*Marta Saenz Correa
Leía hace algunos días la noticia «la escucha activa que hace el Príncipe William con sus hijos», tema que me llamo la atención indagar y les comparto a continuación. La escucha activa es una estrategia de comunicación que se basa en el trabajo de Carl Rogers y que practican principalmente los médicos con sus pacientes o profesionales durante las terapias, pero que también se puede llevar a la relación con los niños; trata de que el otro se sienta respetado y efectivamente escuchado.
El psicólogo americano Thomas Gordon, uno de los padres del concepto, en su libro: «Técnicas eficaces para padres», indica que ponerse a la altura de los niños, es la primera forma de empatizar con ellos. Además, considera que más que una técnica para conseguir un buen comportamiento en un hijo, es una forma respetuosa de tratar a un niño con el fin de ayudarle a experimentar la comprensión que más adelante le permitirá ponerse en el lugar del otro. En ese sentido, la escucha activa sería más bien una forma de comunicación entre los miembros de la familia, no una técnica para obtener un comportamiento obediente, que nos permite desarrollar la empatía y proteger los vínculos afectivos.
Por otra parte, la Psicóloga Isabel Fuster, dice que practicar la escucha activa no tiene que ser sinónimo de una educacion sin límites. La escucha activa no está reñida con poner límites al niño; a sus practicantes a veces les cuesta, pero es necesario que este se frustre, o se convertirá en un tirano. El método no solo le trae beneficios al niño de manera inmediata, también le permite desarrollarse como un adulto más seguro de sí mismo. El niño va a asumir ese trato como lo que se merece, lo que podría llevarlo a denunciar de
inmediato una situación de abuso. Por el contrario, aquellos padres que tratan con severa autoridad y castigo a sus hijos, podrían estar formando niños que en el futuro serán más propensos a consentir el maltrato.
Para finalizar, algunos consejos en el proceso de la escucha activa, primero, no se debe rechazar las emociones que el otro manifiesta, porque decirle a una persona que no debería sentir implica un reproche sobre sobre algo de lo que no se tiene control. Lo segundo, no juzgar, lo tercero, no solucionar el problema, quien te lo está planteando quiere compartirlo contigo, pero él o ella es la responsable de solucionarlo. Lo cuarto, no interrumpir, espera que la otra persona te de paso, aunque no estés de acuerdo con lo que te dice. Lo quinto, no des un consejo que no te hayan pedido.
En el proceso de la escucha activa es imperativo demostrarle a la otra persona que le escuchas y que estas interesado sobre lo que está contando.