*Marta Sáenz Correa
En marzo de 2013 fue sancionada la Ley 1620: «Por la cual se crea Sistema Nacional de Convivencia Escolar y Formación para el Ejercicio de los Derechos Humanos, Sexuales y Reproductivos y la Prevención y la mitigación de la violencia Escolar», que busca crear mecanismos que permitan la promoción, prevención, atención, detección y manejo de las conductas que vayan en contra de la convivencia escolar en las instituciones educativas. Es una invitación a que padres e hijos aprendan a resolver dificultades y así logren promover la convivencia pacífica, no solo en los colegios, sino también en los hogares.
La norma tiene como objetivo contribuir a la formación de ciudadanos activos que aporten a la construcción de una sociedad democrática, participativa, pluralista, e intercultural mediante la creación del sistema nacional de convivencia escolar; suele ser conocida como la ley antibullying, que busca hacerle frente a la intimidación escolar.
La ley define el acoso escolar o bullying como: la conducta negativa, intencional, metódica y sistemática de agresión, intimidación, humillación, ridiculización, difamación, coacción, aislamiento, amenaza o incitación a la violencia o cualquier forma de maltrato psicológico, verbal, físico o por medios electrónicos contra un niño, niña o adolescente, por parte de un estudiante o varios, con quienes mantiene una relación de poder asimétrica, que se presenta de forma reiterada o a lo largo de un tiempo determinado.
Con la ley 1620, agrega la psicóloga María Clara Cuevas, docente de la Universidad Javeriana, el estado evidencia que la intimidación escolar es la semilla a través del cual las personas pueden asumir comportamientos violentos en otros contextos de su vida. De ahí la importancia de detenerla a tiempo.
Existen algunos indicadores observables desde el ámbito familiar de que un niño o adolescente esta siendo objeto de acoso escolar: la presencia de lesiones físicas como golpes, hematomas, que la victima suele justificar diciendo que ha tenido caídas; la perdida o rotura de sus pertenencias escolares o personales; cambios en el comportamiento; muestra tristeza, llanto, apatía, irritabilidad o síntomas de depresión. También lo es estar distraído, absorto en sus pensamientos; no querer salir con amigos y compañeros y disminuir su rendimiento académico.
Para finalizar, los padres desde los hogares podemos realizar acciones de prevención para minimizar el fenómeno: ofrecer a los hijos tiempo de calidad para estar con ellos; ser ejemplo; enseñarles valores como el respeto, la igualdad y la tolerancia; ponerles limites a su conducta cuando esta es inapropiada; trabajar en el autocontrol de impulsos de manera que cuando se sienta ira no se actúe de forma descontrolada, y explicarles que es el acoso escolar y cuales son sus consecuencias.