muy útil para el desarrollo social. Pues, es sabido que si bien la religión cristiana descansa en la doctrina de Cristo y lo reconoce como el Mesías o salvador de sus creyentes de sus pecados, también los es que las demás religiones se edifican en confesiones o creencias completamente distintas. Por lo que tal alusión implícitamente excluye a otros miembros de la población. Sin embargo, ese mesianismo civil se ha expresado en el pasado en el campo político de las campañas, de las políticas y de los candidatos, especialmente en aquellas que contienen una directriz salvadora de una comunidad o sociedad, como ha ocurrido con muchas dictaduras, muchos gobiernos populistas, muchos movimientos políticos reivindicadores de la salvación poblacional tanto de derecha como de izquierda, tanto revolucionarios como contrarrevolucionarios, etc. Para ello basta con recordar no solo las actividades políticas americanas de salvación contra el comunismo y el socialismo, como aquellas de salvación contra el capitalismo, o contra el castrochavismo o contra la amenaza de la guerrilla o contra el acuerdo de paz, etc. Con todo, con ocasión de la pandemia del virus del COVID-19 dicha tendencia también ha sido adoptada por los actuales dirigentes del ejecutivo nacional, departamental y municipal, cuando han hecho descansar las medidas adoptadas en la necesidad de SALVAR VIDAS, con lo cual quisieron asumir los roles de salvadores de vidas. Pero es preciso señalar que en el fondo lo que pretenden estas actividades mesiánicas, política y administrativa, fue la de aprovecharse de la fe religiosa de los creyentes en la salvación divina terrenal y espiritual, a fin de aceptar sin crítica o reparo alguno no solo la enfermedad y sus respectivas consecuencias, así como las medidas adoptadas. Sin embargo, a medida que transcurre el tiempo de la pandemia, la población civil comienza a reflexionar sobre el alcance salvador de las autoridades civiles. Porque si bien no era su intención asegurarle a todo el mundo su vida, salud y bienes; no es menos cierto que así fue como lo hicieron creer. De allí que la comunidad ahora tenga claro que no se liberaron a las personas de los riesgos de perder su vida, de deteriorar su salud, de perder su trabajo, ocupación, empresa, etc; y tampoco tienen hasta el momento políticas y medidas preventivas o correctivas de las mencionadas consecuencias. De allí que se aguarda que esta lección social tenga algún impacto en las próximas elecciones.
¿De qué se trata el victimismo?
*Marta Sáenz Correa. Todos en algún momento de nuestras vidas nos hemos topado con esa clase de personas que se disfraza de victima para conseguir sus propósitos y no responsabilizarse de nada. Las personas con victimismo son aquellas que están constantemente interpretando la realidad como si todo lo malo que les sucede fuese culpa de los demás; son incapaces de reflexionar y analizar sus actos y la relación con su entorno, encerrándose en su papel de víctima, rehusándose a tomar las riendas de su vida o responsabilizarse de sus actos. Su día a día es una agresión ficticia tras otra, y de forma inconsciente desplazan toda la responsabilidad de lo que les sucede a los otros. Por lo cual, el victimismo daña tanto la capacidad de afrontar los problemas como las relaciones personales y las afectivas en particular. Sin saberlo, las personas que se acostumbran al victimismo se niegan a sí mismas la posibilidad de mejorar su situación a la vez que establecen unas relaciones con los demás basadas en el resentimiento y la culpabilización. Una persona victimista tiene una autoestima tóxica, su concepción de sí misma es negativa y depende de lo que opinen los demás; son egocéntricos, tienden a creer que todo lo que ocurre está relacionado con ellos, y, vulnerables, se ofenden con facilidad. Deben controlar su entorno para no verse afectados, y esa necesidad de control provoca que sean personas nerviosas, preocupadas por todo, incluso paranoicas. La personalidad de víctima o el victimismo, consiste entonces en defenderse de posibles situaciones de malestar, a través del no reconocimiento y proyección externa hacia otra persona o cosa de determinada situación. Cuando nos encontremos con una persona que se queja continuamente y asume el papel de víctima de forma permanente, debemos: mantener la calma, respetarlo, no juzgarlo, no recriminar su comportamiento, no darle la razón, ni ponernos a la defensiva. También debemos ofrecerle nuestra ayuda, pero si no la desea, no debemos perder nuestro tiempo en escuchar sus lamentaciones. No hay que dejar que los demás carguen sobre nuestros hombros la responsabilidad y la culpa de sus desgracias. Recuerda que sólo pueden manipularte si lo permites y la mejor manera de ayudar a alguien así es diciéndole afectuosa y directamente lo que opinamos de su actitud, sin caer en su juego. Una víctima siempre debe merecer nuestro respeto, pero en el momento en que haga uso de la victimización para obtener refuerzos y beneficios lo que demanda es asistencia psicológica para lidiar de forma adecuada con su realidad personal. PARA DESTACAR: SI actúas como una víctima, es probable que seas tratado como tal. Paulo Coelo.