Caribe internacional

Si bien en el pasado el “Caribe” fue la puerta de apertura para la formación latinoamericana, en el presente, no es un “mero sueño Caribe”, sino, por el contrario, también es “un escenario realizable para dar impulso a su desarrollo”. Ello indica, entonces, que se trata de uno de aquellos escenarios mundiales llamados a tener una promisoria fertilidad, debido a su importancia en la “realización de la esperanza Caribe” y a su significativo impacto en la construcción económico-social del continente americano.

Hasta ahora los intentos político-económicos de integración no han logrado sus verdaderos resultados de integración socio-económica del Caribe, tal como ha acontecido con el sistema de integración Centroamérica (SICA) y con la comunidad del Caribe (CARICOM), las cuales se han quedado reducidas a relaciones formales y un tanto comerciales. Pero estos resultados no se han alcanzado, debido, de una parte, a la ausencia de políticas estatales (especialmente en Colombia) para su desarrollo conjunto y armónico, a la adopción aislada y deficiente de las decisiones y desarrollos políticos de la región Caribe; y, de la otra, a la indiferencia o abandono poblacional de su realización.

Pero estos resultados de integración verdadera, pueden lograrse cuando las poblaciones que, en este escenario se asientan, así lo reconozcan y procedan a su afianzamiento, con o sin ayuda política. Porque, en verdad, se trata de una zona multinacional que no solo abarca las tierras costeras del mar Caribe que comprende a más de 20 países y dependencias centroamericanas (v.gr. Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Guatemala, etc.), con sus islas (como el Archipiélago colombiano de San Andrés, a Cuba, etc.) y a otros países del norte de Suramérica (Colombia, Venezuela, etc.) y, quizás también, algunos Estados del Sur de los Estados Unidos (especialmente, la Florida, etc.); sino que también comprende, la identidad Caribe de sus poblaciones (salvo las costas sureñas de los Estados Unidos), esto es, la participación de los rasgos sociales comunes, especialmente culturales, que las caracterizan. Porque todas estas poblaciones no solo se asemejan en sus idiomas (principalmente, español e inglés) y sus historias, sino, ante todo, también se identifican, asemejan o encuentran en su cultura gastronómica, musical, deportiva, turística, folklórica, hospitalaria y de entretenimiento.

 Todo ello, cual no solo le ha permitido a estas Naciones, conservar las culturas precolombinas (de los Aztecas, Mayas, Incas y Caribes), sino también la de formar una “identidad cultural” caracterizada: Por su mentalidad abierta, descomplicada y hospitalaria. Por su voluntad de construcción social, especialmente en elementos de convivencia pacífica Caribe. Por el desarrollo de muchas de sus expresiones culturales con extensión en todo el continente, como ha ocurrido y sucede con la música (v.gr. la salsa, el merengue, el vallenato, etc.) y el folklor (como acontece   con la cumbia, etc.). Por la exaltación de muchos de sus personajes, tales como aquellos que se han destacado y han sido reconocidos en la música (como sucede con Shakira); el deporte del baseball (se dice a Edgar Rentería), del boxeo (como Kid Pambele), del Fútbol (como ocurre con el Pibe Valderrama, Falcao, etc.); las artes (como sucede con Alejandro Obregón, etc.) y las letras (como diríamos hoy, de Gabriel García Márquez, Roberto Burgos Cantor y otros), la ciencia (como diríamos de Rodolfo Llinas, Emilio Yunis, etc.), etc. Además, esta zona, aprovechando su clima cálido y seco (salvo excepciones), ha venido construyendo, a nivel independiente, una infraestructura de turismo y de cultura (principalmente, de historia y convivencia); que, por haber alcanzado su madurez, es la hora de proceder a su internacionalización integral.

 Sin embargo, para la construcción del anhelado escenario del “Caribe Internacional”, como zona económica (no política) de bienestar productivo y de cultura continental, se hace indispensable, no solo el mutuo reconocimiento de la mencionada identidad Caribe por parte de sus organizaciones sociales (las de empresas, profesionales, entidades benéficas, culturales, deportivas, académicas los comunicadores sociales, etc.), sino también la necesaria la apertura internacional que oriente y accione la integración Caribe. Pero, más aún, se hace indispensable que la misma comunidad Caribe reconozca la necesidad de fortalecer el emprendimiento empresarial, la preparación ocupacional y la consolidación de los valores humanos, que controlen y corrijan la pasividad y conformismo (que dilata las metas), así como las frágiles vulneraciones fronterizas (v.gr. las del contrabando, tráfico ilegal, etc.) en las que creen y auspician algunos de sus miembros. Porque, en el fondo, todas estas falencias contrarían los sentimientos de bienestar y bondad del “corazón Caribe” y distorsionan y hasta frustran los verdaderos intereses comunitarios de dichas sociedades.

De allí que únicamente con dicho fortalecimiento, no solo podrá conseguirse una mayor integración, que incremente y cualifique la que viene de antaño, sino que, más allá, habrá de permitir para beneficio de sí mismo y de sus correspondientes países, la organización del “ideal de una comunidad Caribe”, que supere a la que actualmente existe, esto es, el ideal de una comunidad cívica de esfuerzos y recursos que satisfaga no solo las necesidades comunes, sino también su desarrollo, a fin de alcanzar y realizar una mejor esperanza de progreso en el continente. Pero para ello, deberá darse prioridad a su propia conciencia, orientación, capacitación y desarrollo con vocación Caribe, superando las dificultades arriba expuestas. Pero, ante todo, corresponderá a este escenario asumir “la responsabilidad social de la protección medio ambiental de todo el Caribe”, especialmente los recursos marinos en vía de extinción o de destrucción, como respuesta adecuada a la explotación y desarrollo de esta comunidad.

Por eso, en la actualidad sus poblaciones parecen, de un lado, estar llamadas a construir, no solo la existencia de un ideal común de desarrollo de nuestras comunidades, procurando la satisfacción de sus necesidades básicas comunes; sino que también, del otro, parecen haber sentido “el alma Caribe” que invita a proyectar y encauzar la zona, en la construcción de obras e infraestructura, la producción de bienes y servicios (especialmente, productos agroindustriales, servicios de salud, de educación, etc.) hacia el mundo, con la explotación de sus recursos naturales, especialmente marinos, y con el desarrollo y la explotación económica del turismo, el transporte, el comercio, el medio ambiente, el intelecto, la producción artística (v.gr. la musical, la literaria) y la investigación.

Por tal motivo, se hace imperativo que cívica y políticamente las sociedades costeras del Caribe, procedan a impulsar, planificar y crear las condiciones económicas y sociales necesarias para la realizabilidad oportuna del ideal de desarrollo honesto de la “comunidad del Caribe de las Américas”.

 

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