*Marta Saenz
Luego de leer el libro de Enrique Serrano, en el cual en forma contundente afirma que Colombia es una nación con vocación mediocre, me quede con la inquietud de profundizar sobre el tema y hacer la debida reflexión. ¿A que nos referimos cuando hablamos de mediocridad? en general tiene un significado despectivo: algo o alguien mediocre (del latin mediocris) tiene, etimológicamente, calidad media, regular, pero también puede entenderse como algo de poco merito, que no tiene valor, cercano a malo.
José Ingenieros, medico, psiquiatra, y psicólogo, autor del libro que lleva por título: «El Hombre Mediocre», define al mediocre como alguien vicioso contrario al virtuoso, aquel que tiene en alta estima la demacia o la pretende, es glotón, odia el ejercicio pero le gusta la parranda, se alegra con la música, no es mesurado, no tiene control sobre sus pasiones, así lo vemos perder sus estribos cuando se embriaga, es injusto casi siempre con todos, especialmente con los débiles. El hombre virtuoso por, el contrario, es sensato, justo, equilibrado, inteligente y se prepara física e intelectualmente para alcanzar sus metas.
El autor define la mediocridad como la ausencia de características personales que permiten distinguir al individuo en su sociedad. Plantea que el hombre superior y el hombre mediocre, difieren entre si como el cristal y el barro; la diferencia entre estos radica en los ideales de cada individuo. También afirma que la psicología de los hombres mediocres se caracteriza por un rasgo común, la incapacidad de concebir una perfección, de formarse un ideal. Para el hombre mediocre todas las cosas han sido siempre así y seguirán siéndolo.
¿Qué debemos tener presente para alejarnos de la mediocridad? Lo primero es tener unos ideales bien definidos; lo segundo, buscar que nuestras acciones y metas transciendan en el tiempo, es decir que dejen huella en una o varias personas, un amigo, un grupo de trabajo; tercero, nunca cerrarnos a aprender o creernos dueños de una verdad universal: la realidad es que podemos aprender de cada situación, y más importante de cada persona; lo cuarto, conocer nuestras fortalezas y reconocer nuestras debilidades: ningún hombre es excepcional en todas sus aptitudes; lo quinto, nunca tener miedo a equivocarnos o a lo desconocido.
Nadie puede salir de la mediocridad si no quiere ser el mejor. No es cuestión de egos ni de mirar al resto como personas inferiores, sino de trabajo. Los que quieren ser los mejores trabajan más duro que los que quieren ser buenos. Hay una diferencia entre querer ser el mejor a llegar a ser el mejor. Lo primero es un sentimiento, lo segundo una afirmación.