*Marta Sáenz Correa
En días pasados, el profesor y presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría Dinesh Bhugra, reconocido como un estudioso y acérrimo defensor de la salud mental de minorías vulnerables, asistió al encuentro Migraciones, poblaciones vulnerables y salud mental, celebrado en Bogotá. En el evento, el profesor trató el tema de la depresión, como la enfermedad que en 2020 se convertirá en la mas frecuente en el mundo, por encima de las cardiovasculares y el cáncer, con el agravante de en la mayoría de los países la salud mental se ubica entre las ultimas prioridades.
El docente también se refirió a la incidencia negativa de esta enfermedad en la calidad de vida individual y colectiva y las razones por las cuales debe ser intervenida. En el mundo hay una alta prevalencia de trastornos afectivos y de ansiedad y de fenómenos mentales asociados a la violencia, y el caso de Colombia no es la excepción, pues observamos un aumento de los casos de depresión, de trastornos bipolares y ansiedad, y de consumo de sustancias psicoactivas. Lo anterior, me motivó a investigar sobre la problemática de la salud mental y como puede contribuir la familia en la prevención de la depresión.
Iniciemos con los factores que ponen en riesgo la salud mental: 1) el deterioro de la estructura social, esto es, la inequidad distributiva, falta de oportunidades, intolerancia y violencia 2) Problemas socioculturales, como son la falta de confianza en las autoridades, el hacinamiento en las cárceles, la carencia de actividades recreativas, entre otros. 3) Dificultades familiares, como el deterioro del vinculo afectivo entre los miembros de la familia, el desmejoramiento de los patrones de crianza y la carencia de dialogo de los problemas familiares. Los factores enunciados demuestran que la intervención del estado es requerida para afrontar esta difícil problemática.
En ese sentido, es imperativo trabajar en la familia, en las instituciones educativas y en el trabajo, para lograr personas mentalmente sanas. Lo anterior significa tres cosas: la primera, estar satisfechos consigo mismo, no dejarse abrumar las emociones, temores, iras, sentimientos de culpa y preocupaciones, promover el respeto por si mismo y por los demás, aceptar las limitaciones y decepciones de la vida y disfrutar las cosas simples y cotidianas. Lo segundo, sentirse a gusto con otras personas: confiar en los demás y que los otros confíen en ti, ser respetuosos de las diferencias y sostener relaciones personales satisfactorias y duraderas. Lo tercero, ser capaces de satisfacer las demandas que la vida te presenta, es decir, enfrentar los problemas con una actitud positiva, tener la mente abierta a nuevas experiencias, y plantear metas y propósitos ajustados a la realidad.